sábado, 28 de noviembre de 2009

19. Degradar al amado e impotencia psíquica.

En el estudio de la impotencia, aquella en la que los órganos genitales rehusan el cumplimiento del acto sexual aunque se encuentren sanos y capaces de actuar, se ha encontrado que en ella influyen una serie de pensamientos que escapan a la conciencia del individuo. Son casos en los que no confluyen en una sola las dos corrientes en las que se divide el amor: la corriente tierna y la pasional. La vida amorosa de estas personas queda dividida en las dos orientaciones que la literatura ha personificado como amor celestial y terreno. La dificultad de estos sujetos es que cuando aman no desean y cuando desean no pueden amar. Si una persona les despierta ternura, ella no excitará su sensualidad, sino un cariño ineficaz en lo erótico.

Para protegerse de esta impotencia, el principal recurso del que se vale el hombre que se encuentra en esta situación, consiste en degradar a la persona deseada, a la par que incrementa su estimación amorosa hacia la persona amada con ternura. Respeta a su mujer y solo desarrolla su potencia sexual cuando está frente a una mujer degradada: su amante, una prostituta, una mujer de dudosa reputación, etc. Cumpliéndose la condición de la degradación, la pasión se exterioriza con libertad sin que el sujeto padezca de impotencia. Son hombres que necesitan rebajar a la persona deseada; con ella se enlaza la posibilidad de satisfacción sexual.

La impotencia psíquica se debe, entonces, al desencuentro de la corriente tierna y la sensual en la vida amorosa. Pero esta división es muy común y se presenta en la mayoría de los hombres civilizados, por lo que estaría justificada la posibilidad de que la impotencia psíquica sería una alteración frecuente y no la enfermedad de algunos individuos solamente. La impotencia psíquica está mucho más difundida de lo que se cree, y cierta medida de esa conducta caracteriza la vida amorosa del hombre en la sociedad moderna, así como el hecho de que tantos hombres tengan a otra mujer, a parte de su esposa, y a la que le destinan toda su pasión y deseo sexual.

sábado, 14 de noviembre de 2009

18. Dos corrientes de amor.

El amor se divide en dos tendencias que podemos diferenciar como la tierna y la sensual o pasional. Lo único que asegura una conducta amorosa «normal» es la reunión de estas dos corrientes en una sola. La primera tiende al cuidado y respeto, y la segunda ayuda a gustar y desear sexualmente a la persona amada.

De las dos corrientes, la tierna es la más antigua y proviene de la infancia. Se dirige a las personas que integran la familia y a las que tienen a su cargo la crianza del niño. En esta corriente tierna se ponen en juego intereses eróticos. Todo esto tiene que ver con la elección que hace todo niño de una persona a la que amará primeramente, la cual, en la mayoría de los casos, no es otra que la madre. La ternura de ésta, de los integrantes de la familia y de las personas a cargo del cuidado del niño, contribuyen a acrecentar la corriente tierna del amor.

Cuando esta ternura es exacerbada, sucede que el niño se aferra a ella y a su madre que se la brinda, creándose una fijación tierna que puede continuar a lo largo de la infancia y de la vida. Pero llega un momento, en la pubertad, en la que se despierta la otra corriente del amor: la poderosa corriente sensual, la cual se añade a la tierna en la búsqueda y elección de una persona a quien amar.

Para que el adolescente pueda llegar a elegir una novia o compañera, él deberá dar un paso importante: ser capaz de dirigir su ternura y pasión a esta nuevo sujeto con quien pueda cumplir una real vida sexual, sin quedar fijado en sus sentimientos de ternura a los padres. Es, en cierto sentido, un abandono de los primeros amores de la infancia.

El paso que tiene que dar el adolescente, de la fijación a la ternura de los padres a la elección de un sujeto amado, puede ser algo muy difícil y llegar hasta fracasar; esto debido a dos factores: el primero tiene que ver con la dificultad que pueda tener el adolescente para encontrar una persona a quien amar, y el segundo, con el monto de apego que el sujeto llegue a tener a la ternura de los padres y demás personas queridas en la infancia.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

17. El amor por mujeres “fáciles”.

Dentro de la serie de conductas del enamorado hacia la amada, hay uno que es bien peculiar. En el amor una mujer es valorada por su integridad y cuando ésta es inmoral se la desvaloriza. Sucede que hay hombres que se sienten atraídos y aman sólo a mujeres impúdicas, a mujeres “fáciles”, y a ellas dedican el máximo interés psíquico.

De quienes se comportan de esta manera se dice que han sido “enyerbados”. Lo que verdaderamente pasa es que él le dedica toda su pasión, aún a su pesar. El vínculo erótico de estos hombres tiene un carácter obsesivo, rasgo que además es propio de todo enamoramiento. Se trata también de hombres que en todos los casos exaltan la fidelidad, a pesar de que cambian a sus amadas, una y otra vez, llegando a formar una larga serie.

Existe en estos galanes la tendencia a rescatar a la amada; están convencidos de que sin ellos perdería todo apoyo. Justifican su actitud invocando la dudosa escrupulosidad sexual de la amada o su posición social amenazada; buscan mantenerla en la senda de la virtud. El psicoanálisis ha descubierto que la condición de la lujuria de la amada deriva de las primeras relaciones interpersonales del individuo, en la infancia.

El origen psíquico de esta elección brota de la fijación infantil a la ternura de la madre cuando ella es muy estimada por su hijo. En nuestra cultura el culto a la madre es muy característico de nuestras familias. La dependencia del hijo es también alimentada por la madre y la respuesta de éste es la de una adoración que lo lleva a parecer como pegado a sus faldas.

Esta fijación infantil hace que la amada se convierta en única e insustituible. Lo que supuestamente es insustituible se revela mediante el reemplazo continuo de mujeres. Esto porque en cada nueva mujer se hecha de menos el amor, tan ansiado, que se encontró en la madre. Por esta razón esta clase de hombres eligen a su mujer según el modelo de la madre, pero esto es algo que hace parte de la condición humana: todos elegimos a otro según el prototipo de las primeras personas a las que se amó.

553. Las clínicas de urgencias subjetivas

Las clínicas de urgencias subjetivas son espacios dedicados a atender crisis emocionales o psíquicas desde una perspectiva psicoanalítica la...