195. ¿Por qué los hombres no envidian los senos?

Cada vez que se pone en juego en la teoría al falo como el significante que señala la diferencia sexual -los niños lo tienen, las niñas no-, y que, tal y como lo señala Freud, por tenerlo desencadena en el niño la angustia de castración, y por no tenerlo desencadena en la niña la envidia del pene, suele aparecer, del lado de una mujer, la pregunta por la envidia en el hombre. Casi siempre se trata de una pregunta hecha por una mujer que reivindica su posición como sujeto femenino. La pregunta que suele hacer a este respecto es: si las mujeres envidian el pene, por qué los hombres no envidian los senos. O el vientre, al fin y al cabo un hombre no puede engendrar hijos. Se trata de una muy buena pregunta, así se trate de una reivindicación. La posición sexual del sujeto está determinada por tener o no tener ese significante que remite siempre a ese órgano del pene... ¿por qué al pene y no, por ejemplo, a los senos?

Muchas feministas siempre se han peleado con este asunto y han tratado de reivindicar la falta de senos en el hombre para colocar en la misma posición subjetiva a los hombres y las mujeres; aquí es donde se equivocan: colocar a los hombres y las mujeres en una posición equivalente, homogénea, como si se tratara de un problema de justicia distributiva: los hombres tienen pene y las mujeres tienen senos.

Es un hecho que los hombres no viven como una castración ese dato de no tener senos o no poder traer hijos al mundo, es decir, que los hombres no envidian a las mujeres por su posesión de senos y útero, no desean tener senos o tener un vientre, como si sucede con la niña que, enterada de su castración -“no tengo lo que el niño si tiene”-, anhela llegar a tener el falo que le falta -lo cual es un dato que nos enseña permanentemente la clínica psicoanalítica-. “Hasta hoy -dice Miller (2002)- es un hecho que un tengo esencial, primordial recae sobre el pene” (pág. 153). Además, hay aquí en juego un dato que es radical, y es que, con los senos no se puede copular; es con el falo con el que se copula. Por eso las mujeres que tienen relaciones sexuales entre ellas, suelen hacer uso de objetos fálicos para poder simular dicha unión.

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