9. Los padres alcahuetas.

El padre alcahuete es el que encubre a su hijo en algo que se quiere ocultar. Este padre suele ser permisivo y prodiga un amor incondicional, basado en una pedagogía de la complacencia. Esta lo pone en el papel de un “tipo” anticuado cuando exige la renuncia necesaria que toda disciplina conlleva. Pero por la vía de la complacencia se llega a la anarquía.

Algunas de las actitudes que se presentan en un padre que es alcahuete son: Está dispuesto a sacar siempre la cara por su hijo, sobretodo cuando éste se mete en problemas; justifica permanentemente los excesos de su crío; no aplica sanciones porque tienen la idea de que le va a causar algún trauma. Por temor a una supuesta traumatización, la función del padre de respetar y hacer respetar la ley ha pasado a un segundo plano. Así pues, hoy en día, del extremo de un padre feroz que ejercía una autoridad caprichosa, se pasó a un padre impotente que no puede gobernar a sus hijos.

El padre alcahueta suele ceder en los caprichos de su hijo; piensa en darle todo lo que él no tuvo cuando fue niño; confunde el don de amor -darle al niño todo lo que pide- con el amor -dar amor no es lo mismo que dar cosas materiales-, así que llenan de regalos al hijo. El padre alcahueta tampoco le reconoce las faltas a su hijo: lo cree perfecto y lo trata como un rey; y asume responsabilidades que le corresponde asumir a aquel. Refuerza en su hijo un sentido de autosuficiencia exagerado y le transmite la idea de que tienen derecho a todo.

Este tipo de padre, también es un padre que le inculca a su hijo valores utilitaristas; surge así un individualismo que lleva al sujeto a exigir sus derechos, excediendo la convivencia en igualdad. Al padre alcahuete le queda difícil aceptar que pueda tener algo que ver con lo que le sucede a su hijo, ya que siempre ha creído saber cómo educarlo. Cuando acepta que su hijo tiene un problema, busca la solución por fuera de él, con un profesional que no lo involucre en la solución del problema.

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