Hoy en día casi es una herejía decir que un homosexual se hace, ya que el discurso de la ciencia, tan imperativo, tan dominante, tan presente en el discurso de los hombres, insiste en decir reiteradamente que los homosexuales nacen; el discurso de la ciencia se hace hipótesis que dicen que la homosexualidad obedece a un asunto del quimismo del cerebro, o de su tamaño en algunas de sus partes, o a un gen, un gen “gay”. Es decir que la ciencia reduce el sujeto al organismo y por esta razón, delira. Hoy casi todos los homosexuales dicen que nacieron así; repiten lo que dice el discurso del Otro, el discurso de la ciencia, discurso que los des-responsabiliza de su posición subjetiva, es decir, ellos ya no se sienten más responsables de su posición sexual, después de todo, la culpa la tiene un gen. Para el psicoanálisis el sujeto heterosexual, tanto como el homosexual, se hace, y es igual de difícil llegar a ser homosexual como heterosexual.
La pregunta, entonces, que nos debemos hacer, es: ¿Qué es ser hombre y qué es ser mujer? La respuesta del discurso de la ciencia a esto es: tener pene es ser un hombre y tener vagina es ser una mujer. Los médicos así lo dicen y se lo creen, por eso no entienden por qué un sujeto con vagina quiera ser un hombre o un sujeto con pene quiera ser mujer... a lo cual la ciencia responde ¡con una cirugía! “Todo se puede”, es el imperativo del discurso de la ciencia, y procede a hacer un cambio de sexo al que lo quiera. El sexo también se puede determinar con la fórmula de los cromosomas: un sujeto es XX o XY. El psicoanálisis dice que el asunto no es tan sencillo, es más complicado. El psicoanálisis dice que la posición sexual de un sujeto se juega alrededor de un significante: el falo. El falo marca la diferencia sexual entre hombres y mujeres de una manera muy sencilla: se lo tiene o no. Pero tenerlo o no tenerlo, lo cual es un dato dado, por ejemplo, por la observación, necesita de la subjetivación para que el sujeto llegue a inscribirse en el conjunto de los hombres o en el de las mujeres. Y esto es lo complicado: cómo un sujeto subjetiva su sexo.
Miller se pregunta: “¿Cómo se subjetiva la existencia o inexistencia del pene en el cuerpo?” (2002, pág. 153). Una primera respuesta es: se subjetiva diciendo “lo tengo” o “no lo tengo”. Subjetivar el pene significa que este recibe por parte del sujeto, una significación. La significación que le da el sujeto al pene es lo que hace de él el falo. El falo es, entonces, el nombre que recibe el pene una vez éste a sido significantizado, es decir, subjetivado por el sujeto. A partir de este momento, el falo es un significante; ya no es más el pene, sino un significante.
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