Al inconsciente se lo imagina en el cerebro. Incluso hay toda una
corriente del psicoanálisis, el neuropsicoanálisis, "que trata de
localizar el mapa del inconsciente en el mapa del cerebro" (Bassols, 2019);
pero hay otros neurólogos que van más allá de de esta imaginarización
de la psique en el sistema nervioso, es decir, que no reducen el
psiquismo al cerebro. Ellos han encontrado que hay algo que no es
localizable en el mapa del sistema nervioso del cerebro, y eso no
localizable tiene que ver con la singularidad de la experiencia de cada
sujeto, es decir, su subjetividad, eso que lo hace único. Eso
inlocalizable no es otra cosa que "la experiencia del cuerpo hablante
que no puede ser cuantificada o categorizada por la neurociencia actual"
(Bassols).
Entonces, localizar en el cerebro toda la
singularidad del sujeto no se puede. Muchos neurocientíficos han
empezado a sospechar que "la activación de todo el funcionamiento del
sistema nervioso sólo es posible a través de la presencia de un otro, de
otro sujeto o de un Otro como lenguaje, de la cultura, de la sociedad"
(Bassols, 2019). Y esto es justamente lo que enseña el psicoanálisis:
que la existencia del sujeto depende de la existencia del Otro, del
lenguaje, el cual está, en principio, afuera: el lenguaje preexiste a la
existencia del sujeto, pero luego está adentro, inscrito en el cerebro,
es más, poniendo a funcionar el cerebro, así como el software pone a
funcionar el hardware. Pero cuidado: el sujeto es irreductible al mapeo
de las neurociencias.
Se puede hacer, sí, un mapa del cerebro, pero ¿dónde localizamos al
que maneja ese mapa, al mapeador? Esto se parece a lo que sucede con
Google, cerebro virtual gigante, que tiene el mapeo de toda la
información del mundo, pero no sabe nada, ya que cuando se busca
información en Google, aparecen un sin número de resultados. Y esto
sucede porque una palabra no tiene un solo sentido; una palabra tiene
muchos sentidos, es polivalente, tiene múltiples significados. ¡Esto es
lo que hace bruto a Google!; Google cumple con saber dónde está la
información, pero es una bestia, ya que el sentido se le escapa a Google
(Miller, 2007). Es al sujeto al que le toca ponerse en la tarea de
darle un sentido a su búsqueda, de encontrar, en toda la información que
arroja el buscador, lo que tiene sentido para él, y esto no lo hace
Google –ni el cerebro–, ya que los dos lo que hacen es memorizar “la
palabra en su estúpida materialidad” (Miller). Y es por esta razón que
la subjetividad no se puede reducir al funcionamiento del cerebro; ¡el
mapeador no se encuentra en el mapa del cerebro! El problema aquí es que
ese Otro que es el lenguaje que pone a funcionar el cerebro, no funda
una ciencia positivista, ya que no es cuantificable, controlable,
medible.
Los neurólogos han llegado a concluir que el lenguaje
cumple con una función cognitiva: gracias al lenguaje el sujeto puede
hacer una cartografía de la realidad (Bassols, 2019), es decir, el
sujeto puede hacerse una representación del mundo que le rodea y de sí
mismo. Pero aquí justamente, el neurólogo se encuentra con un punto de
real, el límite de un real "que no puede ser reintegrado en un sistema,
en una cartografía de fronteras más o menos establecidas en el cuerpo
hablante, y eso que no encaja en la cartografía del cerebro es
precisamente el encuentro con el otro del lenguaje; tal vez podamos
decir con el Otro del cuerpo, o en todo caso con una dimensión Otra"
(Bassols). Precisamente, con Lacan, este es el nuevo objeto de estudio
del psicoanálisis: los efectos del lenguaje en el sujeto, es decir, el
encuentro particular del sujeto con el lenguaje.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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