El psicoanálisis sabe de la importancia de dialogar con el campo de la
ciencia, así el psicoanálisis no sea una ciencia natural o positiva. El
psicoanálisis tiene claro que no es una ciencia porque las condiciones
de reproducibilidad del método científico no son posibles cuando se
aborda la subjetividad; el sufrimiento y el malestar de un sujeto no se
pueden medir, cuantificar; el significado subjetivo de un síntoma, el
significado de una experiencia, un evento significativo para la vida de
un sujeto no se puede medir, como tampoco se pueden reproducir las
mismas condiciones para un sueño, una interpretación, un acto fallido o
un lapsus freudiano. Pero para dialogar con la ciencia se necesita de
“científicos que tengan cierta idea de qué es el sujeto de la palabra y
del lenguaje que Lacan introdujo como fundamental en la experiencia
psicoanalítica” (Bassols, 2012).
Probablemente
los científicos más cercanos al psicoanálisis son, paradójicamente, los
neurocientíficos, dentro de los cuales hay una gran división: están los
que “intentan localizar todas las funciones subjetivas en el sistema
nervioso central, son reduccionistas a tope; y los no localizacionistas,
los que se dan cuenta de que hay algo de la dimensión subjetiva
fundamental que no puede localizarse en el sistema nervioso central, que
es exterior a él, que actúa como una suerte de parásito al sistema
nervioso central y algunos se dan cuenta de que eso es el lenguaje”
(Bassols, 2012). En efecto, es el Otro del lenguaje, esa dimensión de la
que tanto habla el psicoanálisis lacaniano, ese Otro simbólico que
funciona en el ser humano como “una suerte de parásito que parasita el
sistema nervioso central modificándolo continuamente, cambiando todo el
organismo en un cuerpo” (Bassols).
Cambiar el organismo en un
cuerpo es lo que permite ubicar al organismo del lado de las
neurociencias, y al cuerpo del lado del psicoanálisis; no son lo mismo.
Para la ciencia positiva y reduccionista, el cuerpo se puede reducir al
organismo, es decir, un conjunto de elementos reales: células, genes,
neuronas, etc., y, no es así. El psicoanálisis sabe, por ejemplo, que no
es un gen el que determina la homosexualidad, como pretenden mostrarlo
algunas noticias pseudocientíficas, pero tampoco un gen determina la
heterosexualidad. Si algo sabe el psicoanálisis, desde los tiempos de
Freud, es que es igual de difícil llegar a ser homosexual como
heterosexual, y “nada en lo real del organismo determina eso, mucho
menos un gen” (Basssols, 2012). El sujeto homosexual y el heterosexual
se tienen que hacer a un cuerpo homosexual o heterosexual, es decir que
tener un pene o una vagina no hace al sujeto hombre o mujer; se llega a
ser homosexual o heterosexual, no se nace siendo lo uno o lo otro.
Incluso “hay sujetos que no pueden construirse un cuerpo, por ejemplo,
los niños autistas que sufren de eso, de no poder construirse un cuerpo
de no poderlo localizar en el espacio tridimensional, eso no tiene una
causalidad genética, puede haber predisposiciones genéticas no lo
dudamos; pero el andamiaje causal que finalmente produce un sujeto
autista no puede entenderse sin ese parásito del lenguaje, del que el
autista por otra parte, está dando da testimonio continuamente”
(Bassols).
Igualmente, los nuevos paradigmas en la ciencia han
roto esa unidad denominada «individuo»; ya no se sabe dónde está el
individuo, ya que “no está claro dónde empieza el individuo y dónde
empieza el ambiente (…) ¿dónde empieza el ambiente?, el ambiente empieza
fuera de mi piel o el ambiente empieza ya en ese interior que son
partes de mis órganos que están ya en contacto con el ambiente y
modificándose continuamente” (Bassols, 2012). Por esta razón, la ciencia
de hoy no parte de la idea de un individuo ya constituido funcionando
como tal con una identidad; esto es lo que ha llevado a los
neurocientíficos a hablar de plasticidad cerebral, es decir que el
cerebro es un aparato que se está modificando continuamente, y resulta
que –es de lo que se están dando cuenta los investigadores que estudian
el cerebro sin reducirlo al organismo– “el mayor agente de modificación
del cerebro, entendido como un órgano, es el lenguaje; no tanto la
percepción de la realidad, no tanto los estímulos exteriores, sino el
lenguaje” (Bassols), y por este camino se produce una intersección, o
mejor, una coincidencia entre la neurociencia y el psicoanálisis.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
miércoles, 10 de julio de 2019
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