Cuando se lee «la relación sexual no existe», es mejor traducir esta
fórmula por «la proporción sexual no existe», lo que quiere decir que
los hombres no están hechos para las mujeres ni las mujeres para los
hombres, que no hay proporción entre los sexos, que los hombres son de
Marte y las mujeres son de Venus, que son "razas" diferentes, destinadas
al desencuentro. Por eso, decir que la relación sexual no existe no
significa que no exista el coito; claro que existe el coito, basta con
ver el crecimiento de la población mundial. La fórmula lacaniana «No hay
relación sexual», da cuenta de un descubrimiento freudiano: que en el
inconsciente hay algo que no se inscribe, y eso que no se inscribe en el
inconsciente es el Otro sexo, es decir, que para inscribir en el
inconsciente la diferencia sexual, solo se cuenta con un significante:
el falo. Esto significa que en el lugar del Otro solo existe un
significante con el que se nombra a los dos sexos, el masculino y el
femenino, y por lo tanto hay un agujero en el saber. En el lugar del
Otro, tesoro de los significantes, falta el significante con el que se
podría inscribir el Otro sexo.
Así pues, en el inconsciente sólo
existe un significante para nombrar la diferencia sexual; falta
entonces uno, uno que no se inscribe en el inconsciente. No existe en el
inconsciente el significante que represente al Otro sexo. Con el
significante «falo» marcamos la difernecia sexual diciendo: los niños
tienen falo, las niñas NO lo tienen. Con un solo significante se nombran
dos cosas diferentes así: se lo tiene o no se lo tiene. Los que lo
tienen -el falo- se inscriben dentro del conjunto de los hombres, y las
que no lo tienen se inscriben dentro del conjunto de las mujeres. Como
no existe en el inconsciente el significante que represente al Otro
sexo, esto es lo que lleva a Lacan a decir que «la mujer no existe», en
la medida en que la mujer representa al Otro sexo. Así pues, el «falo»
es un significante que sirve para identificar a ambos sexos: los que lo
tienen son los hombres y las mujeres son aquellas que están privadas de
él. Esta es la razón por la que se dice que el falo es un significante
sin par: no hace pareja con ningún otro significante, de tal manera que
en el lugar del Otro -tesoro de los significantes- sólo existe un
significante para señalar la diferencia sexual, y no dos. Es como si
faltara el significante que permitiría identificar al Otro sexo.
Eso
imposible de nombrar en el inconsciente es lo que el psicoanálisis
denomina «lo real»; eso imposible de escribir, ese real, eso es la no
relación sexual. Miller (1999) indica que la no relación sexual es como
una página en blanco, como algo no escrito, algo que falta en el luger
del Otro, un agujero en el lugar del Otro; y eso que falta en el lugar
del Otro es precisamente el significante para nombrar el Otro sexo, el
sexo femenino, es decir, a la mujer, y “es porque no ha sido escrito por
lo que hay que escribir y hablar tanto de ello.” (Miller, p. 19).
Hay,
entonces, un saber que la ciencia no puede resolver y es que no hay
modo de saber qué es un sexo para el otro. Esto es el agujero real en el
Otro, en lo simbólico. Cómo arreglárselas con el otro sexo es algo que
no está escrito en las leyes de la naturaleza, en lo real (Miller,
1999). Algo falla entre los hombres y las mujeres, por eso las cosas no
andan bien entre ellos. “…hay algo en la relación entre lo sexos que no
tiene fórmula.” (Miller, p. 28). Basta que un sujeto recurra a un
psicoanalista y va a hablar de eso que no anda. El psicoanálisis de
cierta manera vive de eso que no anda entre los sexos. Muchos llegan a
pensar que ese problema desaparece si hay igualdad entre los sexos. Esa
igualdad es excelente a muchos niveles, a nivel jurídico y social, por
ejemplo, pero a nivel de la proporción sexual o del amor -qué es lo
mismo-, eso no va, eso no marcha, eso no anda nada bien (Miller). Hay
una grieta radical entre los dos sexos, que se especifica también en la
diferencia entre el goce masculino y el goce femenino. Más allá del
falo, la mujer tiene relación con un goce «suplementario», un goce
infinito, que tiene que ver con la falta de ese significante que la
nombre en el lugar del Otro. Hay entonces un goce fálico y un goce Otro,
diferencia que no está regulada por la anatomía; hombres y mujeres
tienen una relación con el falo, pero esta relación es diferente para
cada uno de los sexos.
Si la proporción sexual, entendida como
armonía, correspondencia, complementariedad, existiera, no habría las
dificultades de las que se quejan las parejas cuando aman. La pareja que
se separa, que se pelea, que se desencanta, que se disgusta, se
enfrenta a la inexistencia de dicha proporción. Si el psicoanálisis
habla permanentemente del amor es porque en él se manifiesta la falta de
esa proporción sexual entre hombres y mujeres. Esta disarmonía
fundamental enseña que un sexo no es nunca el complemento del otro.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
lunes, 28 de octubre de 2019
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