martes, 4 de noviembre de 2025

560. El sujeto no es como se piensa: cinco ideas sorprendentes y contraintuitivas

¿Por qué se piensa lo que se piensa? ¿Por qué se desea lo que se desea y se tropieza una y otra vez con las mismas piedras? El psicoanálisis lacaniano responde a estas preguntas con cinco ideas sorprendentes y contraintuitivas que Miller (2015) exploró en sus seminarios en Caracas y Bogotá. Veamos.

Primero. La mente no es un palacio ordenado, es una casa después de un terremoto. Miller (2015) compara la teoría de Freud no con un palacio, sino con la ciudad de Caracas: un "zaperoco" vibrante, un desorden que creció orgánicamente, lleno de vitalidad y contradicciones. Esta idea es liberadora, ya que enseña que la experiencia de entender al sujeto no es un paseo por un jardín, sino más bien por una casa extraña en la oscuridad, donde inevitablemente se tropezará y se harán "chichones". Esto permite aceptar las contradicciones del sujeto sin buscar una coherencia perfecta que, simplemente, no existe.

Segundo. No es el sujeto el que habla el lenguaje; el sujeto es hablado por el lenguaje. Se cree que el lenguaje es una herramienta que el sujeto usa a voluntad para expresar sus pensamientos. El psicoanálisis invierte radicalmente esta idea: el gran descubrimiento de Freud sobre el inconsciente es, en esencia, que el sujeto es "hablado por el lenguaje" (Miller, 2015).

Cuando el sujeto habla en un análisis, donde se lo invita a decir lo que se le venga a la mente, se revela una estructura que precede al sujeto, que lo moldea y lo constituye. El lenguaje no es un simple vehículo; es la matriz misma donde los pensamientos, deseos y conflictos toman forma, a menudo de maneras que lo sorprenden. Así pues, los lapsus, chistes o actos fallidos no son errores de comunicación. Al contrario, son la prueba de que algo más habla a través de del sujeto. Como decía Lacan, "todo acto fallido es un discurso logrado" del inconsciente. Es el lenguaje mismo revelando una verdad que el sujeto no pretendía decir.

Tercero. El significado de lo que se dice se decide hacia atrás. Se piensa que el sentido de una frase se construye de forma lineal: la primera palabra, luego la segunda, y así sucesivamente. Lacan muestra que la ley del discurso es exactamente la opuesta. Por ejemplo, el remate final de un chiste es lo que resignifica todo lo que se dijo antes, dándole un sentido completamente nuevo e inesperado. De la misma manera, el sentido completo de lo que dice un sujeto solo se fija retroactivamente, desde un punto futuro. 

Esto se aplica a la escala de la vida entera. Un evento que ocurre hoy puede resignificar por completo una experiencia que se tuvo hace veinte años, dándole un sentido que nunca antes tuvo. Esta idea invita al sujeto a permanecer abierto, a aceptar que el significado de sus historias personales nunca está completamente cerrado. La ley propia del discurso es que siempre es a partir del punto que está delante, en retorno, como el sujeto se acerca al sentido de lo que ya se recorrió.

Cuarto. El deseo más profundo del sujeto no busca ser satisfecho. Se vive en una cultura que confunde constantemente la necesidad con el deseo y que promete la satisfacción total como meta última. El psicoanálisis traza una distinción crucial y radical. Una necesidad, como el hambre, se calma con un objeto específico (la comida). Una vez satisfecha, desaparece. El deseo, en el sentido freudiano, funciona de una manera completamente distinta. Miller (2015), siguiendo a Freud y Lacan, lo describe como "indestructible" y "esencialmente insatisfecho".

El deseo nace de una falta que no puede ser colmada, como si faltara una pieza del rompecabezas. Es una falta constitutiva del ser, una falta en ser. Por eso, va en contra de toda la cultura de la autoayuda que promete la plenitud. De hecho, fue la figura de la histérica quien guio a Freud en sus inicios, precisamente porque "es el sujeto en el que la insatisfacción del deseo es más manifiesta". La ética del psicoanálisis, según Lacan, no es lograr la satisfacción, sino algo mucho más complejo: "no ceder en cuanto al deseo". El deseo, en el sentido de Freud, el deseo inconsciente, es un deseo siempre particular para cada sujeto, excéntrico, que no camina en el sentido de la supervivencia y la adaptación; es esencialmente insatisfecho. (Miller, 2015)

Quinto. El verdadero poder no está en hablar, sino en escuchar. Se suele asociar el poder en una conversación con quien habla. Lacan presenta una tesis sorprendente: el poder fundamental, el "poder discrecional", reside en quien escucha. Así pues, el sentido de un discurso no está contenido únicamente en las intenciones del hablante. Es la escucha del oyente lo que le confiere su significado. 

El analista, explica Miller (2015), toma este poder y lo eleva a "una potencia segunda" para guiar la cura. Esto revela la responsabilidad que tiene el analista al ofrecer su escucha, un acto capaz de dar forma a la realidad del otro. No solo el sentido del discurso reside en el que lo escucha, sino que es de su acogida de la que depende quién lo dice.

560. El sujeto no es como se piensa: cinco ideas sorprendentes y contraintuitivas

¿Por qué se piensa lo que se piensa? ¿Por qué se desea lo que se desea y se tropieza una y otra vez con las mismas piedras? El psicoanálisis...