jueves, 28 de enero de 2010

31. Amor y repetición.

El psicoanálisis enseña que el amor es fundamentalmente repetición. Esta dimensión es esencial en el sujeto: él repite encuentros, repite en el amor la misma historia y se pregunta por qué se enamora siempre del mismo tipo de personas. También se repiten aquellos comportamientos que son indeseables.

Cuando se ama, no se hace más que repetir: en el momento que se encuentra a alguien para amar, se lo está reencontrando, así que toda persona por la que un sujeto muestra un interés amoroso, es siempre el sustituto de alguna otra a la que se amó primero, en la infancia, es decir, los primeros objetos de amor y deseo, que no son otros que la madre y el padre. A ellos se dirigió el amor en un comienzo y fue con ellos con quien se aprendió a amar. Pero, ¿qué otro aporte hace el psicoanálisis sobre el amor, más allá de concebirlo como repetición?

Existe otra dimensión del amor que el psicoanálisis devela: el amor como invención, como elaboración de saber. Pero inventar, crear algo nuevo, no es cosa de todos los días ni de todos los hombres. La ciencia y el arte son referencias para hallar lo que es la invención. Lo anterior no significa que un tratamiento psicoanalítico -que es un modo particular que tiene un sujeto para elaborar un saber sobre su propio inconsciente (el inconsciente es un saber no sabido por el sujeto)- produzca inventores o científicos, no. Un sujeto, por pasar por un análisis, no va a terminar siendo un artista. Pero lo que sí va a suceder es que, si él lleva el análisis de sus problemas o de su sufrimiento hasta cierto punto, podrá decirse que ha hecho una elaboración de su saber inconsciente y por lo tanto habrá adoptado una nueva posición frente al amor.

Con el psicoanálisis hay nuevos amores posibles, a pesar de esa dimensión que hace del amor repetición. El análisis no pretende curar al sujeto del amor, sino transformar su posición frente a él como fuente de sufrimiento. Y dicha transformación da lugar a una invención. Si el psicoanálisis cura del amor, lo hace del amor como repetición.

viernes, 22 de enero de 2010

30. El valor del amado.

No hay un concepto que se encuentre más en el psicoanálisis, a propósito de la vida erótica, que el de valor. Todo ser humano se preocupa siempre por determinar el valor del sujeto en quien se interesa.

Tratar a un sujeto como un objeto que tiene o no determinado valor, es algo que hace parte de la “naturaleza” del ser humano. Siempre en él hay un movimiento hacia la objetivación del semejante -“éste sujeto es valioso o no, por x o y motivos”-. Inclusive, hay quienes le dan más importancia al otro como objeto (sexual) que como sujeto. Lo importante a destacar de esto es que todo sujeto tiene una posición de objeto en la vida -objeto de amor, de deseo, de odio, de desprecio, etc.-, y como tal recibirá una valoración por parte de los otros, incluida una valoración sexual y amorosa. Y cuando un ser humano se ocupa por precisar el valor del sujeto en quien se interesa amorosamente, también pensará en lo que el otro está dispuesto a “pagar” por ella.

En la vida erótica se trata de una cuestión en la que continuamente se emiten juicios de valor. Existe un valor de uso y un valor de cambio a nivel sexual, y esto aparece en términos de rebajamiento y sobreestimación del sujeto amado; entonces puede suceder que se lo desprecie o se lo ame demasiado.

Existen, por ejemplo, hombres cuya condición de amor se presenta a partir de dos cualidades que se enlazan: la del tercero perjudicado, es decir, el hecho de que la mujer de la que se enamoran sea de otro, lo que significa que también se trata de una mujer no muy fiel, y esto introduce la otra condición de amor, la de que se trate de una mujer fácil. Éstas dos condiciones son las que hacen valiosa a una mujer para este tipo de hombres. Su conducta será la de sobrestimar a su amada, dedicándole toda su pasión e interés erótico.

La condición de objeto de un sujeto tiene que ver con en el hecho de que él sea aquello hacia lo que se dirige el interés, sexual o agresivo, de otro sujeto. La valoración que se hace él como objeto es lo que permite que se emitan juicios como: “es una santa, es buena gente” o “es una puta, es un sinvergüenza”.

viernes, 15 de enero de 2010

29. Amor: desamparo y dependencia.

Hay dos tipos de relación entre un niño y su madre, que ayudan a esclarecer algo de la psicología del amor: la una es la relación de desamparo y la otra de dependencia. El desamparo se sitúa a nivel de la necesidad, es decir que el niño al nacer está por completo desamparado y necesita de otra persona para sobrevivir. Si un niño es abandonado, se muere. El hombre es el único mamífero que nace sin saber donde buscar el alimento para sobrevivir, por ello es indispensable otra persona que lo auxilie y lo alimente. Ser madre es una función y puede ser cumplida por alguien que sustituya a la madre biológica. Esta es la primera forma del amor, como apego al otro que tiene lo necesario para que el niño se nutra y viva. Si él hace una demanda, la madre se presenta como la que tiene aquello que satisface dicha exigencia. La madre da leche, entonces da lo que tiene.

En cambio, la relación de dependencia consiste en que el niño desea que su madre responda a su pedido dando lo que no tiene; esto es la demanda de amor; demanda que se dirige a alguien que está privado de lo que da, que da lo que no tiene, lo que se puede ilustrar con el don de amor, es decir, el regalo que se le da a alguien cuando se le ama. Si un multimillonario da a su mujer un costoso regalo, éste no tiene el mismo valor que el de otro sujeto que hace un gran esfuerzo para regalar a su prometida un anillo de compromiso. El primero da lo que tiene, el segundo da lo que no tiene, por eso es mucho más valioso éste regalo que aquel.

La demanda de amor está dirigida al que no tiene, es decir, al que solo tiene “amor para dar”, como dice la canción. «Amar es dar lo que no se tiene». Por eso los padres que en vez de amor le dan solo cosas materiales a sus hijos, lo que reciben a cambio es, generalmente, la ingratitud de aquellos y la queja de que no se han sentido amados. El niño, al nacer, más que buscar la satisfacción de sus necesidades, de que la madre lo llene de comida, lo que busca es amor, depender de ella, o mejor aún, ser reconocido por ella; el amor es el que hace posible dicho reconocimiento.

jueves, 7 de enero de 2010

28. Amor cortés.

Entre los siglos XII y XIII apareció el amor cortés, una inédita forma de amar. Ésta fue creada por trovadores del sur de Francia para rendir homenaje, con sus canciones, a la mujer de la cual se enamoraban, que, por lo general estaba casada y se le llamaba la Dama. El amor cortés constituye una forma de respuesta a los matrimonios, los cuales en aquella época, como en muchos otros lugares y momentos de la historia, se hacían por conveniencia. La mujer era objeto de un intercambio; el que se casara con ella recibía su dote y así aumentaba su riqueza. El matrimonio por amor todavía no existía.

El amor cortés resultó ser un nuevo discurso sobre el amor, una nueva forma de relación entre el hombre y la mujer. Dicho amor, aunque adúltero y clandestino, era considerado auténtico, sincero y fiel. El trovador, cuando era aceptado por su Dama, se convertía en su vasallo, astuto y discreto; se trataba entonces de un amor auténtico, no de un amor por conveniencia. Él no podía revelar la identidad de la Dama y para dirigirse a ella utilizaba un seudónimo o una señal que solo ella comprendía.

Lo más interesante del amor cortés y lo que lo hacía un amor “puro y sincero”, era que las relaciones sexuales entre el trovador y la Dama estaban prohibidas, y por lo tanto se consideraba como el verdadero amor. Además, el trovador y la Dama debían pasar por una prueba: estaban una noche juntos, acostados en la misma cama y desnudos, sin llegar a tocarse. Si tenían relaciones sexuales, entonces ya no se trataba de un amor cortés.

Si el amor cortés ha interesado al psicoanálisis es porque, después de novecientos años, continúa vigente; se lo encuentra, hoy como ayer, en la música popular y romántica de todos los pueblos -los boleros, vallenatos y rancheras, por ejemplo-, o aún entre hombres y mujeres que sostienen una relación así, como la de muchos personajes de series de T.V. -La Bella y la Bestia, Supermán y Luisa Lane, El Zorro y Carmen, etc.-. El amor cortés, sin relación sexual, es el amor imposible y tormentoso; es el amor apasionado por excelencia y el que más interés despierta. El amor feliz no es nunca tan atractivo como lo es éste.

martes, 5 de enero de 2010

27. Amor y Odio.

El amor, y no solo el odio, es una forma del desencuentro; habrá experimentado el enamorado cuán difícil es sostener un vínculo sin dificultades o tensiones. Ello pone de manifiesto la omnipresencia que tiene el malentendido en la comunicación entre los hombres. Es verdad que hay amores afortunados, pero lo corriente es encontrarse con el desamor en algún momento de la relación de pareja. El amor eterno no es tal, y con su irrealidad se encuentran las parejas ahora o después.

Mientras que el amor alimenta una pretendida ilusión de completud con el otro y hace pensar al amante que ha encontrado su “media naranja”, la realidad es que ningún sujeto es el complemento de otro. Si fuera así, no existirían el divorcio ni las separaciones entre los amantes. Si el amor fuese eterno, la sociedad estaría conformada por parejas indisolubles; no se sabría de infidelidades ni de ningún otro tipo de obstáculos entre los amantes.

El amor tiene un comportamiento diferente al de una pretendida armonía. Es algo que, cuando irrumpe en la vida de un sujeto, acaba con su tranquilidad: le quita el sueño, lo distrae del trabajo, lo hace hacer y decir tonterías, etc.; se parece más a una enfermedad que ser una solución a la soledad del ser humano. Además, siempre está asechando el desamor, el desencuentro, y entonces surge el odio.

El amor no se puede pensar sin el odio. El amante odiará al que ha dejado de amarlo o al que no le corresponde en su sentir. Se dice que el amor es el que hace girar al mundo, pero si se piensa un poco, se verá que el odio es un afecto que también mueve y estremece al planeta, y éste parece girar incluso con más vigor en torno al odio. Piénsese solamente en esa manifestación extrema que puede desencadenar el odio: la guerra; pero también hay todas esas manifestaciones del odio que hacen parte de la cotidianidad: envidia, celos, rivalidad, agresividad, segregación, racismo, violencia, asesinato, tortura, etc. Es indudable y habría que reconocer que en la naturaleza humana, si bien el amor distingue al hombre del reino animal, igualmente y en gran medida, también el odio.

lunes, 4 de enero de 2010

26. El descontento en el amor.

Hay algo que le sucede al amor y que hay que tener en cuenta para comprenderlo. El ser humano le suele dar valor a la necesidad de amor cuando éste no está a su alcance o cuando hay dificultad para hallarlo; es decir, que cuando no lo tiene, más lo anhela. Y dicha estimación del amor se desmorona tan pronto como se vuelve fácil satisfacerla. Esto es algo que muchas parejas experimentan. En más de una ocasión, después del matrimonio o de compartir las primeras relaciones sexuales, el hombre deja de estar interesado en la mujer y ya no la ama con toda su pasión, esa que demostraba antes de poseerla o cuando estaba enamorado.

Entonces sucede que, después del enamoramiento y tras la posesión, adviene el menosprecio por la amada. Por eso es común encontrar esta queja entre las parejas que llevan unidas algún tiempo: la mujer se lamenta que su compañero ya no es el mismo de antes, ya no le hace las invitaciones que le hacía cuando eran novios, o ya no es tan detallista, como lo era cuando estaba en son de conquista. Es como si al amor le hiciera falta un obstáculo para despertar el interés por el ser amado.

Es un hecho que la significatividad del amor, o sea, la importancia que adquiere para un sujeto, aumenta cuando aquel es frustrado, sobre todo en el caso del amor-pasión. Por eso muchos sujetos notan como el enamorado se apura en reconquistar a su amada, luego de un disgusto o una pelea que ha puesto en peligro la relación.

Hay, pues, que tener en cuenta, que hay algo en la naturaleza del amor que lo hace desfavorable al logro de la satisfacción plena, y más en el amor-pasión, el cual se realiza en la entrega, en el acto sexual. Pero ni siquiera en el encuentro sexual se está conforme totalmente. Nunca en el amor alguien se encontrará plenamente satisfecho. Habrá si ocasiones en que la persona enamorada se sienta feliz y no desee cambiarse por nadie en el mundo, pero esto no es algo que dure para siempre. El amor encuentra pues un obstáculo en su misma disposición; las parejas tendrían que tener siempre en cuenta este pequeño detalle.

553. Las clínicas de urgencias subjetivas

Las clínicas de urgencias subjetivas son espacios dedicados a atender crisis emocionales o psíquicas desde una perspectiva psicoanalítica la...