miércoles, 22 de febrero de 2012

334. La puntuación hace legible al inconsciente.

Lacan decía que "la puntuación decide el sentido”, de tal manera que se puede pensar que el psicoanalista tiene como función en la cura, ponerle la puntuación al "texto" que trae el analizante. La Biblia, en un comienzo, no tenía puntuación alguna, de tal manera que el texto bíblico era una fuente de ambigüedad permanente. "La puntuación dada a una continuidad significante cambia el sentido, pero cuando se cambia la puntuación, el sentido también se renueva, y a veces es un trastorno total, y si se pone una mala puntuación el sentido se desvanece o se altera" (Miller, 1998).

En la experiencia analítica, lo que hace que el inconsciente se vuelva legible es la puntuación. "Es fundamentalmente la puntuación lo que agrega, introduce o desplaza el analista. El psicoanalista agrega al habla una puntuación, y se podría decir que la interpretación analítica es esencialmente un hecho de puntuación (...) lo más importante de la interpretación no es el contenido comunicado por el analista, sino la forma; es decir, la puntuación –que puede ser casi invisible en la palabra– llevada por el analista" (Miller, 1998); así pues, el resorte de la interpretación analítica es del registro de la puntuación agregada a la palabra del paciente.

La interpretación "puede ser un simple sí dicho por el analista, puede ser, para el analista, el simple hecho de gruñir en un momento dado; puede ser la simple repetición de un enunciado del paciente, que corresponde precisamente a la introducción de un efecto de comillas en la palabra del paciente; (...) el analista repite una frase del paciente y por el simple hecho de repetirlo es equivalente a ponerlo entre comillas; hacer una citación, y la interrupción de la sesión –con los analistas que practican las sesiones de tiempo variable– también puede tener valor de puntuación de lo que ha sido dicho" (Miller, 1998); de tal manera que el analista es como un editor de la palabra, no solamente alguien que escucha, sino también alguien que edita.

La tarea del analista en la experiencia analítica es poner al sujeto en la posición de escucharse hablar, y esto es lo mínimo de la puntuación analítica; "la puntuación analítica conduce a un sujeto a escucharse hablar" (Miller 1998). Además, la puntuación es la responsable de que aparezca un sentido distinto, algo nuevo que el analizante no había visto o no había tenido en cuenta. Así pues, "la puntuación finalmente es responsable del inconsciente" (Miller), es decir, la puntuación constituye el inconsciente como algo legible. Si esto es así, se puede pensar que si el inconsciente se vuelve legible, es porque se vuelve un escrito; "cuando el inconsciente se vuelve escrito (...) se constituye como legible" (Miller).

viernes, 10 de febrero de 2012

333. ¿Es la tristeza una enfermedad?

La depresión es un afecto que no es material sino psíquico, un sufrimiento del alma, pero hoy en día, a la menor fatiga, tristeza o pequeña caída existencial se la considera una patología que hay que curar con urgencia (Miller, 2007), y de inmediato se piensa en medicalizarla, tratarla con alguna droga; la reina aquí es la fluoxetina. ¿Quién quiere erradicar médicamente la depresión? La burocracia sanitaria internacional que está al servicio de la industria farmacéutica. Y para apoyar este "tratamiento", están las encuestas: el 95 % de las personas ha padecido anualmente unos seis episodios de tristeza y de pérdida de la estima de sí. No es extraño, entonces, que la OMS prediga que en el 2020, la depresión será la segunda causa de invalidez en el mundo después de las enfermedades cardiovasculares (Miller). Lo que sigue a esto es el aumento en el consumo de antidepresivos y psicotrópicos en todo el planeta.

Entonces, lo que antes era considerado como "un mal momento que había que pasar, una caída anímica, un duelo difícil, es desde ahora en más "una enfermedad"" (Miller, 2007). Además, la propaganda médica, con sus folletos pagados por los laboratorios farmacéuticos, obliga a la gente a interpretar estos sentimientos en el sentido de que son una enfermedad. Detrás de todo esto hay un paradigma, que tiene que ver con la forma como es pensado el hombre contemporáneo: como si fuera una máquina (Miller). Si la máquina no funciona bien, entonces disfunciona, y se debe intervenir urgentemente, respondiendo, a su vez, a la demanda que hace la cultura contemporánea de que el hombre debe ser feliz. Nunca como antes se piensa que el ser humano tiene como única misión en la vida el ser feliz, ¿qué hacer entonces con los sentimientos de tristeza?

Dice Miller (2007) que "la tristeza en inherente a la especie humana. Si es una enfermedad, entonces la humanidad misma es una enfermedad! es muy posible que seamos una infección del planeta. Era por otra parte la idea de Lacan. Desde el origen de los tiempos, nos destruimos a nosotros mismos, y nuestro entorno por añadidura. Si queremos curar esto, entramos en la biotecnología, se va a tratar de producir otra especie, mucho mejor. Una especie asexuada y muda. En ese momento, nos portaremos como es debido!". ¿Se pueden ver las consecuencias de ese paradigma?

Para el psicoanálisis un sujeto se deprime “cuando está enfermo de la verdad. Si uno no quiere deprimirse, hay que asumir la verdad, su verdad” (Miller, 2007). Vivir la vida sin mentir es el antidepresivo más poderoso.

viernes, 3 de febrero de 2012

332. Lo que piensa el psicoanálisis de las terapias comportamentales.

El conductismo inició con Watson, quien partió de la idea de que no hay que ocuparse de la “caja negra”, es decir, de los pensamientos que la gente tiene en la cabeza, sino de lo observable, los comportamientos. A Watson se le suma luego Pavlov y su famoso "condicionamiento operante": un perro babosea frente al alimento, se asocia un timbre a la presentación de su comida, y en un tercer tiempo, bastará con tocar el timbre para que el perro babosee. Luego vendrá Skinner, quien en los años 30 domestica ratas y palomas: “las domestica recompensándolas cuando su comportamiento es el que se espera de ellas. De ahí, pasa a la domesticación humana” (Miller, 2005).

Skinner pensaba que "no nos podemos pagar el lujo de ser libres", por eso escribió una novela titulada Walden Two (1948); se trata de la posibilidad de crear una comunidad basada en las leyes del conductismo, es decir, dirigida por entrenadores y planificadores que tiran de los hilos de sus marionetas desde la más tierna edad (Miller, 2005). La obra de Skinner fue considerada como "siniestra" por el New York Times de esa época. En México existe una localidad, llamada Los Horcones, situada en el Municipio de La Colorada (en el Estado de Sonora), que vive bajo las ideas skinnerianas acerca del conductismo y su ingeniería de la conducta; tiene una población de no más de ¡15 habitantes!

Luego, con Beck, el conductismo, “una pobre vieja cosa” (Miller, 2005) se vistió con el nuevo traje del cognitivismo. Ahora sí se interesaron en esa “caja negra”, pero con el modelo aportado por la informática: el ser humano es equivalente a un computador, al que se le puede programar o desprogramar, y los problemas del sujeto tienen que ver con la transmisión y almacenaje de la información dentro del cerebro, de tal manera que si el sujeto funciona mal, esto se debe a que adquirió una serie de “esquemas maladaptativos tempranos”, los cuales se pueden corregir, es decir, reprogramar. El tratamiento de los pacientes, por tanto, se reduce a un tratamiento de la información y las personas, bajo este modelo, son consideradas como máquinas.

Para saber si el sujeto tiene esos “esquemas”, se hacen entonces encuestas, y con ellas, cálculos, frecuencias, probabilidades, distribuciones, etc. Se extienden las encuestas a poblaciones numerosas por la vía administrativa, y se pasa a ser epidemiólogo (Miller, 20005). El fundamento del cognitivismo es suponer un sujeto transparente a sí mismo, que responde las encuestas o los test que se le aplican donde corresponde, sin ningún obstáculo (Miller). Se trata de nuevo ideal de conocimiento, un conocimiento total; un nuevo ideal de cuantificación de todo lo humano; una “cuantificación enloquecida, que es un puro simulacro del discurso científico” (Miller, 2009), que se extiende por todas partes y busca recubrir todos los aspectos de la vida. ¿Cómo responde el psicoanálisis a este nuevo Otro en el campo de las psicoterapias? El psicoanálisis, que es un tratamiento que consiste en hablar libremente y no en hacer encuestas a los pacientes, que cuestiona “todas las creencias, todos los fines, todas las nociones de beneficio y aún la noción misma de realidad” (Miller), tendrá que reinventarse, sin renunciar a volver legible el goce que prevalece para cada sujeto.

553. Las clínicas de urgencias subjetivas

Las clínicas de urgencias subjetivas son espacios dedicados a atender crisis emocionales o psíquicas desde una perspectiva psicoanalítica la...