Según Freud, la elección de objeto por apuntalamiento caracteriza a la elección de objeto en el hombre, y la elección de objeto narcisista caracteriza al amor de la mujer. Esta es la razón por la que los hombres tienden a amar sobrestimando al objeto sexual, sobrestimación que proviene del narcisismo originario del niño y que da lugar al enamoramiento, en el que se produce un empobrecimiento libidinal del yo que beneficia al objeto. En las mujeres, en cambio, sobreviene un acrecentamiento del narcisismo originario, desfavorable a la conformación de un objeto de amor; en ellas se establece una complacencia consigo mismas que las conduce a amarse, en rigor, sólo a sí mismas. Así pues, su necesidad no se sacia amando, sino siendo amadas, y se prendan del hombre que les colma esa necesidad.
Paradójicamente, son este tipo de mujeres las que poseen el máximo atractivo para los hombres, debido sobretodo a que “el narcisismo de una persona despliega gran atracción sobre aquellas otras que han desistido de la dimensión plena de su narcisismo propio y andan en requerimiento del amor de objeto” (Freud, 1914). Ya vimos cómo, en la fase del espejo, se funda este narcisismo por la identificación del sujeto con la imagen especular, lo que le da al sujeto una «congruencia narcisista», una «imagen de inaccesibilidad», una «posición libidinal tan inexpugnable», que es justamente lo que hace al sujeto atractivo. Precisamente, es porque esa imagen se nos presenta como completa, sin fallas, ideal –Yo ideal–, que es cautivadora, que fascina al sujeto: es el poder de lo imaginario, de la imagen especular, sobre el sujeto, y lo que constituye fundamentalmente la dimensión imaginaria en él. Así pues, el narcisismo se constituye en el momento de la captación por el niño de su imagen en el espejo.
Lo dicho sobre el amor de las mujeres, dice Freud que hay que matizarlo, ya que las hay que aman según el modelo masculino, desplegando la correspondiente sobrestimación sexual, así como las mujeres que son muy narcisistas y que encuentran en el hijo la posibilidad de desplegar un pleno amor de objeto. En términos generales se puede decir que el amor es un fenómeno puramente imaginario, de carácter autoerótico y de una estructura fundamentalmente narcisista, ya que es al propio yo al que uno ama en el amor. El amor involucra una reciprocidad imaginaria, ya que “amar es, esencialmente, desear ser amado” (Lacan, 1991). Es esta reciprocidad entre “amar” y “ser amado” lo que constituye la ilusión del amor. El amor es un fantasma ilusorio de fusión con el amado, y como tal, es engañoso. “Como espejismo especular, el amor es esencialmente engaño” (Lacan, 1991).
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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Psicoanalistas lacanianos: La elección narcisista
ResponderEliminarSe denomina pareja narcisista a aquella donde un miembro de la misma elige al otro sobre el modelo de su propia persona. Se toma de modelo a sí mismo, pero lo hace desde una idealización de su propia imagen. Algunas veces alcanza con identificar la semejanza a algún rasgo o signo privilegiado o predilecto.
http://psicologia-terapias.blogspot.com.ar/2013/12/psicoanalistas-lacanianos-la-eleccion.html#.Uyt3x6h5Pdc