jueves, 28 de agosto de 2014

406. El síntoma es un modo de gozar del inconsciente.

Sabemos del inconsciente por sus efectos en el sujeto que los padece, es decir, por sus formaciones –olvidos, sueños, chistes, síntomas y actos fallidos–. El sujeto es entonces sorprendido por un significante que irrumpe de manera inesperada en lo que dice como hablanteser. De este modo, el lugar del inconsciente no se parece en nada a algo profundo o escondido en algún lugar. Lacan (1974) deshace la idea de que el inconsciente es algo sumergido y profundo, sino que es algo más bien superficial. El inconsciente está en la superficie, en la superficie del discurso del sujeto.

El síntoma es el efecto de la invasión de lo simbólico sobre lo real. Si Lacan ubica al inconsciente en la superficie del discurso del sujeto, es para mostrar que lo simbólico no puede absorber al inconsciente, pues este no se reduce a él. Hay un real en juego en el síntoma, real que se manifiesta allí donde el inconsciente es discontinuidad.

La interpretación analítica debe apuntar a ese real, debe apuntar a una vía que es el reverso de nutrir el síntoma de sentido. En su seminario R.S.I., Lacan (1975) invoca el parentesco que hay entre el sentido y la buena forma, esa buena forma que hace a la Gestalt, esa que tiende a completar la imagen. Lacan indica como el sentido tiende a buscar la «buena forma», de tal manera que, de sentido en sentido, el síntoma se alimenta, y este no es el camino que propone Lacan para tratar el síntoma.

El síntoma, tratamiento de lo real por lo simbólico, sólo puede ceder en y por el equívoco, cuando la intervención del analista consigue romper la esperada y natural «buena forma» que se aloja en el sentido. El equívoco, en lugar de inflar el sentido, hace ruptura. En la Conferencia La Tercera, Lacan (1974) insiste en que la interpretación no es interpretación de sentido, sino juego con el equívoco. El sentido es lo opuesto a lo real.

Es justamente en R.S.I. donde Lacan (1975) va a definir al síntoma como «lo que no marcha en lo real». También aquí Lacan va a definir al síntoma «como la manera en la que cada uno goza del inconsciente en tanto que el inconsciente lo determina». Esta segunda definición nos señala el doble lazo que tiene el síntoma con el goce y con el inconsciente. Lacan lo va a definir como una función: f(x) escribe Lacan, donde «f» es la función de goce real del síntoma, y «x» es, en sus propias palabras, «lo que del inconsciente puede traducirse con una letra», es decir, un S1 aislado en el inconsciente que puede representar al sujeto, pero que, aislado de todo S2, funciona sólo como «Uno», como función de goce del síntoma. Esto va a ser en Lacan solidario de una redefinición del síntoma: es lo que él va a llamar «sinthome». El síntoma, a partir de R.S.I. no es solamente un mensaje, sino un modo de satisfacerse, un modo de gozar.

jueves, 14 de agosto de 2014

405. El nudo borromeo en Freud y Lacan.

Lacan hace uso de la figura topológica del nudo borromeo para traducir la trilogía de sus registros, esos que componen la realidad psíquica de los seres humanos: lo simbólico, lo imaginario y lo real. Se podría decir que es una tercera tópica después de las dos que presenta Freud; la primera es: consciente, preconsciente e inconsciente; la segunda es: superyó, yo y ello. Freud no tenía de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real la noción que Lacan tiene. Sin embargo, él extrajo las tres dimensiones del nudo borromeo del discurso freudiano, con tiempo y paciencia. Él ha comenzado por lo imaginario, a continuación ha masticado la historia de lo simbólico, con la referencia a la lingüística, y ha terminado por sacar ese famoso real bajo la forma misma del nudo. Freud no era lacaniano, pero nada impide suponerle las tres dimensiones del nudo borromeo; en él estas dimensiones están superpuestas una sobre la otra. De cierta manera Freud ha añadido un cuarto redondel, anudando con él los tres registros que se hayan confundidos en su teoría. Este cuarto registro Freud lo llamó «la realidad psíquica».

¿Qué es la realidad psíquica en Freud? Es el complejo de Edipo. El complejo de Edipo está implícito en el nudo y liga las tres instancias de lo simbólico, lo imaginario y lo real, pero las liga al mínimum, dice Lacan (1975). Anudar, es lo que hace lo esencial del complejo de Edipo, y es eso lo que hace posible que el analista haga su operación en el análisis.

Freud omite el anudamiento de lo imaginario, lo simbólico y lo real, pero es por su Nombre-del-Padre, idéntico a lo que él llamó la realidad psíquica, que Freud instaura el lazo de esos tres registros. El Nombre-del-Padre no es nada distinto que este nudo. El Nombre-del-Padre sirve para anudar estas tres consistencias que en un principio son independientes y heterogéneas entre sí. Es lo que ha hecho Freud; es porque lo imaginario, lo simbólico y lo real están todavía disociados en cada sujeto, que le es preciso para anudarlos el Nombre-del-Padre, lo que quiere decir el padre como nombre; y no solo el padre como nombre, sino el padre como nombrante, aquél que le transmite su nombre al sujeto.

En su seminario 22, R.S.I., Lacan (1975) da una definición de lo que es el nudo borromeo, en la sesión del 10 de diciembre de 1974. Dice allí Lacan: “El nudo borromeo consiste estrictamente en que tres es su mínimo. Si se desanudan dos anillos de una cadena, los otros permanecen anudados. En el nudo borromeo, si de tres rompen uno, se liberan los tres; es un hecho de consistencia. El nudo borromeo, el que sea, tiene como límite inferior el número 3. El nudo borromeo siempre llevará la marca de 3. ¿A qué registro pertenece el nudo borromeo? ¿A lo simbólico, a lo imaginario o a lo real? El nudo borromeo en tanto se soporta del número tres, es del registro de lo imaginario. Pues la tríada de lo real, lo simbólico y lo imaginario solo existe por la adición de lo imaginario como tercero. Y es por eso que el espacio en tanto que sensible se encuentra reducido a ese mínimo de tres dimensiones donde se enraíza lo imaginario. (...) Solo hay una manera de dar común medida a estos tres términos, real, simbólico e imaginario: anudarlos en el nudo borromeo.”

viernes, 1 de agosto de 2014

404. Sinthome.

Freud definió el síntoma de dos maneras: la primera es la del sentido, la cual muestra al síntoma como un mensaje cifrado, portador de un sentido, que puede ser develado, es decir, descifrado por la interpretación. La segunda manera de definir el síntoma es la del goce, con la que Freud especifica el síntoma como un modo de satisfacción, una extraña satisfacción, porque va más allá del placer; se trata de una satisfacción en el displacer.

La vía simbólica del síntoma es, entonces, la primera, en la que el síntoma involucra un sentido que ha sido reprimido, por lo que él se le presenta al sujeto como un enigma. Pero como el fantasma fundamental incide sobre el síntoma, como el fantasma y el síntoma se enlazan, el síntoma pasa a ser un efecto especial de significado del Otro; es decir, la pulsión y el inconsciente se conectan, produciéndose una articulación entre sentido y goce. Esta es la vía real del síntoma, en la que sentido y goce se enmarañan y pasan a ser identificados, en una nueva definición de Lacan (1974) de síntoma, como sentido–gozado. Esta definición del síntoma como sentido–gozado sólo se hace posible a partir de la introducción del nudo borromeo en el seminario 22, RSI. El síntoma pasa a ser pensado bajo este modelo como un anudamiento de lo real, lo simbólico y lo imaginario.

El cambio en la definición del síntoma a partir de R.S.I en Lacan (1974), se puede describir también como el cambio del síntoma como metáfora, al síntoma como función, es decir, como «sinthome», cuarto redondel del nudo borromeo. El síntoma como metáfora contenía en sí mismo la posibilidad de su curación. La metáfora, en efecto, así como se hizo también puede deshacerse. Pero a partir de RSI, hay un desplazamiento hacia lo real del concepto de síntoma, en el que Lacan pasa a definir el síntoma como «la manera en la que cada uno goza del inconsciente en tanto que el inconsciente lo determina», quedando así anudados, a partir de ahora, goce e inconsciente, y destacándose también, la función de goce del síntoma.

548. La lógica del fantasma: el «fantasma fundamental»

El décimo cuarto seminario de Lacan se titula La lógica del fantasma, un título que puede parecer paradójico o discordante, ya que el fantas...