Cuando Lacan afirma que "el cuerpo le pesa al sujeto", se refiere a la idea de que el sujeto experimenta su cuerpo como algo problemático, como una carga que, en cierto sentido, le es ajena. Esta expresión no es una cita literal de Lacan, sino una formulación derivada de su pensamiento sobre la relación entre el sujeto y su cuerpo. Surge de sus seminarios y escritos, en los que aborda temas como el cuerpo, el goce y la alienación del sujeto en relación con el lenguaje y el significante (Seminario XX: Aún (1972-1973) y El estadio del espejo, en los Escritos).
Para Lacan, el sujeto se constituye en y por el lenguaje, pero este proceso de simbolización -es decir, la entrada en el lenguaje- lo aliena y lo separa de su cuerpo. En consecuencia, el cuerpo nunca puede ser plenamente captado o expresado por el lenguaje, ya que siempre hay una dimensión de la experiencia corporal que escapa al registro simbólico. Esta escisión genera una sensación de extrañeza, como si el cuerpo no fuera completamente propio, como si estuviera de algún modo separado del sujeto.
El cuerpo, entonces, no se reduce al organismo biológico; también está atravesado por lo simbólico -el lenguaje que nos permite representarlo- y por lo imaginario -la imagen que el sujeto se hace de sí mismo, a partir de su reflejo en el espejo o de su semejante-. El organismo es lo real; el lenguaje, lo simbólico; y la imagen, lo imaginario. Estos tres registros, que conforman la estructura psíquica del sujeto, se entrelazan en lo que Lacan denomina el nudo borromeo. La relación del sujeto con su cuerpo está marcada por la tensión entre estos registros, especialmente entre lo simbólico y lo real, donde el cuerpo se presenta como algo que no puede ser completamente apropiado por el sujeto.
Así, el cuerpo no es solo un organismo, sino una entidad mediada por significantes -palabras, símbolos- que impiden al sujeto vivirlo de forma directa. Es como si el lenguaje lo separara del organismo. El cuerpo se convierte en una entidad fragmentada y alienada, una fuente de goce y de deseo que escapa al control consciente del sujeto. Por ello, el cuerpo se experimenta como algo externo, que desborda lo simbólico.
El cuerpo es el lugar donde se experimenta el goce, es decir, la satisfacción pulsional. La pulsión tiene su origen en las zonas erógenas del cuerpo, pero el goce no es un placer simple o directo, sino una satisfacción excesiva, muchas veces dolorosa o desbordante, que el sujeto no puede controlar ni comprender del todo. Este goce corporal "pesa" porque genera una tensión con el orden simbólico y con las normas sociales. El cuerpo se convierte en una fuente de impulsos difíciles de integrar en la vida simbólica y consciente del sujeto, provocando sensaciones de extrañeza e incomodidad: «¿Qué le pasa a mi cuerpo?, ¿este cuerpo es mío?, ¿por qué no me responde?»
Lacan desarrolla su teoría del estadio del espejo como un momento clave en la formación del Yo. En este estadio, el infante se reconoce por primera vez al ver su imagen reflejada y se identifica con ella como una unidad. Sin embargo, esta identificación es ilusoria, ya que antes de ese momento el infante vive su cuerpo como fragmentado, como un conjunto de partes inconexas, debido a su inmadurez motriz. Esta experiencia de fragmentación corporal no desaparece por completo: incluso en la adultez, el sujeto sigue sintiendo que su cuerpo debe ser "manejable" pero nunca completamente dominado. Por eso, su cuerpo le pesa, como si estuviera embarazado de él.
Desde esta perspectiva, el cuerpo se percibe como una carga, ya que el sujeto nunca tiene un control total sobre él. Es un cuerpo atravesado por las pulsiones y el goce -una satisfacción pulsional que no obedece a las leyes del lenguaje ni a la razón-, lo que obliga al sujeto a experimentar deseos y satisfacciones -plus de goce- que muchas veces van en contra de su voluntad consciente o de las normas culturales (p. ej. beber y/o comer en exceso). Además, el cuerpo envejece, se enferma y se deteriora, y el sujeto experimenta estos procesos como algo que le sucede, sin poder evitarlos. Esto refuerza la sensación de que el cuerpo es una carga que debe soportar.
El sujeto, en la teoría lacaniana, no es un individuo unificado y autoconsciente como en la tradición cartesiana del "pienso, luego existo". Es un sujeto escindido, dividido, en falta, producto de la irrupción del lenguaje sobre el organismo. En este esquema, el cuerpo aparece como algo separado de la experiencia consciente: el cuerpo como organismo es el lugar de lo real, aquello que escapa al lenguaje y no puede ser plenamente simbolizado. Este cuerpo-real está fuera del control del sujeto, y esa separación genera la sensación de que el cuerpo es algo extraño, una carga que debe llevar sin poder dominarla, marcada por la alienación simbólica y la irrupción del goce real.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
jueves, 3 de julio de 2025
556. ¿Qué es el cuerpo para el psicoanálisis?
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