Cuando se habla de amor en el psicoanálisis -que es de lo que habla
permanentemente el psicoanálisis-, muchos se preguntan si el amor
existe; muchos llegan a la conclusión de que para el psicoanálisis el
amor no existe. No, al contrario, para el psicoanálisis, que tiene toda
una teoría sobre las lógicas de la vida amorosa que acompañan al sujeto
en el momento de elegir a alguien de quien se enamora, para el
psicoanálisis, decía, el amor sí existe, solo que tiene un carácter
fundamentalmente imaginario, es decir, subjetivo y engañoso.
En
efecto, el amor es un fenómeno puramente imaginario, ya que involucra a
la imagen propia -la que el sujeto se hace de sí mismo en la fase del
espejo- y la imagen del otro, el otro sujeto del que se enamora el
sujeto. Y es engañoso porque tiene un carácter autoerótico y narcisista,
ya que es al propio yo al que uno ama en el amor, es decir, que el
sujeto no ama exactamente al otro, sino que se ama a sí mismo en el
otro. El amor involucra una reciprocidad imaginaria, ya que “amar es,
esencialmente, desear ser amado” (Lacan, 1991).
Así pues, el amor
existe, pero no es algo objetivo; es una experiencia subjetiva que
involucra una pasión del ser. Lacan indica que son tres las pasiones del
ser: la ignorancia, el odio y el amor. Con el amor es claro que es una
de las formas que tiene el sujeto para hacerse al ser, para “agarrar”
el ser que le falta al sujeto. Para el psicoanálisis el amor es una
respuesta a la falta en ser del sujeto, falta que se constituye en él
por hablar, por hacer uso del lenguaje. Por habitar el lenguaje, el
sujeto sólo aparece como representado, es decir que el sujeto no es más
que una pura y simple representación. Si el sujeto se pregunta «¿quien
soy yo?», sólo podrá responder a esta pregunta en términos de saber, y
no en términos de ser, lo que significa que falta el ser del sujeto. La
introducción del lenguaje en el sujeto produce entonces una pérdida de
ser que se observa en la búsqueda del sujeto, durante toda su vida, de
llegar a ser alguien en la vida, cosa que no se observa en los animales:
no se ve a las gallinas queriendo ser pavos reales. El amor surge,
entonces, como una de las respuestas posibles a la falta de ser del
sujeto.
Los seres humanos aman en la medida en que son seres en
falta, de tal manera que se ama para «hacerse al ser», para tener un
ser, para alcanzar el ser, para llegar a ser alguien en la vida; ser
amado por alguien le da la sujeto un motivo para existir, para ser.
Cuando alguien dice de un sujeto "tu eres el amor de mi vida", el sujeto
que recibe el mensaje adquiere un "ser": "soy el amor de tu vida". El
sujeto ya sabe quién es y además su existencia adquiere sentido. Esta
reciprocidad entre “amar” y “ser amado” es lo que constituye la ilusión
del amor. El amor es un fantasma ilusorio de fusión con el amado, y como
tal, es engañoso. “Como espejismo especular, el amor es esencialmente
engaño” (Lacan, 1991).
Por lo anterior es que se puede decir que
el amor "es en muchos casos una invención feliz que nos permite soportar
la existencia" (Dessal, 2016),
es decir que se constituye en un refugio importante, "un refugio frente
al desamparo al que todos estamos expuestos" (Dessal).
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
viernes, 7 de diciembre de 2018
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