479. ¿Existe el amor?

Cuando se habla de amor en el psicoanálisis -que es de lo que habla permanentemente el psicoanálisis-, muchos se preguntan si el amor existe; muchos llegan a la conclusión de que para el psicoanálisis el amor no existe. No, al contrario, para el psicoanálisis, que tiene toda una teoría sobre las lógicas de la vida amorosa que acompañan al sujeto en el momento de elegir a alguien de quien se enamora, para el psicoanálisis, decía, el amor sí existe, solo que tiene un carácter fundamentalmente imaginario, es decir, subjetivo y engañoso.

En efecto, el amor es un fenómeno puramente imaginario, ya que involucra a la imagen propia -la que el sujeto se hace de sí mismo en la fase del espejo- y la imagen del otro, el otro sujeto del que se enamora el sujeto. Y es engañoso porque tiene un carácter autoerótico y narcisista, ya que es al propio yo al que uno ama en el amor, es decir, que el sujeto no ama exactamente al otro, sino que se ama a sí mismo en el otro. El amor involucra una reciprocidad imaginaria, ya que “amar es, esencialmente, desear ser amado” (Lacan, 1991).

Así pues, el amor existe, pero no es algo objetivo; es una experiencia subjetiva que involucra una pasión del ser. Lacan indica que son tres las pasiones del ser: la ignorancia, el odio y el amor. Con el amor es claro que  es una de las formas que tiene el sujeto para hacerse al ser, para “agarrar” el ser que le falta al sujeto. Para el psicoanálisis el amor es una respuesta a la falta en ser del sujeto, falta que se constituye en él por hablar, por hacer uso del lenguaje. Por habitar el lenguaje, el sujeto sólo aparece como representado, es decir que el sujeto no es más que una pura y simple representación. Si el sujeto se pregunta «¿quien soy yo?», sólo podrá responder a esta pregunta en términos de saber, y no en términos de ser, lo que significa que falta el ser del sujeto. La introducción del lenguaje en el sujeto produce entonces una pérdida de ser que se observa en la búsqueda del sujeto, durante toda su vida, de llegar a ser alguien en la vida, cosa que no se observa en los animales: no se ve a las gallinas queriendo ser pavos reales. El amor surge, entonces, como una de las respuestas posibles a la falta de ser del sujeto.

Los seres humanos aman en la medida en que son seres en falta, de tal manera que se ama para «hacerse al ser», para tener un ser, para alcanzar el ser, para llegar a ser alguien en la vida; ser amado por alguien le da la sujeto un motivo para existir, para ser. Cuando alguien dice de un sujeto "tu eres el amor de mi vida", el sujeto que recibe el mensaje adquiere un "ser": "soy el amor de tu vida". El sujeto ya sabe quién es y además su existencia adquiere sentido. Esta reciprocidad entre “amar” y “ser amado” es lo que constituye la ilusión del amor. El amor es un fantasma ilusorio de fusión con el amado, y como tal, es engañoso. “Como espejismo especular, el amor es esencialmente engaño” (Lacan, 1991).

Por lo anterior es que se puede decir que el amor "es en muchos casos una invención feliz que nos permite soportar la existencia" (Dessal, 2016), es decir que se constituye en un refugio importante, "un refugio frente al desamparo al que todos estamos expuestos" (Dessal).

Comentarios

Entradas populares