534. El sujeto no sabe lo que dice

"No saber lo que se dice" es la posición natural de todo sujeto, y al mismo tiempo, eso es el inconsciente. Cuando un paciente se queja de que nadie lo entiende, en realidad, quien no se entiende es el propio sujeto. Por eso se le invita a asociar libremente con la consigna "¿Qué quiere decir usted con eso?". Lo que el dispositivo analítico busca es que el paciente escuche lo que dice y tome consciencia de lo que realmente quiere expresar. La escucha analítica va acompañada de la interpretación, que en esencia significa: "Te digo que has expresado algo diferente de lo que querías decir" (Miller, 2021).

Desde los albores del psicoanálisis, se enseña que el sujeto no sabe completamente lo que dice; siempre hay un exceso en su expresión. El sujeto no tiene control absoluto sobre su pensamiento, lo que le cuesta reconocer: que él no es el soberano absoluto de su propio ser, que hay un "Otro" dentro de él que lo gobierna. Este "Otro" se revela cada vez que ocurre un lapsus; el sujeto quiere decir una cosa y termina diciendo otra, como decir "mi madre" en lugar de "mi mujer". "El Otro dice algo distinto a lo que yo quería expresar; el Otro es más poderoso que yo. ¿Cómo es esto posible? En el interior de cada uno de nosotros reside un "Otro" (por eso Lacan lo escribe con mayúscula) más influyente, que actúa sobre el sujeto y a pesar del sujeto. Este "Otro" es la otra escena de la que hablaba Freud; Lacan lo llamó el "sujeto del inconsciente."

En análisis, el sujeto puede expresar todas sus ideas sin asumir plenamente la responsabilidad de lo que dice. Puede hablar de odios, deseos, temores y pensamientos en los que no se reconoce y que rechaza, tratando de disociarse de ellos: "No estoy ahí, soy inocente, no soy yo". Sin embargo, el análisis no se limita a producir declaraciones de las cuales el sujeto no se hace cargo; esos enunciados son relevantes para él, aunque no lo reconozca de inmediato. Este es el "sujeto del inconsciente", aquel que eventualmente, durante el proceso terapéutico, llega a reconocerse en lo que dice, incluyendo sus odios, temores y deseos.

"Creemos saber lo que estamos diciendo, pero no tenemos ni idea" (Dessal, 2015). La noción de que "el sujeto no sabe lo que dice" está en consonancia con lo que nos enseña el psicoanálisis al introducir el concepto del inconsciente: que existen una serie de procesos que están más allá de nuestro control consciente. Estos procesos incluyen deseos, pensamientos y emociones sobre los cuales no tenemos control. Por lo tanto, el inconsciente organiza nuestra experiencia y define quiénes somos. La afirmación de que "el sujeto no sabe lo que dice" se refiere al hecho de que, al hablar o comunicarnos, no siempre somos conscientes de las implicaciones completas de nuestras palabras; es decir, a menudo decimos más o menos de lo que queremos, o cometemos errores al hablar (lapsus). Por lo tanto, nuestras expresiones verbales revelan deseos, conflictos y pensamientos inconscientes que operan en un nivel oculto para nosotros mismos.

En resumen, "el sujeto no sabe lo que dice" porque nuestras palabras son el resultado de procesos inconscientes que ocultan nuestros deseos y conflictos internos. Esto concuerda con la afirmación de Freud de que el sujeto no es el dueño y señor absoluto de su propia casa, es decir, de su psiquismo, lo que constituye una herida narcisista significativa. A menudo, el sujeto tiende a considerarse como el gobernante consciente de sus pensamientos y percepciones internas, lo que le permitiría tomar decisiones que estén en línea con sus deseos; sin embargo, esta creencia es un error. "El hombre no es dueño en su propia casa; y seguramente lo mejor que podría hacer sería ocuparse en conseguir su emancipación de ese señorío extraño" (Freud, 1927).

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