En el segundo tiempo del Edipo, se produce una oscilación en la madre,
oscilación en la que ese niño, si bien es algo maravilloso para ella, el
niño ya no la satisface tanto, no la completa tanto (Arroyave, 2007).
Ella entonces se muestra como necesitando de alguna otra cosa: quiere
salir con las amigas, quiere acostarse con su marido, volver a la
universidad, regresar al trabajo, ir al club a jugar poker o ir a ver
una película, etc. Quiere entonces que nadie la moleste y que otro se
encargue de su hijo; está cansada de atenderlo, de cuidarlo y entonces
oscila: oscila entre quedarse con el niño, o salir con su marido a
cenar, etc. Este momento es crucial para la constitución subjetiva del
niño, ya que "la madre empieza a desear otras cosas y el niño ya no es
tan objeto maravilloso para ella" (Arroyave), de tal manera que la madre
también se muestra ¡como mujer! Esto es fundamental en este segundo
tiempo del Edipo: que la madre se muestre deseante, en falta,
insatisfecha, castrada, es decir, que se muestre como mujer; que no se reduzca a ser sólo madre, sino que también sea mujer. Gracias a esto, el
niño se va a poder "destetar", va a dejar de estar alienado al deseo de
la madre, va a dejar de ser ese objeto maravilloso -va a dejar de ser
el falo para la madre-, lo que le va a permitir a él "correrse de ese
lugar, ya no está tan identificado en ese lugar de objeto maravilloso
que completa a la madre, y se corre de ese lugar" (Arroyave).
En esa oscilación que hace la madre, entre si su hijo es su objeto
maravilloso o que no lo es tanto, no la satisface tanto, el niño va a
encontrar un juego que representa ese movimiento oscilatorio de su
madre: el juego del fort-da. En este juego, tal y como lo formaliza
Freud, el niño tiene un carretel de madera atado a un hilo, y con gran
destreza, el niño arroja el carretel, al que sostiene con el hilo, tras
la baranda de su cuna; el carretel se pierde y el niño pronuncia
"o-o-o", que significaba "fort" (en alemán), y que se traduce como "se
fue". Después el niño, halando el hilo atado al carretel, vuelve a traer
el carretel a la cuna, y dice "Da", es decir, "acá está". Es pues un
juego en el que el niño juega a desaparecer y aparecer el carretel
(Freud, 1976).
Con este juego, el niño representa con sus acciones esa pérdida de
objeto que es él mismo en realidad: él ha dejado de ser el objeto
maravillosos para su madre, ya no la satisface completamente; "los
objetos finalmente pueden perderse y entonces empieza un juego de
identificaciones con los objetos que pueden perderse" (Arroyave, 2007).
El juego también tiene que ver con la presencia y ausencia de la madre;
él simboliza, representa la ausencia de la madre a través de este juego,
y de cierta manera elabora esa pérdida, que es doble: la pérdida de la
madre -que ahora se muestra como mujer-, y la perdida del objeto
maravilloso que él fué -deja de ser el falo-. Esto le va a permitir al
niño su constitución como sujeto: deja de ser objeto y pasa a ser un
sujeto.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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