"Para Lacan la sexuación se definía por una identificación con el falo,
de dos formas: o bien tener el falo, o bien ser el falo" (Brodsky,
2004). Así pues, los hombres se ubican mejor del lado de quienes tienen
el falo; es una muy mala posición para ellos estar del lado de quien es
el falo. Para las mujeres es una mala solución estar del lado de tener
el falo; "le da mucho más resultado ser el falo" (Brodsky). El hombre
que es el falo, se feminiza, y la mujer que tiene el falo, se
masculiniza. Por tanto, "llamamos hombre o mujer a dos maneras de
inscribirse en relación con el predicado fálico -que da por consecuencia
dos estilos de goce-" (Brodsky).
Del lado masculino de las fórmulas de la sexuación, independientemente
del sexo biológico y de las identificaciones imaginarias, el hombre es
aquel que tiene el falo, lo cual lo deja mal parado: él lo tiene y por
lo tanto lo puede perder. El paradigma de esta situación es el hombre
soltero: aquel que está casado con el falo. Lacan va a llamar a esta
relación del sujeto con su falo "el goce del idiota", es decir, el goce
masturbatorio, ese goce que está siempre al alcance de la mano (Brodsky,
2004). Es un goce que no requiere de mucho esfuerzo: no hay que
pagarlo, no requiere de mucho trabajo, no hay que salir de la casa, ni
cambiarse, ni peinarse, ni vestirse, etc.; el esfuerzo es mínimo. Se
trata de un goce solitario, "del cual un hombre puede extraer -es
totalmente frecuente- más satisfacción que de cualquier encuentro homo o
heterosexual" (Brodsky).
Para que el hombre salga de este goce autoerótico, hay que prohibirlo,
porque si no, el gran masturbador prescinde del Otro, el Otro no le
interesa para nada (ética cínica). El hombre va a contar con el Otro,
cuando sale a buscar el objeto a, el objeto causa de su deseo, el
cual está en el campo de la mujer; por esta razón "el hombre nunca goza
de la mujer, sino de una parte de su cuerpo" (Lacan, citado por
Brodsky, 2004). Esto es decisivo en el encuentro con la mujer: es a
partir de ese objeto a, de eso que se recorta del cuerpo de la
mujer, que se hace posible el encuentro del hombre con una mujer. Es por
esto que la mujer a veces siente que es tomada como un objeto, pero es
lo mejor que le puede pasar: "porque si no la toman como objeto, no la
toman por nada" (Brodsky). La posición más digna para la sexualidad
masculina es la de pasar por el objeto pulsional, extraído del cuerpo de
la mujer; el problema es que, siempre que se dispara el deseo por una
parte de la mujer, el goce termina siendo goce del órgano. El hombre
"nunca goza de la mujer, goza de su propio órgano, es lo que define la
sexualidad masculina" (Brodsky).
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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