Hacerse una idea de lo que es el objeto a puede tener su
dificultad, ya que se trata de un concepto de difícil aprehensión, muy
abstracto, una ficción lacaniana. De él se puede decir que hace parte
del cuerpo, pero no es especularizable. “El término a nos aparecerá mucho menos emparentado con el dominio de lo imaginario. Lo imaginario que se engancha se acumula ahí, el objeto a es de otro estatuto” (Lacan, seminario XIV). Si un sujeto se va a buscar su objeto a en la especularidad de la imagen en el espejo, su cuerpo como totalidad aparecerá allí reflejado, excepto el objeto a. Al cuerpo como completud imaginaria le faltará el a. El objeto a es
un valor lógico que resulta, dice Lacan, de una operación de estructura
lógica, efectuada no sobre lo viviente mismo, no sobre el cuerpo del
sujeto. Es una entidad que del cuerpo no es aprehendida pero que sin
embargo se presta a una operación, a una separación de carácter lógico, y
que Lacan intentará determinar en el Seminario XIV.
“Es el seno,
el escíbalo, la mirada, la voz, estas piezas separables, sin embargo
profundamente religadas al cuerpo, he ahí de lo que se trata en el
objeto a”. Se podría decir que el objeto a se encuentra entre el sujeto y el Otro. El objeto a,
en un primer momento, es del Otro, lo aporta el Otro. El sujeto se lo
amputa al Otro, en tanto que se trata de un objeto que del Otro se puede
separar. En un segundo momento, el objeto a se lo encuentra en medio del sujeto y del Otro. Lacan dirá que para hacer el a hace
falta lo “listo para proveerlo”, lo “listo para llevar”
(prêt-à-porter). Es un objeto que el Otro provee y que el sujeto se
lleva consigo; un objeto que está como servido sobre la mesa y que el
sujeto no tiene más que hacer que alcanzarlo con sus manos,
embolsillárselo.
Para que el sujeto pueda hacer el fantasma hace
falta lo “listo para llevarlo” (Lacan, seminario XIV). Hecho el
fantasma, el sujeto puede emplearlo para hacer uso del objeto a,
gozar de él, con el fin de recuperar el goce perdido que dicho objeto
encarna. Por ejemplo, supongamos que el Otro presenta lo “listo para
llevar” de la siguiente manera, el Otro se presenta así: “te manipulo”.
El sujeto que está “listo para llevarlo” toma esto en su fantasma así:
“soy manipulado”. Este no es un buen ejemplo de lo que es un fantasma
fundamental, pero así funciona la lógica del fantasma. El Otro se puede
presentar de muchas otras formas, pero lo sustancial aquí es que el
objeto a es esencial a la estructura del fantasma y a su lógica. El objeto a es
estructurante del fantasma fundamental del sujeto, o sea aquello de lo
que depende la posición subjetiva del sujeto y la manera de hacerse a un
goce particular, su plus de goce: hacerse manipular, hacerse maltratar,
hacerse pegar, etc.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
viernes, 20 de febrero de 2015
lunes, 9 de febrero de 2015
418. Fantasma fundamental.
El fantasma fundamental es en la teoría psicoanalítica la manera como el
sujeto se las arregla con el goce, es decir, cómo se las arregla con su
particular manera de hacerse a una satisfacción sexual, asunto este que
es fundamental en la vida de cada ser humano. Para decirlo de otra
manera, se trata, con el fantasma fundamental, de la forma como un
sujeto se la va a pasar, en el transcurso de su vida, tratando de
recuperar el goce que se pierde por su ingreso en lo simbólico. Para
todo hablanteser el goce esta radicalmente perdido; por hablar ya
estamos en falta.
Ese intento de recuperación del goce perdido por parte del sujeto, inaugura una repetición, sobretodo y en tanto que dicha repetición es un intento fallido: el intento por recuperar ese goce fracasa cada vez, fracasa siempre que se lo busca. Hay algo radicalmente perdido, por eso se repite una y otra vez esa experiencia de goce. El goce es aquí un imposible a recuperar y por lo tanto un real. Allí donde hallamos una repetición, algo que insiste en la vida de un sujeto, algo que no puede dejar de hacer (fumar, beber, pelear, comer en exceso, etc.), hay en juego un objeto, un objeto del que podemos decir que encarna la dimensión del goce del sujeto. Esto significa que en ese objeto se condensa dicho goce, por eso la escritura del fantasma fundamental es $ <> a.
El fantasma fundamental reúne en su fórmula dos términos que son heterogéneos. El fantasma es el resultado de la relación que esos dos términos, el sujeto y el objeto a, pueden llegar a tener. Son términos heterogéneos debido a la pertenencia de cada uno a dimensiones diferentes: el sujeto es de lo simbólico y el objeto tiene una dimensión real. La $ tachada o barrada representa la división del sujeto, división que habla de ese descubrimiento freudiano primordial: el inconsciente. El inconsciente divide al sujeto, lo “descompleta”, cada vez que aparece un síntoma sin saber su causa, o dice una barbaridad (un equívoco, un lapsus), u olvida algo que lo tiene “en la punta de la lengua”. El sujeto, lo sabemos, es el sujeto del inconsciente, es el sujeto engendrado por el significante. Si hay sujeto es a partir de que manipulamos significantes.
De lo que se trata en el fantasma fundamental es de lo siguiente: ver si ese sujeto barrado tiene un lazo, una conexión con esa otra cosa que se llama el objeto a; pero ¿Qué es el objeto a? Dice Lacan en su Seminario XIV: “a es un objeto del que extraigo la lógica del fantasma, que consistirá en determinar el estatuto de una relación lógica”. Entonces el estatuto lógico del fantasma está dado por el objeto a; el objeto a funda la lógica del fantasma.
Ese intento de recuperación del goce perdido por parte del sujeto, inaugura una repetición, sobretodo y en tanto que dicha repetición es un intento fallido: el intento por recuperar ese goce fracasa cada vez, fracasa siempre que se lo busca. Hay algo radicalmente perdido, por eso se repite una y otra vez esa experiencia de goce. El goce es aquí un imposible a recuperar y por lo tanto un real. Allí donde hallamos una repetición, algo que insiste en la vida de un sujeto, algo que no puede dejar de hacer (fumar, beber, pelear, comer en exceso, etc.), hay en juego un objeto, un objeto del que podemos decir que encarna la dimensión del goce del sujeto. Esto significa que en ese objeto se condensa dicho goce, por eso la escritura del fantasma fundamental es $ <> a.
El fantasma fundamental reúne en su fórmula dos términos que son heterogéneos. El fantasma es el resultado de la relación que esos dos términos, el sujeto y el objeto a, pueden llegar a tener. Son términos heterogéneos debido a la pertenencia de cada uno a dimensiones diferentes: el sujeto es de lo simbólico y el objeto tiene una dimensión real. La $ tachada o barrada representa la división del sujeto, división que habla de ese descubrimiento freudiano primordial: el inconsciente. El inconsciente divide al sujeto, lo “descompleta”, cada vez que aparece un síntoma sin saber su causa, o dice una barbaridad (un equívoco, un lapsus), u olvida algo que lo tiene “en la punta de la lengua”. El sujeto, lo sabemos, es el sujeto del inconsciente, es el sujeto engendrado por el significante. Si hay sujeto es a partir de que manipulamos significantes.
De lo que se trata en el fantasma fundamental es de lo siguiente: ver si ese sujeto barrado tiene un lazo, una conexión con esa otra cosa que se llama el objeto a; pero ¿Qué es el objeto a? Dice Lacan en su Seminario XIV: “a es un objeto del que extraigo la lógica del fantasma, que consistirá en determinar el estatuto de una relación lógica”. Entonces el estatuto lógico del fantasma está dado por el objeto a; el objeto a funda la lógica del fantasma.
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