viernes, 20 de noviembre de 2015

438. «La locura es consustancial a la condición humana»

¿Por qué los sujetos están todos locos? Porque cada sujeto tiene sus singularidades, y estas estorban, fastidian o molestan a los demás. Esa singularidad es el modo como cada sujeto alcanza la satisfacción de sus pulsiones sexuales -esos peculiares "gustos" que encuentran los sujetos en ciertas actividades y que pueden llegar a parecer bastante extrañas a otros, y que van, por ejemplo, desde comerse las uñas, hasta torturar animales; desde pelearse con la pareja cada fin de semana, hasta maltratar a los padres; desde tomarse unos tragos diariamente, hasta tener relaciones sexuales riegosas con desconocidos; desde lavarse las manos cada vez que se saluda, hasta elegir como pareja a un abusador o a un mantenido; etc., etc., etc.-; esta extraña satisfación que los sujetos encuentran en el malestar -lo que el psicoanálisis llama «goce»- es un asunto bastante amplio en posibilidades y mortífero para el sujeto. Esto porque el sujeto, el sujeto neurótico, alienado al inconsciente que lo determina, que condiciona su vida, lo hace la mayoría de las veces en contra de su bienestar (Dessal, 2015) -lo que el psicoanálisis denomina «pulsión de muerte»-.

Si bien "la locura es consustancial a la condición humana" (Dessal, 2015), hay un tipo de locura que, siendo también singular, es la locura del psicótico; "todos locos", sí, pero dentro de ese universal hay el loco de verdad. Para Lacan la locura fue su primera escuela, y gracias a ella, pudo postular una concepción inédita del lenguaje: él rompe "la unión ilusoria entre el significante y el significado" (Dessal, 2015), separarando la materialidad fónica del significante, del significado. Esto significa que cada sujeto tiene una significación personal de lo que escucha, es decir, "que el significado es variable, y depende del sujeto que pronuncia la palabra, ya sea como emisor o como receptor" (Dessal).

"Esa independencia del significado respecto del significante (la diversidad material según las distintas lenguas), es la propiedad mágica y maldita del lenguaje humano: la posibilidad de que una palabra pueda significar otra cosa, más allá de su sentido inmediato" (Dessal, 2015). Esto es lo que hace que cada sujeto sea siempre un poco loco, porque fabrica significados permanentemente cada vez que habla, "sin saber en verdad lo que está diciendo" (Dessal).

En efecto, el psicoanálisis enseña "que nadie sabe lo que está diciendo cuando habla" (Dessal, 2015), que hay un sinsentido en todo lo que decimos y un malentendido permanente en la comunicación. Es lo que nos muestra la regla del método psicoanalítico, la asociación libre, que le solicita al sujeto decir todas sus ocurrencias sin censurarlas; esto conduce al sujeto “irremediablemente a su locura personal, a enredarse los pies diciendo cosas que no quería decir, que no pensaba decir, que no sospechaba que podría llegar a decir” (Dessal). Así pues, si todos estamos locos, es " porque no existe la realidad, en el sentido universal del concepto, sino la ficción en la que cada uno vive, y que está fabricada por el significado personal que le damos a las palabras. La cosa se complica mucho cuando es preciso añadir que en verdad nadie sabe cuál es ese significado. Creemos saber lo que estamos diciendo, pero no tenemos ni idea" (Dessal).

viernes, 6 de noviembre de 2015

437. ¿Cómo se forma un psicoanalista?

"Un diploma no autoriza a un analista. Mucho menos un diploma en psicología" (Pérez, 2015). El problema es que muchos egresados de los programas de psicología se autorizan como analistas, o hacen uso del dispositivo analítico como una herramienta más de intervención, o van a terapia durante un mes y ya se creen autorizados a psicoanalizar a otros, o hacen uso de un diván sin conocer el sentido de este mueble: ¡tener un diván en el consultorio no los hace psicoanalistas! Un diploma de pregrado o posgrado tampoco hace al psicoanalista, como si sucede con otras profesiones, como la psicología, el derecho, la medicina, etc. También existen profesiones que no requieren de títulos, pero si bien el psicoanálisis no requiere de uno, si demanda un gran compromiso y esfuerzo, sobre todo a nivel ético. Si bien "el psicoanálisis no es una psicología" (Pérez, 2015), tampoco es una filosofía o una ontología, aunque, paradójicamente, el psicoanálisis también aborda temas relacionados con estos discursos. Lo anterior no significa tampoco que el psicoanálisis no haga parte del campo "psi"; es más, el psicoanálisis es fundador de ese campo del conocimiento interesado en estudiar el psiquismo y el comportamiento del ser humano.

¿Qué es entonces el psicoanálisis? El psicoanálisis es una práctica clínica que busca tratar el sufrimiento del sujeto atravesado por sus síntomas; su herramienta de trabajo es la palabra del sujeto (Pérez, 2015). El psicoanálisis también es un método de investigación y un saber teórico formalizado sobre la condición humana. ¿Cómo se forma entonces un psicoanalista? Un analista es producto de su propio análisis, es decir, un psicoanalista se forma en un proceso de análisis personal con otro psicoanalista, un proceso que suele ser largo y dispendioso; al psicoanalista también lo forma el estudio de la clínica y la teoría psicoanalítica, y el control o supervisión que hace de sus casos una vez se autoriza a atender sus propios pacientes. Estos son los tres pilares de la formación de un psicoanalista: su análisis, sus estudios y la supervisión. La formación del psicoanalista se parece a la del músico: ¡es para toda la vida!

El psicoanálisis es una terapéutica distinta de las demás, así pues, el analista no hace sugestión ni da consejos. Freud rechaza las técnicas de la hipnosis porque se da cuenta que dirigiéndose al Yo, el psicoanalista no puede hacer otra cosa que sugestión. ¿Y los consejos, desde dónde se dan? Pues desde el saber del sujeto, sus experiencias, sus prejuicios e incluso desde las estadísticas que dan los estudios "científicos", es decir, se dan desde lo que denomina el psicoanálisis, el fantasma del sujeto. Para dar consejos, ni siquiera se necesita estudiar psicología. Si un psicólogo se dedica en su práctica a aconsejar o a dirigir la conciencia de sus pacientes, ha perdido su tiempo estudiando, porque esto es lo que hace una madre con sus hijos: aconsejarlos, indicarles el "buen camino". Un terapeuta no debe comportarse como un padre u un buen amigo, porque si así lo hace, está interviniendo desde su propio fantasma, esa Otra escena que guía sus decisiones y su destino; el fantasma es, en otras palabras, la manera como el sujeto ve e interpreta el mundo que le rodea, con sus prejuicios, esquemas mentales y paradigmas adquiridos en la educación recibida, lo que se denomina vulgarmente «psicología del sentido común». Es por esto que un analista, "debe "olvidar lo que sabe": tiene la obligación de olvidarlo" (Pérez, 2015) ¡y hacerse psicoanalizar!

553. Las clínicas de urgencias subjetivas

Las clínicas de urgencias subjetivas son espacios dedicados a atender crisis emocionales o psíquicas desde una perspectiva psicoanalítica la...