¿Por qué los sujetos están todos locos? Porque cada sujeto tiene sus
singularidades, y estas estorban, fastidian o molestan a los demás. Esa
singularidad es el modo como cada sujeto alcanza la satisfacción de sus
pulsiones sexuales -esos peculiares "gustos" que encuentran los sujetos
en ciertas actividades y que pueden llegar a parecer bastante extrañas a
otros, y que van, por ejemplo, desde comerse las uñas, hasta torturar
animales; desde pelearse con la pareja cada fin de semana, hasta
maltratar a los padres; desde tomarse unos tragos diariamente, hasta
tener relaciones sexuales riegosas con desconocidos; desde lavarse las
manos cada vez que se saluda, hasta elegir como pareja a un abusador o a
un mantenido; etc., etc., etc.-; esta extraña satisfación que los
sujetos encuentran en el malestar -lo que el psicoanálisis llama «goce»-
es un asunto bastante amplio en posibilidades y mortífero para el
sujeto. Esto porque el sujeto, el sujeto neurótico, alienado al
inconsciente que lo determina, que condiciona su vida, lo hace la
mayoría de las veces en contra de su bienestar (Dessal, 2015) -lo que el psicoanálisis denomina «pulsión de muerte»-.
Si bien "la locura es consustancial a la condición humana" (Dessal,
2015), hay un tipo de locura que, siendo también singular, es la locura
del psicótico; "todos locos", sí, pero dentro de ese universal hay el
loco de verdad. Para Lacan la locura fue su primera escuela, y gracias a
ella, pudo postular una concepción inédita del lenguaje: él rompe "la
unión ilusoria entre el significante y el significado" (Dessal, 2015),
separarando la materialidad fónica del significante, del significado.
Esto significa que cada sujeto tiene una significación personal de lo
que escucha, es decir, "que el significado es variable, y depende del
sujeto que pronuncia la palabra, ya sea como emisor o como receptor"
(Dessal).
"Esa independencia del significado respecto del significante (la
diversidad material según las distintas lenguas), es la propiedad mágica
y maldita del lenguaje humano: la posibilidad de que una palabra pueda
significar otra cosa, más allá de su sentido inmediato" (Dessal, 2015).
Esto es lo que hace que cada sujeto sea siempre un poco loco, porque
fabrica significados permanentemente cada vez que habla, "sin saber en
verdad lo que está diciendo" (Dessal).
En efecto, el psicoanálisis enseña "que nadie sabe lo que está diciendo
cuando habla" (Dessal, 2015), que hay un sinsentido en todo lo que
decimos y un malentendido permanente en la comunicación. Es lo que nos
muestra la regla del método psicoanalítico, la asociación libre, que le
solicita al sujeto decir todas sus ocurrencias sin censurarlas; esto
conduce al sujeto “irremediablemente a su locura personal, a enredarse
los pies diciendo cosas que no quería decir, que no pensaba decir, que
no sospechaba que podría llegar a decir” (Dessal). Así pues, si todos
estamos locos, es " porque no existe la realidad, en el sentido
universal del concepto, sino la ficción en la que cada uno vive, y que
está fabricada por el significado personal que le damos a las palabras.
La cosa se complica mucho cuando es preciso añadir que en verdad nadie
sabe cuál es ese significado. Creemos saber lo que estamos diciendo,
pero no tenemos ni idea" (Dessal).
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
viernes, 20 de noviembre de 2015
viernes, 6 de noviembre de 2015
437. ¿Cómo se forma un psicoanalista?
"Un diploma no autoriza a un analista. Mucho menos un diploma en psicología" (Pérez, 2015).
El problema es que muchos egresados de los programas de psicología se
autorizan como analistas, o hacen uso del dispositivo analítico como una
herramienta más de intervención, o van a terapia durante un mes y ya se
creen autorizados a psicoanalizar a otros, o hacen uso de un diván sin
conocer el sentido de este mueble: ¡tener un diván en el consultorio no
los hace psicoanalistas! Un diploma de pregrado o posgrado tampoco hace
al psicoanalista, como si sucede con otras profesiones, como la
psicología, el derecho, la medicina, etc. También existen profesiones
que no requieren de títulos, pero si bien el psicoanálisis no requiere
de uno, si demanda un gran compromiso y esfuerzo, sobre todo a nivel
ético. Si bien "el psicoanálisis no es una psicología" (Pérez, 2015),
tampoco es una filosofía o una ontología, aunque, paradójicamente, el
psicoanálisis también aborda temas relacionados con estos discursos. Lo
anterior no significa tampoco que el psicoanálisis no haga parte del
campo "psi"; es más, el psicoanálisis es fundador de ese campo del
conocimiento interesado en estudiar el psiquismo y el comportamiento del
ser humano.
¿Qué es entonces el psicoanálisis? El psicoanálisis es una práctica clínica que busca tratar el sufrimiento del sujeto atravesado por sus síntomas; su herramienta de trabajo es la palabra del sujeto (Pérez, 2015). El psicoanálisis también es un método de investigación y un saber teórico formalizado sobre la condición humana. ¿Cómo se forma entonces un psicoanalista? Un analista es producto de su propio análisis, es decir, un psicoanalista se forma en un proceso de análisis personal con otro psicoanalista, un proceso que suele ser largo y dispendioso; al psicoanalista también lo forma el estudio de la clínica y la teoría psicoanalítica, y el control o supervisión que hace de sus casos una vez se autoriza a atender sus propios pacientes. Estos son los tres pilares de la formación de un psicoanalista: su análisis, sus estudios y la supervisión. La formación del psicoanalista se parece a la del músico: ¡es para toda la vida!
El psicoanálisis es una terapéutica distinta de las demás, así pues, el analista no hace sugestión ni da consejos. Freud rechaza las técnicas de la hipnosis porque se da cuenta que dirigiéndose al Yo, el psicoanalista no puede hacer otra cosa que sugestión. ¿Y los consejos, desde dónde se dan? Pues desde el saber del sujeto, sus experiencias, sus prejuicios e incluso desde las estadísticas que dan los estudios "científicos", es decir, se dan desde lo que denomina el psicoanálisis, el fantasma del sujeto. Para dar consejos, ni siquiera se necesita estudiar psicología. Si un psicólogo se dedica en su práctica a aconsejar o a dirigir la conciencia de sus pacientes, ha perdido su tiempo estudiando, porque esto es lo que hace una madre con sus hijos: aconsejarlos, indicarles el "buen camino". Un terapeuta no debe comportarse como un padre u un buen amigo, porque si así lo hace, está interviniendo desde su propio fantasma, esa Otra escena que guía sus decisiones y su destino; el fantasma es, en otras palabras, la manera como el sujeto ve e interpreta el mundo que le rodea, con sus prejuicios, esquemas mentales y paradigmas adquiridos en la educación recibida, lo que se denomina vulgarmente «psicología del sentido común». Es por esto que un analista, "debe "olvidar lo que sabe": tiene la obligación de olvidarlo" (Pérez, 2015) ¡y hacerse psicoanalizar!
¿Qué es entonces el psicoanálisis? El psicoanálisis es una práctica clínica que busca tratar el sufrimiento del sujeto atravesado por sus síntomas; su herramienta de trabajo es la palabra del sujeto (Pérez, 2015). El psicoanálisis también es un método de investigación y un saber teórico formalizado sobre la condición humana. ¿Cómo se forma entonces un psicoanalista? Un analista es producto de su propio análisis, es decir, un psicoanalista se forma en un proceso de análisis personal con otro psicoanalista, un proceso que suele ser largo y dispendioso; al psicoanalista también lo forma el estudio de la clínica y la teoría psicoanalítica, y el control o supervisión que hace de sus casos una vez se autoriza a atender sus propios pacientes. Estos son los tres pilares de la formación de un psicoanalista: su análisis, sus estudios y la supervisión. La formación del psicoanalista se parece a la del músico: ¡es para toda la vida!
El psicoanálisis es una terapéutica distinta de las demás, así pues, el analista no hace sugestión ni da consejos. Freud rechaza las técnicas de la hipnosis porque se da cuenta que dirigiéndose al Yo, el psicoanalista no puede hacer otra cosa que sugestión. ¿Y los consejos, desde dónde se dan? Pues desde el saber del sujeto, sus experiencias, sus prejuicios e incluso desde las estadísticas que dan los estudios "científicos", es decir, se dan desde lo que denomina el psicoanálisis, el fantasma del sujeto. Para dar consejos, ni siquiera se necesita estudiar psicología. Si un psicólogo se dedica en su práctica a aconsejar o a dirigir la conciencia de sus pacientes, ha perdido su tiempo estudiando, porque esto es lo que hace una madre con sus hijos: aconsejarlos, indicarles el "buen camino". Un terapeuta no debe comportarse como un padre u un buen amigo, porque si así lo hace, está interviniendo desde su propio fantasma, esa Otra escena que guía sus decisiones y su destino; el fantasma es, en otras palabras, la manera como el sujeto ve e interpreta el mundo que le rodea, con sus prejuicios, esquemas mentales y paradigmas adquiridos en la educación recibida, lo que se denomina vulgarmente «psicología del sentido común». Es por esto que un analista, "debe "olvidar lo que sabe": tiene la obligación de olvidarlo" (Pérez, 2015) ¡y hacerse psicoanalizar!
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