"Un diploma no autoriza a un analista. Mucho menos un diploma en psicología" (Pérez, 2015).
El problema es que muchos egresados de los programas de psicología se
autorizan como analistas, o hacen uso del dispositivo analítico como una
herramienta más de intervención, o van a terapia durante un mes y ya se
creen autorizados a psicoanalizar a otros, o hacen uso de un diván sin
conocer el sentido de este mueble: ¡tener un diván en el consultorio no
los hace psicoanalistas! Un diploma de pregrado o posgrado tampoco hace
al psicoanalista, como si sucede con otras profesiones, como la
psicología, el derecho, la medicina, etc. También existen profesiones
que no requieren de títulos, pero si bien el psicoanálisis no requiere
de uno, si demanda un gran compromiso y esfuerzo, sobre todo a nivel
ético. Si bien "el psicoanálisis no es una psicología" (Pérez, 2015),
tampoco es una filosofía o una ontología, aunque, paradójicamente, el
psicoanálisis también aborda temas relacionados con estos discursos. Lo
anterior no significa tampoco que el psicoanálisis no haga parte del
campo "psi"; es más, el psicoanálisis es fundador de ese campo del
conocimiento interesado en estudiar el psiquismo y el comportamiento del
ser humano.
¿Qué es entonces el psicoanálisis? El psicoanálisis es una práctica
clínica que busca tratar el sufrimiento del sujeto atravesado por sus
síntomas; su herramienta de trabajo es la palabra del sujeto (Pérez, 2015).
El psicoanálisis también es un método de investigación y un saber
teórico formalizado sobre la condición humana. ¿Cómo se forma entonces
un psicoanalista? Un analista es producto de su propio análisis, es
decir, un psicoanalista se forma en un proceso de análisis personal con
otro psicoanalista, un proceso que suele ser largo y dispendioso; al
psicoanalista también lo forma el estudio de la clínica y la teoría
psicoanalítica, y el control o supervisión que hace de sus casos una vez
se autoriza a atender sus propios pacientes. Estos son los tres pilares
de la formación de un psicoanalista: su análisis, sus estudios y la
supervisión. La formación del psicoanalista se parece a la del músico:
¡es para toda la vida!
El psicoanálisis es una terapéutica distinta de las demás, así pues, el
analista no hace sugestión ni da consejos. Freud rechaza las técnicas de
la hipnosis porque se da cuenta que dirigiéndose al Yo, el
psicoanalista no puede hacer otra cosa que sugestión. ¿Y los consejos,
desde dónde se dan? Pues desde el saber del sujeto, sus experiencias,
sus prejuicios e incluso desde las estadísticas que dan los estudios
"científicos", es decir, se dan desde lo que denomina el psicoanálisis,
el fantasma del sujeto. Para dar consejos, ni siquiera se necesita
estudiar psicología. Si un psicólogo se dedica en su práctica a
aconsejar o a dirigir la conciencia de sus pacientes, ha perdido su
tiempo estudiando, porque esto es lo que hace una madre con sus hijos:
aconsejarlos, indicarles el "buen camino". Un terapeuta no debe
comportarse como un padre u un buen amigo, porque si así lo hace, está
interviniendo desde su propio fantasma, esa Otra escena que guía sus
decisiones y su destino; el fantasma es, en otras palabras, la manera
como el sujeto ve e interpreta el mundo que le rodea, con sus
prejuicios, esquemas mentales y paradigmas adquiridos en la educación
recibida, lo que se denomina vulgarmente «psicología del sentido común».
Es por esto que un analista, "debe "olvidar lo que sabe": tiene la
obligación de olvidarlo" (Pérez, 2015) ¡y hacerse psicoanalizar!
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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