El primer párrafo del capítulo introductorio a la Psicología de las masas y análisis del yo
de Sigmund Freud (1921), dice lo siguiente: “La oposición entre
psicología individual y psicología social o de las masas, que a primera
vista quizá nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez
si se la considera más a fondo. Es verdad que la psicología individual
se ciñe al ser humano singular y estudia los caminos por los cuales
busca alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales. Pero sólo
rara vez, bajo determinadas condiciones de excepción, puede prescindir
de los vínculos de este individuo con otros. En la vida anímica del
individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como
objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo
la psicología individual es simultáneamente psicología social en este
sentido más lato, pero enteramente legítimo.”
Es un párrafo
crucial para pensar si existe o no alguna diferencia entre la psicología
social y la psicología individual. Lo primero que advierte Freud es que
la oposición entre una y otra no es nítida si se piensa en que el
sujeto no puede prescindir de sus vínculos con otros para constituirse
como tal. El sujeto no es sin los otros; todo sujeto se constituye como
tal en la medida en que ha estado en contacto con otros, contacto que se
presenta desde la primera infancia, en el complejo de Edipo, que no es
otra cosa que los vínculos afectivos que la criatura humana establece
con sus cuidadores, los cuales van a influir de manera definitiva en su
constitución subjetiva. El sujeto se constituye como tal dependiendo del
tipo de padre y de madre que le toco en suerte.
El párrafo de
Freud (1921) también ayuda a establecer claramente cual es el objeto de
estudio del psicoanálisis: la forma singular como un sujeto "busca
alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales". Así pues, el
campo de intervención del psicoanálisis tiene que ver con esto, con la
forma como un sujeto satisface sus pulsiones sexuales, satisfacción que
lo lleva a hacer un sin número de actos que él no puede dejar de hacer, y
por lo tanto se queja de ello, o se pregunta por qué lo sigue haciendo:
fumar, beber en exceso, comer compulsivamente, hacerse adicto a los
juegos de azar, maltratar a su padres, pelearse con su pareja, etc.,
etc. Precisamente, eso que empuja a un ser humano a hacer lo que no debe
y que sin embargo termina haciendo, es lo que el Freud denominó
«pulsión»; el sujeto se enfrenta a ella cada vez que no puede abstenerse
de hacer algo: “Lo que no puedo dejar de hacer” es lo que define la
dimensión pulsional del sujeto.
También se podría establecer, a partir de ese párrafo de Freud, el campo
de intervención de la psicología social; lo podríamos definir como el
campo de los vínculos del sujeto con el otro, en tanto que este otro
cuenta “como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo”. En
efecto -y en esto Freud fue muy acertado-, el semejante siempre cuenta
de una de estas cuatro maneras: como ideal, ese con el que el sujeto se
identifica para tratar de llegar a ser como el otro al que admira. Los
primeros modelos del sujeto son sus padres, por eso él termina
pareciéndose en muchos de sus rasgos a sus padres -lo que se denomina
identificación al ideal del yo en el tercer tiempo del Edipo-. El otro
también cuenta como objeto, ya sea como objeto de deseo u objeto sexual.
De cierta manera, el semejante siempre tendrá una condición de objeto
para el sujeto, en la medida en que el sujeto extrae un usufructo, saca
algún provecho del vínculo establecido con el otro, y esto siempre es
así tanto en las relaciones de amistad, como en las amorosas; ¡en las
amorosas ni se diga!, en donde el otro cuenta como objeto sexual.
Igualmente, en los vínculos laborales y sociales en general, el otro
también cuenta como objeto al que se le saca algún provecho.
El
otro también cuenta como auxiliar para el sujeto, y esto se presenta
desde el comienzo de la vida: la cría humana necesita del auxilio del
otro para poder sobrevivir; si no llega alguien a brindarle los cuidados
necesarios al niño y satisfacer sus necesidades vitales, el niño se
muere. Y el otro también cuenta como rival: la rivalidad es constitutiva
de las relaciones que establece el sujeto con sus semejantes, es
constitutiva de las relaciones imaginarias que el sujeto establece con
sus pares. Esto se debe al modo de identificación narcisista que el
sujeto establece con su propia imagen, el cual, al percibirla más
“completa” que él, desencadena una tensión agresiva con ella -o con su
semejante-, que se manifiesta en la rivalidad, los celos, la envidia, el
odio y la agresividad. Con toda razón dirá Freud (1930) en El malestar de la cultura que
el ser humano "no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de
defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación
pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo no
es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación
para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin
resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su
patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo.
«Homo homini lupus»: ¿quién, en vista de las experiencias de la vida y
de la historia, osaría poner en entredicho tal apotegma?". [Hoy se
celebra el 160º aniversario del nacimiento de Sigmund Freud]
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
548. La lógica del fantasma: el «fantasma fundamental»
El décimo cuarto seminario de Lacan se titula La lógica del fantasma, un título que puede parecer paradójico o discordante, ya que el fantas...
-
El padre alcahuete es el que encubre a su hijo en algo que se quiere ocultar. Este padre suele ser permisivo y prodiga un amor incondicional...
-
El sueño, lo dice Freud (1915-16) claramente, "es un sustituto de algo cuyo saber está presente en el soñante. pero le es inaccesible&q...
-
En la neurosis histérica es frecuente encontrar a «la otra mujer», es decir, otra mujer que entra a jugar un determinado papel en la relació...
No hay comentarios:
Publicar un comentario