Lacan, en su texto Acerca de la causalidad psíquica, "rechaza localizar en el sistema nervioso la génesis del trastorno mental" (Laurent, 2008);
esto porque, para el psicoanálisis, lo mental es diferente a lo
orgánico, a lo físico. Esto es algo que la ciencia, y particularmente
las neurociencias, no logran comprender: no hay que confundir esa
sustancia que llamamos "pensamiento" –que está hecha de lenguaje–, con
esa otra sustancia física que es el organismo, el cerebro. Mientras que
la neuropsiquiatría se ha dedicado a describir la "actividad psíquica"
del cerebro, el psicoanálisis determina otro típo de causalidad para los
trastornos del sujeto; ya no una causalidad orgánica, sino subjetiva,
sobretodo allí donde se presenta el sujeto del inconsciente: en "el
fallo, el defecto, la falta" (Miller citado por Laurent). En efecto, el
psicoanálisis va a encontrar al sujeto allí donde –digámoslo de esta
manera– el "sistema" falla, allí donde el sujeto erra, se equivoca, se
tropieza –piénsese por ejemplo en los actos fallidos y en los síntomas–.
"Lacan opone a "la actividad psíquica, repetición del funcionamiento
neuronal", la "cadena bastarda de destino e inercia, de golpes de dados y
estupor, de falsos éxitos y encuentros desconocidos que constituye el
texto corriente de una vida humana"" (Lacan (1966) citado por Laurent)
Así
pues, los fenómenos clínicos observados en la neurósis, y más aún en
las psicosis, como lo es, por ejemplo, la alucinación, se observa que lo
que se pone en juego es "una significación personal que apunta al
sujeto" (Laurent, 2008), es decir que "la locura es vivida íntegra en el
registro del sentido" (Lacan (1966) citado por Laurent). Y el sentido,
la significación, ¿dónde se localiza en el cerebro? El psicoanálisis no
niega para nada que hay un soporte físico –el cerebro– donde los
significantes –trazas materiales– dejan una huella –huella mnémica–, así
como también el significante –materia fónica– puede quedar inscrito en
una grabadora, o en un cuaderno, o en un computador; el problema es que
¡los significantes no son significados! (Bassols, 2012), es decir que
la significación, el sentido de lo que se dice, no la tiene el cerebro,
la tiene esa extraña "sustancia" a la que llamamos «sujeto», que es la
que funda la subjetividad.
El cerebro es una sustancia física
donde se puede guardar mucha información; se parece, entonces, a un
disco duro de un computador (siendo, por supuesto, mucho más complejo el
cerebro que un disco duro); pero el cerebro funciona como una memoria,
solo que no sabe nada (Bassols, 20012). Es como Google, que parece un
cerebro virtual gigante: tiene mucha información, pero no sabe nada.
¿Por qué? Porque cuando Ud. busca una información en Google y coloca
significantes en el buscador, aparecen un sin número de resultados.
¿Esto por qué? ¡Porque una palabra no tiene un solo sentido! Un
significante es polivalente, tiene múltiples significados. Esto es lo
que hace a Google bruto; Google cumple una meta función: la de saber
dónde está el saber, pero es una bestia, ya que el sentido se le escapa a
Google (Miller, 2007). Es al sujeto al que le toca ponerse en la tarea
de darle un sentido a su búsqueda, de encontrar, en toda la información
que arroja el buscador, lo que tiene sentido para él, y esto no lo hace
Google –ni el cerebro–, ya que los dos lo que hacen es memorizar "la
palabra en su estúpida materialidad" (Miller).
Entonces, ¿qué es
lo que de la palabra deja una huella en el sistema nervioso? El
significante como materia, el significante soportado en la materia
fónica, el significante que se graba en una grabadora, el que se escribe
en un cuaderno o un computador, el que se transmite cuando se habla a
través de las ondas sonoras o a través de impulsos eléctricos. Hay pues
un soporte físico –como lo es el cerebro–, pero los significantes no son
significados, este es el problema; el sentido, la significación no la
tiene el cerebro. ¿Entonces quién? Pues, ¡el sujeto!
Es por todo
lo anterior que el psicoanálisis dice que, para los trastornos mentales
–no todos, por supuesto– hay una causalidad inédita e ignorada por la
ciencia: la causalidad psíquica. ¿Dónde se localiza esta causa si el
psiquismo si no es objetivable? El gran pecado de la ciencia positivista
es que piensa que todo lo que le sucede al sujeto se puede reducir al
organismo –al cerebro, a los genes, a las hormonas, a las moléculas,
etc.–; el psicoanálisis, en cambio, ubica la causa de la subjetividad
–del psiquismo–, en otro lugar, en el lugar del Otro, de lo simbólico,
el cual afecta de manera radical al organismo; el lenguaje funciona como
una especie de "parásito" que afecta el funcionamiento del organismo,
como, por ejemplo, cuando un sujeto se sonroja al escuchar una palabra
que le es indecorosa o cuando se enamora: ¡hay que ver cómo se afecta el
quimismo del cerebro cuando este se enamora! Así pues, la materialidad
del inconsciente, del sujeto del inconsciente, "está hecha de cosas
dichas al sujeto que le han hecho daño y de cosas imposibles de decir
que le hacen sufrir" (Laurent, 2008). Por eso la causalidad psíquica que
plantea el psicoanálisis es distinta a la que plantea la psicología, es
opuesta a la de "los principios de funcionamiento del sistema nervioso,
que competen a las leyes de la biología y la física" (Laurent).
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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