miércoles, 27 de noviembre de 2019

489. ¿Por qué la mujer no existe?

Con el axioma lacaniano «La mujer no existe», Lacan no estaba diciendo que las mujeres no existan; es más, él agrega a dicho axioma que «solo existen las mujeres de una en una». Dicho axioma tiene una explicación lógica, y es que para inscribir en el inconsciente la diferencia sexual, se cuenta con un solo significante: el falo. Esto significa que en el lugar del Otro -tesoro de los significantes, es decir, el lugar al que acudimos para hacernos a una representación de sí mismos y del mundo que nos rodea- existe un agujero en el saber; en el Otro falta el significante con el que se podría inscribir el Otro sexo. Asi pues, en el inconsciente sólo existe un significante para nombrar la diferencia sexual; falta entonces uno, uno que no se inscribe en el inconsciente. No existe en el inconsciente el significante que represente al Otro sexo

Con el significante «falo», tanto el hombre como para la mujer identifican a ambos sexos, es decir, que con un solo significante se señala la diferencia sexual: los que lo tienen son los hombres y las mujeres son aquellas que están privadas de él. Niños y niñas establecen siempre la diferencia sexual diciendo: los niños tienen pene, las niñas no lo tienen; así es como niños y niñas subjetivan la presencia o ausencia del pene -complejo de castración-. Por esta razón también se dice que el falo es un significante sin par: no hace pareja con ningún otro significante, de tal manera que en el lugar del Otro sólo existe un significante para señalar la diferencia sexual, y no dos. Es como si faltara el significante que permitiría identificar al Otro sexo.

Con el significante falo se puede hacer el conjunto universal de los hombres: son todos aquellos que tienen falo. Esta es la razón por la que los hombres son todos iguales –“cortados por la misma tijera”–, pero, ¿con qué significante se hace el conjunto universal de las mujeres? No lo hay, no existe, por eso el axioma lacaniano «la mujer no existe» como conjunto universal; existe, sí, la mujer una por una –por eso las mujeres son todas diferentes, no hay una que se parezca a otra–.  Así pues, "lo que Lacan cuestiona no es el sustantivo “mujer”, sino el artículo definido “la”, que en francés, como en otros idiomas, indica universalidad" (Grippo, 2014). La consecuencia de esto es que, para la mujer, hay un goce «más allá del falo», un goce no-todo fálico. Más allá del falo, la mujer tiene relación con un goce «suplementario», un goce infinito, que tiene que ver con la falta de un significante que la nombre en el lugar del Otro.

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