viernes, 9 de octubre de 2009

14. El amor es un huequito.

El amor es un tema de interés para entender muchos de los asuntos del ser humano. Aquel ha sido dejado en manos de los poetas, quienes poseen la sensibilidad para percibir en otros sus iniciativas sentimentales. Con el psicoanálisis se emprendió la investigación rigurosa de la vida amorosa de los hombres. Éste ha encontrado que el amor es problemático porque se aprende en un mal lugar: con los padres, y en un mal momento: en la infancia; todo ser humano deberá sustituir el amor dirigido a sus padres por el amor a otros, y muy temprano en la vida se verá afectado por los embates del amor: celos, frustraciones, odio, rivalidad, etc. En el amor, las cosas difícilmente marchan como se quisiera.

Los padres son los que transmiten el amor a sus hijos. ¿Cómo lo hacen? La respuesta es simple: se ama a quien nos ha amado. Pero, ¿Cómo precisar lo que es el amor?. El poeta Gonzalo Arango dice de él: “El amor es un huequito para llenar de imaginación”. Aquí lo interesante es que se define al amor como un huequito; en efecto, si se hace la pregunta de por qué los seres humanos aman, la respuesta es: porque algo les falta, porque en el fondo del ser hay un “huequito”. Es porque algo falta que surge el deseo de amar a otro.

El amor tiene una estrecha relación con el deseo. El deseo es deseo de lo que falta; lo que ya se posee no es deseable. Cuando se siente hambre, se puede decir que esta es la manifestación de algo que falta: el alimento, y una vez que se come, esa falta que se sentía como hambre y que impulsaba a tomar alimento, acaba. Si bien este ejemplo ayuda a ilustrar lo que sucede cuando algo falta, hay que tener presente que el orden de la necesidad en el hombre es totalmente diferente al orden del deseo. Necesidad y deseo no son equivalentes. Los seres humanos comparten con los animales el hecho de que ambos tienen necesidad de alimento para sobrevivir, pero no se ve a los animales haciendo demandas de amor -no se confunda esto con ciertas rutinas en animales domésticos cuando responden a la demanda de sus amos-. El amor es una pasión exclusiva del ser humano.

domingo, 4 de octubre de 2009

13. Su majestad el niño.

La sobreestimación de la persona amada, que se presenta en el enamoramiento, se manifiesta muy frecuentemente entre los padres y sus hijos; es algo que suele gobernar el vínculo afectivo entre ellos. Por esta razón prevalece una exigencia a atribuir al niño toda clase de perfecciones, y a encubrir y olvidar todos sus defectos.

Gracias a esa sobreestimación, también prevalece la propensión a suspender frente al niño todas esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al narcisismo y al egoísmo de cada uno de nosotros. Los adultos suelen pensar que el niño debe tener mejor suerte que sus padres, que no debe estar sometido a las necesidades objetivas y a las exigencias de la vida cuyo imperio hubo de reconocerse en algún momento. Enfermedad, muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia no han de tener vigencia para el niño; las leyes de la naturaleza y la sociedad han de cesar ante él, y realmente debe ser el centro y el núcleo de la creación: «Su majestad el niño», como una vez nos creímos. Además debe cumplir los sueños, los irrealizados deseos de sus padres.

El conmovedor amor paternal no es otra cosa que el narcisismo resurgido de los padres. Éstos se comportan entonces como si los derechos de los niños no tuviesen límites. Por esta razón, controlar, suprimir o corregir un comportamiento inconveniente en ellos se puede convertir en una tarea imposible, ya que se suele recurrir al discurso de “los Derechos de los Niños”, a pedagogías liberales y a supuestas frustraciones y traumatizaciones para ampararlos de la ley y las normas, sin pensar que así se termina empujándolos a algo peor: la tiranía que se observa en los niños de hoy sobre sus padres.

jueves, 24 de septiembre de 2009

12. Patología del narcisismo y enamoramiento.

El término narcisismo designa la conducta por la cual un sujeto da al cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de una persona a la que ama. Un narcisismo exagerado y enfermizo podría llevar a una persona a desarrollar una especie de “delirio de grandeza” y a abandonar el interés respecto del mundo exterior. Mientras menos nos interesemos en los otros y las cosas que nos rodean, más narcisistas seremos, lo que nos puede conducir a sobrestimar el poder de nuestros deseos y pensamientos. El peligro de una autoestima exagerada es que haría a un sujeto egocéntrico e individualista, excediendo en muchos casos el entendimiento con los demás. Esto también puede conducir a un hedonismo desmedido: Todo lo que se opone a mis derechos y a mi bienestar resultará injusto!

En el enamoramiento se ejemplifica la manera como opera el narcisismo en un sujeto. Cuando se enamora suele suceder que él resigna y abandona la propia personalidad y autoestima en favor del sujeto del que se enamora. Abandona sus propios intereses y sacrifica muchas de sus cosas y de su tiempo en favor de dicho ser. A esto se le denomina «sobreestimación de la persona amada». El sujeto afligido por un dolor orgánico y por sensaciones penosas, también resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se relacionen con su sufrimiento. Inclusive hasta cesa de amar. El enfermo retira sobre su Yo sus intereses sobre el mundo exterior, volviéndose egoísta. El estado del dormir también implica un retiro narcisista de las posiciones externas sobre el propio sujeto.

domingo, 20 de septiembre de 2009

11. El valor de la autoestima no es más que narcisismo.

La autoestima es el amor que un sujeto se dirige a sí mismo; se toma al propio Yo como objeto de especial interés. Muchos especialistas piensan que la autoestima es decisiva para que una persona sea feliz, competente y creativa, y la consideran importante en las relaciones interpersonales. Pero la autoestima no es otra cosa que narcisismo. Este concepto designa aquella conducta por la cual un sujeto da al cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de alguien al que ama; vale decir, lo mira con complacencia y lo acaricia satisfaciéndose con ello. El narcisismo sería un complemento del egoísmo, inherente a los impulsos de autoconservación. Cuando se lo refuerza, engrandeciendo el ego, se convierte en un obstáculo para la convivencia, ya que las personas narcisas suelen ser individualistas y egoístas; se piensan superiores y difícilmente reconocen sus errores. Hoy en día la autoestima es considerada un valor por parte de discursos psicológicos y religiosos, sin sospechar siquiera cuales pueden ser las consecuencias de un reforzamiento del Yo.

Todo valor involucra siempre una situación ideal, como por ejemplo, en el caso de la autoestima: tener éxito académico, expresar sin inhibiciones opiniones y sentimientos, ser autónomo, recibir críticas sin molestarse, tener confianza en lo que se hace, ser optimista, tranquilo y saber resolver problemas, tener iniciativa, estabilidad emocional, ser sociable y gozar de la vida. Pero aquí, como con todo ideal, se presenta una paradoja, y es que el ideal aumenta enormemente las exigencias que recaen sobre los sujetos para encontrar un lugar y una posición en la vida, favoreciendo en ellas un malestar al no poder cumplir con las exigencias de dicho ideal.

lunes, 14 de septiembre de 2009

10. Los hijos de padres alcahuetas.

El padre alcahuete es aquel que encubre a su hijo en algo que se quiere ocultar. Si esta es la posición subjetiva de un padre, esto tiene consecuencias en el hijo. Algunas son: Éste no asume ninguna responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos; justifica sus faltas y le echa la culpa a otros; esta dispuesto a reclamar todos sus Derechos sin pensar en sus Deberes: Cree tener derecho a todo, por sobre todo y todos. Son hijos egoístas; este individualismo los conduce a un hedonismo desmedido. Suelen ser sujetos caprichosos; se aburren y se deprimen fácilmente, sobre todo cada vez que encuentran obstáculos en su vida; no disfrutan de actividades comunes y corrientes; no encuentran satisfacción en las pequeñas cosas de la vida; son volubles, intransigentes, intolerantes, malgeniados, agresivos y anárquicos. No saben que quieren en la vida; viven el presente sin pensar en el futuro. Son dependientes del padre que los alcahuetea, a la vez que la relación con éste es demandante, tensa y difícil. Son propensos a transgredir la ley -realizan actos delincuenciales- y a volverse adictos de los tóxicos. No sienten pasión por todo lo que implique esfuerzo, tiempo y dedicación; piensan que sus padres lo deben hacer todo por ellos, y así lo exigen.

El hogar y la escuela son lugares donde se puede transmitir el respeto por la ley. Representar la ley es una función desagradable, pero es la única manera de transmitir unos límites que son inherentes a la normatividad y que son necesarios para la convivencia y la civilidad. Si se quiere vivir en sociedad, el respeto y la tolerancia son indispensables, y de esto cada persona se debe hacer responsable!

jueves, 10 de septiembre de 2009

9. Los padres alcahuetas.

El padre alcahuete es el que encubre a su hijo en algo que se quiere ocultar. Este padre suele ser permisivo y prodiga un amor incondicional, basado en una pedagogía de la complacencia. Esta lo pone en el papel de un “tipo” anticuado cuando exige la renuncia necesaria que toda disciplina conlleva. Pero por la vía de la complacencia se llega a la anarquía.

Algunas de las actitudes que se presentan en un padre que es alcahuete son: Está dispuesto a sacar siempre la cara por su hijo, sobretodo cuando éste se mete en problemas; justifica permanentemente los excesos de su crío; no aplica sanciones porque tienen la idea de que le va a causar algún trauma. Por temor a una supuesta traumatización, la función del padre de respetar y hacer respetar la ley ha pasado a un segundo plano. Así pues, hoy en día, del extremo de un padre feroz que ejercía una autoridad caprichosa, se pasó a un padre impotente que no puede gobernar a sus hijos.

El padre alcahueta suele ceder en los caprichos de su hijo; piensa en darle todo lo que él no tuvo cuando fue niño; confunde el don de amor -darle al niño todo lo que pide- con el amor -dar amor no es lo mismo que dar cosas materiales-, así que llenan de regalos al hijo. El padre alcahueta tampoco le reconoce las faltas a su hijo: lo cree perfecto y lo trata como un rey; y asume responsabilidades que le corresponde asumir a aquel. Refuerza en su hijo un sentido de autosuficiencia exagerado y le transmite la idea de que tienen derecho a todo.

Este tipo de padre, también es un padre que le inculca a su hijo valores utilitaristas; surge así un individualismo que lleva al sujeto a exigir sus derechos, excediendo la convivencia en igualdad. Al padre alcahuete le queda difícil aceptar que pueda tener algo que ver con lo que le sucede a su hijo, ya que siempre ha creído saber cómo educarlo. Cuando acepta que su hijo tiene un problema, busca la solución por fuera de él, con un profesional que no lo involucre en la solución del problema.

domingo, 6 de septiembre de 2009

8. El soborno es el recurso cuando falta la autoridad.

Los padres que sobornan o que se dejan chantajear, tienen una actitud débil frente a sus hijos. Piensan que hay que compensarlos por pedir el cumplimiento del deber; creen que van a traumatizarlos si les exigen; creen que los frustran si no los premian por su labor; sienten culpa cuando sancionan a sus hijos; piensan que deben ser amigos de sus hijos, descuidando sus funciones como padres. Así se convierten en cómplices alcahuetas y les queda difícil exigirles un respeto por la autoridad. También son padres muy orgullosos de sus hijos, por lo que caen fácilmente es sus chantajes. De la posición subjetiva del padre depende la posición subjetiva del hijo.

Los hijos se arman de estrategias para obtener el perdón de una sanción, conseguir el favor de sus padres o evitar una responsabilidad. Algunas estrategias son: El llanto, la pataleta, las demostraciones de cariño, los éxitos escolares, las amenazas, etc. Depende de la respuesta que un padre le de al chantaje de su hijo, el que este se salga con la suya o no!

El chantaje emocional conmueve el ánimo de la persona amenazada; es frecuente allí donde el hijo es el “rey del hogar” y donde los padres sienten pesar o temor a “traumatizarlo” si no son condescendientes. Las familias se pueden dividir en dos: aquellas donde los padres gobiernan a sus hijos, y aquellas donde los hijos mandan a los padres. Reconocer que se puede estar fallando en el manejo de la autoridad al recurrir al soborno, es el primer paso para pensar en cómo intervenir de un modo diferente. Sobre esto no hay una recetas. Cada padre se las arregla como puede. La alcahuetería y flexibilidad en las normas, tanto como su extremo, el autoritarismo, no son las mejores estrategias para educar a un hijo. Tampoco lo es el recurso al soborno.

558. El «acting out» y el pasaje al acto

El «acting out» es una puesta en escena dirigida al Otro, ya se trate del analista, una institución, la familia, etc. Es un mensaje que el s...