290. El padre primordial: el padre del goce absoluto.

Es indudable que la diferencia entre la organización social darwiniana, la de la horda primitiva, y la organización social freudiana, la del clan de hermanos, está dada por el «asesinato del padre» y la «renuncia de lo pulsional». Si pensamos que la horda primitiva tenía también una organización, la cuestión subsiguiente es saber si ese orden era natural o cultural, al fin y al cabo, la interpretación de Freud sobre cómo era el estado de la horda antes del asesinato del padre, introduce ya una renuncia pulsional, lo que haría pensar en que se trataba ya de una organización cultural, solo que había al menos uno que no renunciaba a dicha satisfacción pulsional: El padre primordial. “El macho fuerte era amo y padre de la horda entera, ilimitado en su poder, que usaba con violencia. Todas las hembras eran propiedad suya: mujeres e hijas de la horda propia, y quizás otras robadas de hordas ajenas. El destino de los hijos varones era duro; cuando excitaban los celos del padre eran muertos, o castrados, o expulsados. Estaban obligados a convivir en pequeñas comunidades y a procurarse mujeres por robo, con lo cual uno que otro lograba alzarse hasta una posición parecida a la del padre en la horda primordial” (Freud, 1980, p. 78). En esta organización primitiva recaía sobre los hijos varones una prohibición que el padre primordial hacía cumplir: “no gozarás de ninguna de las mujeres de mi horda”; ¿se puede decir por esto que ellos eran obligados a una renuncia en lo pulsional?

Desde la perspectiva darwiniana tenemos una primera organización social donde, al menos uno, no renunciaba a la satisfacción de la pulsión. El padre de la horda se puede identificar con el padre del goce todo, del goce absoluto, lo que lo hacía a su vez un ser admirado y objeto de la más fuerte envidia. “Lo que el hijo envidia son los objetos que están en el campo de goce del padre”. (Ramírez, 1998). Pero, ¿y cómo gozaba este padre primordial? No lo sabemos, no lo podemos saber, ya que, finalmente ese “padre primordial no puede ser sino un animal, porque se trata del padre antes de la prohibición del incesto, antes del advenimiento de la cultura; y en conformidad con el mito del animal, su satisfacción es infinita...” (Ramírez), es decir que, se le supone a ese orangután, jefe de la horda, un goce puro y absoluto; pero “al decir entonces que el padre primordial goza de todas las mujeres se introduce una ambigüedad, porque para él mismo no se trata de un goce objetivo, donde las mujeres serían objeto de su goce, en tanto esto tendría como requisito la falta que marca la castración y él no está castrado. Él simplemente goza con ellas, de manera cuasi-autoerótica...” (Ramírez). Si en este mito podemos hablar de un goce absoluto original, este se establece retroactivamente sólo a partir del asesinato del padre como goce supuesto. El asesinato del padre de la horda darwiniana es lo que va a marcar la diferencia entre el animal y el hombre, es decir, el paso de la naturaleza a la cultura.

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