En el tercer tiempo del Edipo, producida la castración simbólica -el
niño deja de ser el falo, la madre deja de ser fálica y el padre tampoco
lo es, como lo fué en el segundo tiempo al estar identificado a la
ley-, el falo pasa a ser simbólico, es decir, pasa a estar más allá de
cualquier personaje. En el tercer tiempo del Edipo, la ley y el falo
quedan instaurados "como instancias que están más allá de cualquier
personaje" (Bleichmar, 1980).
Cuando el niño deja de ser el falo, deja de estar identificado al Yo
Ideal -la imagen de perfección narcisista de la fase del espejo- y pasa a
identificarse con el Ideal del Yo. En el tercer tiempo del Edipo se
produce la identificación con ciertos elementos o rasgos significantes
de los que el padre es soporte, las insignias del padre, las cuales le
permiten al sujeto responder a la pregunta ¿qué es ser un hombre? Al
dejar de ser el falo y al reconocer que lo tiene -pero que lo puede
perder, en el caso del niño varón-, lo siguiente que tiene que resolver
el niño es: si lo tengo -el falo-, ¿qué significa ser un hombre? Para
responder a esta pregunta, recurrirá a identificarse con las insignias
de la masculinidad tomadas del padre, rasgos tomados del padre con los
que se identificará. Si se trata de una niña -que no lo tiene... el
falo-, se identificará con las insignias de la feminidad tomadas de su
madre, rasgos tomados de la madre y que responden a la pregunta ¿qué es
ser mujer?
La identificación a ese conjunto de rasgos tomados de los padres y que
constituyen el Ideal del Yo, es lo que hace que un sujeto se parezca en su forma de ser, en su personalidad o en ciertos rasgos, a sus
padres; por lo general, los niños se parecen a sus padres, y las niñas, a
sus madres -pero se pueden tomar rasgos de ambos padres-. El refrán que
dice "hijo de tigre nace pintado" refleja claramente esta
identificación al Ideal del Yo, en la que los hijos resuelven su
"identidad" sexual con una identificación a una serie de rasgos -rasgos
de personalidad- tomados de sus padres. Se trata de rasgos que sirven
para marcar la diferencia sexual, de tal manera que, si un niño
subjetiva que ser hombre es ser agresivo con las mujeres -como lo es su
padre-, él se identificará con este rasgo tomado del padre, y por lo
tanto, también será agresivo con el sexo opuesto. O si una niña
subjetiva que ser mujer es ser sumisa, se identificará con este rasgo
tomado de su madre para sentirse mujer.
El Ideal del Yo, entonces, cumple un papel tipificante en el sujeto, en
la medida en que lo ubica como perteneciendo al conjunto de los hombres
-si se trata de un niño, es decir, de alguien que tiene el falo-, o al
conjunto de las mujeres -si se trata de una niña, es decir, de alguien
que no lo tiene-. Tipificar algo significa ubicar dentro de un conjunto
(Bleichmar, 1980); en este caso, el Ideal del Yo ubica al sujeto como
perteneciendo a la clase de los hombres o a la clase de las mujeres
dependiendo de si tiene o no el falo.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
viernes, 11 de noviembre de 2011
321. La identificación al Ideal del Yo en el tercer tiempo del Edipo.
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