El Otro, escrito así en mayúscula, representa en el psicoanálisis lo que
vale para todos; puede representar a la cultura, a lo simbólico, o al
Otro primordial, es decir, la madre; “es del imaginario de la madre que
va a depender la estructura subjetiva del niño”. La madre, dice Lacan
(1977), es un personaje cargado de diversas funciones en una relación
tipificada en el registro de la vida del pequeño humano, pero que tiene
una relación con lo más profundo: el Otro del lenguaje. Así pues, el
Otro es también el lugar de la cadena significante, aquella que gobierna
todo lo que se presentifica del sujeto. El Otro del que se trata es
también el discurso del Otro, lugar de la palabra.
Ese objeto que el sujeto le arrebata al Otro -el objeto a-,
que le amputa al Otro, marcará su destino de tal manera que veremos a
ese sujeto establecer relaciones con el mundo, con las personas, etc.,
siempre en posición de “soy manipulado por el Otro”. El Otro se presenta
así: “te manipulo”. El sujeto que está “listo para llevarlo” toma esto
en su fantasma así: “soy manipulado”. El sujeto estará siempre en
posición de “hacerse manipular” por el Otro. En el fantasma fundamental
siempre se trata de un “hacerse” (hacerse castigar, hacerse violar,
hacerse maltratar, etc.). Pero “hacerse manipular”, ¿en qué involucra la
mirada, la voz, las heces o el seno, esos objetos a que el
sujeto le arrebata al Otro? Lo que puede suceder es que uno de estos
objetos, privilegiado por el sujeto, servirá de soporte, tendrá una
función de resorte en la recuperación de ese goce perdido bajo la forma
del fantasma de “hacerse manipular por el Otro”. O sea que el sujeto se
puede hacer manipular bajo la mirada de un semejante. La mirada aquí se
hace necesaria para que el sujeto pase a tener una relación con el Otro
tal que se haga manipular.
Ahora bien, el “te manipulo”, posición
con la que el Otro se presenta, habla de su demanda, demanda del Otro,
lo que el Otro le demanda al sujeto y que habla también de su deseo
inconsciente, del deseo inconsciente de la madre, el más profundo de
todos los deseos, el más enigmático. El fantasma se estructura entonces
como una respuesta del sujeto al deseo del Otro, y el objeto en juego,
el objeto a, es tomado por el sujeto para responder a esa falta que el Otro le presentifica con su deseo enigmático. El objeto a sirve
al sujeto para taponar la falta del Otro, su castración. El fantasma
fundamental, si se quiere, es aquello con lo que el sujeto desmiente la
castración del Otro, o mejor, es aquello de lo que se sirve para hacer
existir la relación sexual que no existe. El fantasma fundamental es así
la suplencia de la no existencia de la proporción sexual, y por esto
mismo todo fantasma tiene un carácter perverso, porque con él el sujeto
hace un desmentido de la castración.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
viernes, 6 de marzo de 2015
420. El fantasma es la respuesta al deseo del Otro.
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