La investigación sexual de los niños es una de las características más
importantes de la sexualidad infantil. Ella comienza bien temprano en la
infancia, antes del tercer año de vida, dice Freud (1916/17), y no
arranca de la diferencia sexual, que nada significa para los niños, ya
que el niño, por lo menos el niño varón, atribuye a ambos sexos el mismo
genital: el masculino. A este período de la vida del niño Freud lo
denominó «fase fálica», la cual sería la tercera fase del desarrollo
psicosexual del niño, después de la fase oral y la fase sádico anal, y
antes de la fase genital.
Durante la fase fálica, entonces, los
genitales de ambos sexos no desempeñan ningún papel, sino solo el
masculino. "Los genitales femeninos permanecen por largo tiempo
ignorados" (Freud, 1940, p. 152), y solo interesa, a niños y niñas, el
genital masculino, es decir, el falo, ya que es el que pueden observar
claramente. Por lo tanto, niños y niñas parten de la «premisa universal
del pene», es decir, de la suposición de la presencia del genital
masculino en todos los seres humanos. En los niños esto es muy claro,
pero ¿por qué en las niñas también? Porque cuando las niñas descubren la
diferencia sexual, ellas la subjetivan pensando que a ellas les falta
el falo, es decir, que a ellas o no les dieron uno, o se lo quitaron, o
no les creció. La referencia es entonces a la presencia del falo en
todos los niños.
¿Cómo subjetiva el niño varón la diferencia
sexual? El dirá que hay seres en el mundo que les falta lo que él sí
tiene, lo cual para él es algo amenazante; al ver que hay seres en el
mundo que no tienen pene, él supone que lo han perdido o que se lo han
cortado; él se va a angustiar por esto, y a esto Freud (1916) lo llamó
«angustia de castración». Entonces, al descubrir el niño varón que una
hermanita o una compañera de juegos no tiene idénticos genitales a los
de él, la primera reacción del niño será "desmentir el testimonio de sus
sentidos, pues no puede concebir un ser humano semejante a él que
carezca de esa parte que tanto aprecia" (Freud, 1916/17, p. 290).
Entonces,
hasta ahora tenemos lo siguiente: Freud llama «complejo de castración»
al encuentro de los niños con la diferencia sexual anatómica. ¿Cómo
subjetivan niños y niñas la diferencia sexual? ¿Cómo inscriben la
diferencia sexual en el psiquismo? Niños y niñas subjetivan dicha
diferencia diciendo: "los niños tienen pene, las niñas... no tienen
pene"; nunca los niños y las niñas subjetivan la diferencia sexual
diciendo: "los niños tienen pene y las niñas tienen vagina". Subjetivar
el pene significa que este recibe por parte del sujeto, una
significación. La significación que le da el sujeto al pene es lo que
hace de él el falo. El falo es, entonces, el nombre que recibe el pene
una vez éste ha sido significantizado, es decir, subjetivado por el
sujeto. Y la forma como subjetivan niños y niñas al falo es: “está o no
está”. Es cuestión de tener o no tener.
Como ya se indicó, los
genitales femeninos a esta edad del niño (entre tres y cinco años) son
ignorados, no tienen ninguna importancia, ya que lo que pesa en los
niños es lo que observan, lo que ven; “hasta hoy -dice Miller (2002)- es
un hecho que un tengo esencial, primordial, recae sobre el pene” (pág.
153), recae sobre eso que se ve, y lo que ven niños y niñas es que hay
seres que tienen algo que a los otros les falta; es así como se
subjetiva ese tener o no tener un pene, es así como se subjetiva la
diferencia sexual en ambos sexos. Por eso lo que Freud llamó
«castración» es una castración simbólica; no es una castración real: a
nadie se le corta nada; la falta de pene que se introduce en la niña es
simbólica.
Así pues, todo infante suele creer que todos los seres
del mundo tienen un solo genital, el masculino. Tanto para la niña como
para el niño, sólo el genital masculino es tenido en cuenta a la hora
de establecer la diferencia sexual. El genital femenino, como ya se
dijo, no significa nada para ellos; se le puede explicar la diferencia
sexual a una niña diciéndole que los niños tienen pene y las niñas
vagina, pero esto no le dice nada. Lo que sí le dice algo es lo que ella
observa: que hay seres que tienen un apéndice que ella no. Igual el
niño: en el momento de su encuentro con la diferencia sexual, el niño no
puede creer lo que ve: que existen seres que no tienen lo que él sí
tiene.
Entonces, en un primer momento, el niño tiene la creencia
de que todos tienen pene. “Así como soy yo, así debe ser todo el mundo”.
No existe en la psiquis del niño la posibilidad de que alguien no lo
tenga. En un segundo momento el pene es algo presente en los niños pero
que falta en las niñas; entonces él piensa que puede perderlo; considera
que la niña no lo tiene porque lo perdió. A su vez, la niña considera
que el varón, por tener un pene, es completo, y que ella ha sido privada
de ese órgano, que no se le dio. Esto la lleva a sentirse incompleta,
inclusive inferior al niño, entonces va a desear querer tener uno, tener
un pene. A este deseo Freud lo llamó «envidia del pene»; esto lleva a
muchas niñas a comportarse como los niños: empiezan a orinar de pie, o a
jugar los juegos de los niños: fútbol, etc. Ella tampoco se resigna a
no tener lo que el niño sí tiene, y desea uno para ella.
El
tener el falo no es ninguna ventaja para los hombres, ya que temen
perderlo -angustia de castración-; por eso se dedican a cuidar lo que
tienen: su pene, su dinero, su mujer, esa con la que hacen ostentación
de lo que tienen, al igual que con su moto, su automóvil o sus lujos,
ostentación que los hace ver como unos idiotas. Las mujeres no tienen
falo, pero desean tener uno -envidia del pene-; para eso recurren a
sustituir simbólicamente el falo por otros objetos: un hijo por ejemplo
(Brodsky, 2004). Así pues, a las mujeres les va mejor: como no tienen
nada que perder, no padecen de la angustia de castración. Esto las hace
más aguerridas y más decididas con lo que desean en la vida.
Por
último: el complejo de castración vale para ambos sexos, solo que niños y
niñas lo viven de una manera diferente: los niños temen perder lo que
tienen, las niñas, en cambio, desean uno para ellas. Estas dos
posiciones, en unos y otras, tendrá enormes consecuencias en la posición
subjetiva como hombres y como mujeres.
UN BLOG SOBRE PSICOANÁLISIS LACANIANO. Los textos cortos aquí publicados, aparecieron en el semanario La Hoja de Medellín, entre los años 1995 y 1999, en una columna titulada «Sentido Común». A partir del 18 de julio de 2007, he empezado a publicar otros textos cortos, reflexiones, ideas, desarrollos teóricos del psicoanálisis lacaniano. Espero les sea de utilidad para pensar al sujeto y como introducción al psicoanálisis. Bienvenidos!!
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