jueves, 26 de marzo de 2020

493. ¿Qué es el falo en el psicoanálisis?

Cuando Freud hace uso del concepto de falo en su teoría, lo hace para simbolizar la presencia o ausencia del pene en los niños; Freud, en un principio, no distingue entre el falo como referente simbólico y el pene como realidad anatómica. Freud recurre aquí a ese símbolo que, desde la antigüedad, representaba la fertilidad, la virilidad, la potencia, el poder. Es por esto que el falo se refiere más al pene erecto, o a un objeto que se asocie a la forma que él tiene. Esto permite aclarar que el falo no es equivalente al pene, ya que un pene flácido no es fálico; pero tener un pene, que es el caso de los niños varones, le brinda al sujeto un atributo fálico, lo que hace que muchas mujeres deseen tener un niño en lugar de una niña, debido a que el niño es percibido como completo –no le falta nada–, y la niña es percibida incompleta, en falta.

Freud, entonces, hace uso del concepto de falo al hablar de la "fase fálica", fase que hace referencia a la primacía de los genitales exteriores en el momento en el que el niño subjetiva la diferencia sexual. Durante la fase fálica los genitales de ambos sexos no desempeñan ningún papel, sino solo el masculino. “Los genitales femeninos permanecen por largo tiempo ignorados” (Freud, 1940), y solo interesa, a niños y niñas, el genital masculino, es decir, el falo, ya que es el que pueden observar claramente.

Así pues, la fase fálica es un período de la vida del niño en el que se despierta su curiosidad sexual debido al descubrimiento de la diferencia sexual anatómica. La investigación sexual de los niños es una de las características más importantes de la sexualidad infantil. Ella comienza bien temprano en la infancia, antes del tercer año de vida, dice Freud (1916/17), y no arranca de la diferencia sexual, que nada significa para los niños, ya que el niño, por lo menos el niño varón, atribuye a ambos sexos el mismo genital: el masculino.

Entonces, en el psicoanálisis el falo no es el pene como realidad biológica, sino el papel que la representación de este órgano juega en la fantasía y en la diferencia sexual; el falo es entonces el significante con el que se marca la diferencia sexual entre hombres y mujeres de una manera muy sencilla: se lo tiene o no. El problema es que solo existe un significante para nombrar la diferencia sexual: el falo. ¿Cómo inscriben todos los niños la diferencia sexual en el psiquismo? Niños y niñas subjetivan dicha diferencia diciendo: “los niños tienen pene, las niñas… no tienen pene”; nunca los niños y las niñas subjetivan la diferencia sexual diciendo: “los niños tienen pene y las niñas tienen vagina”. Niños y niñas parten de la «premisa universal del pene», es decir, de la suposición de la presencia del genital masculino en todos los seres humanos. En los niños esto es muy claro, pero ¿por qué en las niñas también? Porque cuando las niñas descubren la diferencia sexual, ellas la subjetivan pensando que a ellas les falta el falo, es decir, que a ellas o no les dieron uno, o se lo quitaron, o no les creció. La referencia es entonces a la presencia del falo en todos los niños.

Decirle a una niña que los niños tienen pene y las niñas vagina, no le dice nada, porque a ella lo que le interesa es lo que ve: el falo que tienen los niños y que a ella le falta. El significante «vagina» le entra por un oído y le sale por el otro; ella está preocupada por lo que observa: la presencia del pene en los niños. Los genitales femeninos a esta edad del niño (entre tres y cinco años) son ignorados, no tienen ninguna importancia, ya que lo que pesa en los niños es lo que observan, lo que ven; “hasta hoy -dice Miller (2002)- es un hecho que un tengo esencial, primordial, recae sobre el pene” (pág. 153), recae sobre eso que se observa, y lo que ven niños y niñas es que hay seres que tienen algo que a los otros les falta.

Se lo tiene o no: es así como se subjetiva ese tener o no tener un pene, es así como se subjetiva la diferencia sexual en ambos sexos. El tener el falo no es ninguna ventaja para los hombres, ya que temen perderlo -angustia de castración-; por eso se dedican a cuidar lo que tienen: su pene, su dinero, su mujer, esa con la que hacen ostentación de lo que tienen, al igual que con su moto, su automóvil o sus lujos, ostentación que los hace ver como unos idiotas. El hombre, entonces, se dedica a cuidar, controlar, contabilizar todo lo que tiene, quedando inscrito en la estructura neurótica como neurótico obsesivo.

La niña considera que el varón, por tener un pene, es completo, y que ella ha sido privada de ese órgano, que no se le dio. Esto la lleva a sentirse incompleta, inclusive inferior al niño, entonces va a desear querer tener uno, tener un pene. A este deseo Freud lo llamó «envidia del pene». Esta envidia del pene lleva a muchas niñas a comportarse como los niños: empiezan a orinar de pie, o a jugar los juegos de los niños: fútbol, etc. Ella no se resigna a no tener lo que el niño sí tiene, y desea uno para ella, por eso se empieza a comportar como un niño.

Con el significante «falo», tanto el hombre como para la mujer identifican a ambos sexos, es decir, que con un solo significante se señala la diferencia sexual: los que lo tienen son los hombres y las mujeres son aquellas que están privadas de él. Niños y niñas establecen siempre la diferencia sexual diciendo: los niños tienen pene, las niñas no lo tienen; así es como niños y niñas subjetivan la presencia o ausencia del pene -complejo de castración-. Por esta razón también se dice que el falo es un significante sin par: no hace pareja con ningún otro significante, de tal manera que en el lugar del Otro sólo existe un significante para señalar la diferencia sexual, y no dos. Es como si faltara el significante que permitiría identificar al Otro sexo.

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