miércoles, 31 de marzo de 2010

49. El maltrato infantil.

Las estadísticas de maltrato infantil -de cada 1000 niños, 148 sufren castigos físicos, violencia verbal o abuso sexual- si bien son alarmantes y hablan de todo lo que se le hace a los niños -se los abandona, explota, prostituye, secuestra, asesina, etc.-, a través de toda la historia y no sólo en este país, los niños no han dejado de ser objeto de abuso. En esto ayuda su posición de indefención frente al adulto; son víctimas fáciles de ese impulso que tiene el ser humano por ultrajar, explotar y abusar sexualmente de otros.

¿De dónde esa pasión del hombre por maltratar a sus semejantes? Esto no es algo instintivo en él, ni algo de su animalidad, sino que los sujetos nacen sin mecanismos de regulación de su sexualidad y agresividad. La investigación psicoanalítica ha establecido que el ser humano es un ser pulsional, y que por más bondadoso que sea, alberga en él deseos de abusar del prójimo. La pulsión es el nombre que le da el psicoanálisis al impulso sexual en el ser humano, en tanto que él no está regulado por el instinto, como sucede en los animales.

El psicoanálisis ha descubierto que en los actos de abuso, el hombre encuentra una satisfacción inconsciente que en muchas ocasiones tiene un carácter sexual. Entre la sexualidad y la crueldad se establece un vínculo que lo puede llevar a elegir una forma de satisfacción pulsional que va en contra de todo ideal de convivencia y moralidad, y que se expresará en el abuso de otros.

Los tratamientos pedagógicos -campañas preventivas y educativas- tienen muy poco efecto frente a esos impulsos. El abuso continúa y las normas que los seres humanos han creado no bastan para controlar ese empuje a lo peor de la pulsión. ¿Qué se puede hacer con esta dimensión del sujeto? El psicoanálisis plantea un tratamiento que busca controlar la pulsión. Pero su oferta es limitada: está dirigida a aquellos sujetos que estén dispuestos a asumir una responsabilidad y a analizar sus impulsos sexuales y agresivos. Desafortunadamente, las sujetos dispuestos a ello no son muchos.

martes, 30 de marzo de 2010

48. La agresividad humana.

El psicoanálisis reconoce la existencia de una fuerte inclinación agresiva en todos los seres humanos, la cual no está regulada por ningún instinto, como sí sucede en los animales. El ser humano no es por naturaleza un ser dócil o amable. Estas son cualidades que deberá conquistar en el transcurso de la vida.

Es por esa cuota de impulsos agresivos que el hombre hace de su semejante, no solo un amigo, sino también una tentación para satisfacer en él la agresión, violándolo, timándolo, humillándolo, asesinándolo, torturándolo, etc. La agresividad en el sujeto está siempre dispuesta a manifestarse; solo necesita de provocación. Inclusive bajo circunstancias propicias se exterioriza espontáneamente, desenmascarando a los seres humanos como “bestias” que ni siquiera respetan a los miembros de su propia especie, y esto a pesar de que la cultura ha establecido toda una serie de límites que sirven para inhibirla (leyes, castigos, normas, etc.).

La existencia de esta inclinación agresiva en toda la humanidad es el factor que más perturba los vínculos entre sus miembros. Ella obliga a la cultura a realizar un gran gasto de energía tratando de frenarla. A raíz de esta hostilidad primaria y recíproca, la sociedad se encuentra bajo una permanente amenaza de disolución. Ni siquiera el interés común por cohesionar a los hombres logra contenerla; las pasiones que vienen del impulso agresivo son más fuertes que la razón y, sin embargo, esta es la herramienta de que dispone el sujeto para controlar su impulsividad.

La cultura parece no haber conseguido regular dicha agresividad con metas e ideales comunes, sobretodo en nuestra sociedad contemporánea. Ni siquiera la ley y el castigo a criminales alcanzan para detener las exteriorizaciones más sutiles de la agresión humana. La agresividad se manifiesta de muy diversas maneras en lo cotidiano, desde un chiste pesado o una mirada desdeñosa, hasta una palabra ofensiva o un chisme malintencionado; hay que distinguir, eso si, entre la intensión agresiva y el acto violento.

lunes, 29 de marzo de 2010

47. Familia versus Cultura.

El psicoanálisis tiene por teoría que la constitución de la familia estuvo vinculada al hecho de que la satisfacción sexual dejó de ser algo ocasional y se volvió habitual desde que el hombre primitivo decidió retener junto a sí a la mujer con la que alcanzaba dicha satisfacción. Junto a este poder del amor genital que unió al varón con su mujer, estaba la necesidad de trabajar para sobrevivir. El amor y el trabajo contribuyeron así en el establecimiento de la convivencia de los seres humanos en familia y son los precursores de la cultura humana.

El amor que fundó a la familia sigue activo en la cultura, conformando nuevas familias. Pero este amor suele contraponerse a los intereses de la civilización. A su vez, la cultura amenaza al amor con sensibles limitaciones. Uno de los fines de la cultura es hacer que los seres humanos se agrupen en círculos sociales cada vez más vastos. La familia, en cambio, no quiere siempre desprenderse del sujeto. Existe entonces un conflicto entre la familia y la comunidad.

Las mujeres con su amor materno, pronto entran en oposición con la cultura y despliegan un influjo que retrasa el ingreso del sujeto a la sociedad. Ellas cuidan de los intereses de la familia y a pesar de que el trabajo ya no es más exclusivo de los hombres, su poder para retener a los hijos en el círculo familiar continúa.

Cuanto más unidos sean los miembros de la familia, tanto más y con mayor frecuencia optarán por aislarse de otros individuos y grupos sociales, y tanto más difícil se les hará su ingreso en lo social. Soltarse de la familia llega a ser un problema inherente al desarrollo psicológico para cada joven y una tarea en cuya solución la sociedad solía apoyarlo mediante ritos de pubertad e iniciación. Ahora estos ritos han sido desplazados por otro tipo de actos que no tienen la misma significación; esta es la razón por la que el paso de niño a adulto se ha hecho cada vez más difícil. Dicho cambio se ha ido dilatando y la adolescencia se ha prolongado cada vez más, haciendo ver a los jóvenes de hoy como seres inmaduros para enfrentar la vida.

sábado, 27 de marzo de 2010

46. Rasgos de cultura.

Entre los rasgos que el psicoanálisis distingue para medir la cultura de un país, se destaca el cuidado de todas las cosas que le son útiles. La veneración de la belleza también es algo que se exige a la cultura; igual sucede con la limpieza y el orden. La suciedad es rechazada, y el orden parece una obsesión necesaria para llevar una vida en comunidad; a sus miembros se les enseña cómo, cuándo y dónde algo debe hacerse, para aprovechar al máximo el uso del espacio y el tiempo.

En ningún otro rasgo se mide mejor el nivel cultural de un pueblo que en el cuidado que se le da a actividades psíquicas como el trabajo intelectual, el científico, el artístico y el papel rector de las ideas en la vida del hombre; en la cima de estas están los sistemas religiosos, las especulaciones filosóficas y todos los ideales y principios que rigen una sociedad.

Como último rasgo de cultura está el modo en que se regulan los vínculos recíprocos entre las personas: sus relaciones sociales, sexuales, familiares y con el Estado. La cultura se inició con el primer intento de reglar los vínculos entre los hombres. Sin dicha reglamentación, los lazos sociales estarían sometidos a la arbitrariedad del individuo de mayor fuerza física, quien actuaría de acuerdo a sus impulsos egoístas.

La convivencia humana se hizo posible con al adhesión de una mayoría que resultó más fuerte que el individuo; este fue un paso decisivo en el establecimiento de la cultura. Su esencia consiste en que los miembros de una comunidad ponen limites a la posibilidad de satisfacer sus impulsos, en tanto que el individuo no conocía tal limitación. El siguiente requisito cultural será la justicia, es decir, la seguridad de que el orden jurídico establecido no se quebrantará para favorecer a un individuo. El resultado será un derecho al que los capaces de llevar una vida en comunidad contribuyen con el sacrificio de sus pasiones primitivas y en la cual nadie pueda resultar víctima del abuso de otros. Lo aquí expuesto nos ayuda a responder si nuestra sociedad es en realidad culta.

miércoles, 24 de marzo de 2010

45. El peso de la cultura.

A la cultura se la puede definir como el conjunto de acciones y normas que han distanciado la vida moderna de la primitiva animalidad del hombre. Son reconocidas como “culturales” todas las actividades y valores que son útiles para poner la tierra al servicio del sujeto, protegerse contra la las fuerzas de la naturaleza y establecer vínculos sociales firmes y duraderos con sus semejantes.

Pero sucede que el ser humano suele responsabilizar a la cultura de gran parte de su miseria e infelicidad; existe en él una hostilidad casi natural hacia ella. Se piensa que la vida sería más plena si se suprimieran o disminuyeran sus exigencias y se regresara a una vida rudimentaria que contribuyera al retorno de las posibilidades de dicha. Si bien la humanidad no se suele sentir del todo bien dentro de la cultura, es muy difícil formarse un juicio acerca de épocas anteriores para saber si las condiciones de vida ayudaban a que ella fuera más feliz y en qué medida.

Al sujeto le es difícil soportar las muchas frustraciones que se le imponen viviendo en sociedad en aras de sus ideales culturales. Es verdad que el ser humano ha hecho extraordinarios progresos a nivel científico y tecnológico, logrando en gran medida un gobierno sobre la naturaleza que antes ni se imaginaba. Pero este sometimiento de las fuerzas naturales no ha promovido, como se pensó en algún momento, el cumplimiento de una vida más completa y llena de prosperidad; la tecnociencia no ha hecho a los hombres más felices, por el contrario, ella trae consigo otras exigencias aún mayores.

Antiguamente el hombre se había formado una representación ideal de omnipotencia y omnisciencia que encarnó en sus dioses, los cuales, a su vez, representaban los ideales de cultura. Con la ciencia y la tecnología el hombre ha cumplido gran parte de sus deseos y se ha acercado tanto a aquel ideal que casi ha llegado a ser él mismo un dios. Y, aún así, el sujeto no se siente pleno con su semejanza con un dios. Más bien, esta nueva posición lo carga con más y nuevos interrogantes sobre su futuro y el sentido de su existencia.

viernes, 19 de marzo de 2010

44. La explotación del deseo.

El capitalismo gobierna actualmente los destinos del planeta; no hay un solo rincón del mundo que no escape a sus efectos. La relación establecida entre el mercado y el capitalismo permite la explotación del deseo humano. El mercado promete toda una serie de objetos que colmarían el deseo. Pero el deseo no tiene un objeto que lo colme; si dicho objeto existiera, en cuanto se obtuviera el deseo moriría.

Con el mercado se desencadena un consumismo alocado. Cada vez que se promete al individuo el último objeto de deseo -el carro más lujoso, el equipo de sonido más potente, la computadora con más memoria, etc.- el deseo es relanzado, precisamente porque no hay el objeto que lo colme; pero el mercado hace creer con su propaganda que lo que falta está en el mercado, que se debe comprar ese nuevo objeto para satisfacer el deseo.

De la relación capitalismo-mercado, que con ayuda de la ciencia hace posible la distribución de los mismos productos en todo el mundo, resultan cinco consecuencias:

La toxicomanía, la cual aporta mucho dinero al capitalismo. En ella un sujeto está pegado a su objeto de deseo: la droga, aislándose de todo lazo social.

El segregacionismo: El poder segregacionista de la ciencia explota el racismo cuando, por ejemplo, saca a la luz investigaciones que dicen que los blancos son más inteligentes que los latinos y los negros.

El cuerpo es mercadeado: hay una oferta del cuerpo humano en el mercado, lo que se observa en el tráfico de niños para su adopción, las madres que “alquilan” su útero para tener un niño, el tráfico de órganos, la cosmética -la cual promete al las personas un cuerpo perfecto: más o menos senos, más «derriere», nada de grasa, etc.-

El saber se ha convertido en un objeto capitalizable, por esta razón las investigaciones científicas ya no obedecen a un espíritu de investigación, sino a un interés de lucro.

La ciencia no se detiene, por esta razón se han tenido que crear comités de ética, para ponerle un límite a las investigaciones científicas, como, por ejemplo, en la manipulación genética y la clonación.

miércoles, 17 de marzo de 2010

43. Buscando la felicidad.

El ser humano recurre a una serie de tareas con las que espera ser feliz. Entre ellas se destaca el trabajo, el cual desempeña un importante papel a nivel psicológico: inserta al sujeto en la comunidad humana; el trabajo afianza y justifica la vida en sociedad.

Están también las ilusiones que el sujeto se crea en la vida: sus fantasías; en ellas se cumplen deseos de difícil realización -de poder, sexuales y/o agresivos-. Entre las satisfacciones de la fantasía está el goce de las obras de arte, el cual procura una débil narcosis que sustrae pasajeramente de los apuros de la vida.

Otro procedimiento para alcanzar la felicidad y sentirse dichoso de alguna manera, es el rompimiento del vínculo con la realidad, fuente de todo padecer. El psicoanálisis es de la opinión de que cada sujeto, en algún momento de la vida, se comporta como los locos, que corrigen algún aspecto insoportable del mundo, de acuerdo a sus deseos, e introducen un delirio que crea una transformación de la realidad. Todo sujeto procura vivir una realidad que le es propia, y que cree única y verdadera. Las religiones se caracterizan por unos tales delirios de masas: desfiguran de forma delirante la imagen del mundo real, imponiendo a todos por igual su camino para conseguir satisfacción y protegerse del sufrimiento.

Una cuarta orientación sitúa al amor como aquel del que se espera toda felicidad: amar y ser amado. El amor sexual procura la experiencia más intensa de placer, siendo este el paradigma de toda dicha. Pero nunca estamos menos protegidos contra las penas y el dolor que cuando se ama; nunca más desdichado que cuando se ha perdido a la persona amada y a su amor.

Si bien muchos sujetos se empeñan en ser felices, dicho objetivo parece irrealizable. No por esto se debe renunciar al propósito de acercarse de algún modo a su cumplimiento. Cada uno tiene que ensayar por si mismo la forma de alcanzarlo. Lo que importa es cuanta satisfacción se puede esperar del mundo exterior y la independencia que se alcance respecto de él. También cuenta para esto la fuerza con la que se crea contar para modificar al mundo según los propios deseos, sin excederse en extremos.

domingo, 14 de marzo de 2010

42. ¿Felicidad?

La vida trae consigo dolor, desengaño y problemas insolubles. Para soportarla, el ser humano recurre a calmantes de tres tipos: poderosas distracciones que hacen valorar en poco su miseria; satisfacciones sustitutivas que reducen las penas; sustancias embriagadoras que vuelven insensible el dolor de existir. Al parecer algo de esto se hace indispensable para resistir la vida.

La actividad científica y académica son unas de esas poderosas distracciones que alejan al sujeto de su condición de miseria; las artes en general son un buen ejemplo de lo que son unas satisfacciones sustitutivas; y las drogas, desde el alcohol hasta los poderosos barbitúricos, influyen sobre el cuerpo alterando su funcionamiento químico. La religión también tiene aquí su lugar: sirve de paliativo y para que el sujeto le dé un sentido a su existencia. Sólo la religión sabe responder a la pregunta por el fin de la vida. Inclusive la idea de que la vida tenga algún propósito, parece depender por completo de los sistemas religiosos.

El ser humano suele tener como meta en la vida alcanzar la felicidad. Por un lado, quiere la ausencia de dolor y, por otro, desea vivenciar un intenso placer. El psicoanálisis revela que el propósito de que el hombre sea dichoso en la vida no está contemplado dentro de los planes de la Creación. La felicidad es más bien una satisfacción repentina y episódica. El sujeto está estructurado de tal manera que sólo goza con intensidad del contraste, y muy poco de un estado de felicidad permanente.

Más fácil se experimenta la desdicha. El sufrimiento amenaza desde tres lados: el cuerpo propio, destinado a la ruina, las enfermedades y la muerte, y no puede prescindir del dolor y la angustia; el mundo exterior, que arremete con fuerzas destructoras: terremotos, inundaciones, etc.; y los vínculos con los otros, lo cual es lo que más dolor le procura al sujeto. Será dichoso sólo quien escape al sufrimiento, pero esto, por el hecho de estar vivos, es bien difícil de lograr.

viernes, 12 de marzo de 2010

41. La eficacia simbólica.

El día de las brujas y los cuentos sobre las hechiceras de los pueblos de Antioquia, hacen pensar en por qué tienen efecto los sortilegios, el “mal de ojo”, los maleficios, los ensalmos, los hechizos, etc., en muchos seres humanos.

A nivel médico hay un fenómeno que se puede comparar con las prácticas anteriores: se trata de los medicamentos placebos, los cuales están destinados a hacer efecto por medio de la sugestión psíquica y no porque contengan algún componente químico, curando al enfermo de algún dolor u otro malestar menor.

A este efecto psicológico del medicamento placebo sobre el sujeto, se le llama eficacia simbólica. Simbólica porque en ella se pone siempre en juego la palabra, el significante. El significante es el elemento último en el que se descompone el lenguaje. El signo lingüístico se divide en significado y significante. El psicoanálisis le da al significante un lugar predominante en la determinación del significado, del sentido de las palabras. En la eficacia simbólica lo que se observa son las consecuencias del poder de las palabras, del significante, cuando estas son utilizadas como herramienta para sugestionar.

Este poder terapéutico de la palabra invade todo el campo de la salud; es algo que se sigue provocando sin que se sepa que se trata de mera sugestión, como sucede en muchas prácticas terapéuticas. Así como se puede sugestionar con piedras, colores y aromas, también se puede hacer con hechizos y encantamientos. Esto sucede porque el poder de esas prácticas está en la eficacia del símbolo, de la palabra.

Ahora bien, dado que la sugestión es un fenómeno psicológico por el cual una idea, un sentimiento, un comportamiento, se imponen al psiquismo por la acción de una influencia externa, para poder sugestionar se necesita de personas sugestionables, es decir, de sujetos que crean en lo que se les dice y/o que confíen en la persona que les habla. Si la persona no es receptiva, nada tendrá efecto en ella, ni brujerías, ni terapias basadas en la sugestión.

miércoles, 10 de marzo de 2010

40. El parricidio.

En muchas ocasiones se ha escuchado la noticia de padres que asesinan a sus hijos e hijos que asesinan a sus padres; al primero se le denomina filicida, y al que da muerte a su padre, parricida. De hecho, el parricidio fue situado por Sigmund Freud como lo que dio inicio a la actual organización social. Él supuso, basado en teorías darwinianas, que en el origen de nuestra cultura, existían hordas en las cuales un padre violento y celoso gobernaba y se reservaba a todas las mujeres para sí. Los hijos varones eran expulsados del clan una vez crecían, y aquel padre dominante era envidiado y temido por éstos. Freud advierte que este estado primordial de la sociedad no ha sido observado en ningún lugar, pero él elabora este mito -el último gran mito moderno- sobre el estado original de la sociedad humana.

Los hermanos de la horda odiaban al padre; él constituía un obstáculo para la satisfacción de sus deseos sexuales y de poder. Arrojados del clan, deciden unirse para asesinarlo y devorarlo -lo cual era algo natural entre tribus caníbales-. Logran así lo que cada uno deseaba: ocupar el lugar del padre y quedarse con sus mujeres, poniendo fin a la horda paterna.

Como también amaban y admiraban al padre, tras su asesinato se abrió paso una serie de sentimientos que delataban un arrepentimiento por lo hecho, naciendo de este modo la conciencia de culpa. El padre muerto se volvió más fuerte de lo que era en vida y lo que él prohibía fue acatado por todos los hermanos: declararon interdicto el parricidio y renunciaron a tomar a las mujeres.

Con la devoración del padre se origina la primera fiesta de la humanidad, el banquete totémico, el cual sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal con la que tuvieron comienzo las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y las religiones. Desde esa conciencia de culpa del hijo varón se crearon las dos prohibiciones fundamentales que están en el origen de toda cultura: la prohibición de matar y la prohibición del incesto.

domingo, 7 de marzo de 2010

39. ¿Sólo cerebro y genes?

La moderna neurociencia busca el origen de la enfermedad mental en el organismo. La neuropsicología y la neuropsiquiatría han auscultado cada rincón del cerebro en la búsqueda del origen del autismo, la esquizofrenia, la psicosis, etc. No han dejado ni un centímetro de la materia gris sin estudiar y tienen a un grupo de neuronas comprometidas en lesiones, pero estas supuestas lesiones, que no se ven, que no dejan ninguna huella en el cerebro, son catalogadas como disfunciones, daño cerebral mínimo, trastorno mental, etc.

También la neurociencia ha llevado a establecer como origen de la homosexualidad a un gen de la madre, como si fuese posible la existencia de un “gen gay”; igualmente, enfermedades mentales como la esquizofrenia tendrían como origen un “gen loco”, y así sucesivamente para un buen número de patologías, de tal manera que el sujeto se agota en lo natural. Hay que advertir que si se revisan objetivamente los procedimientos para establecer los resultados de esas investigaciones “científicas”, se encontrarán grandes fallas en el método y en los procedimientos, y aún así, ellos nunca aparecen como definitivos.

El psicoanálisis pone en evidencia que hay una inadecuación de la ciencia para dar cuenta del ser humano. Él busca el origen de lo humano a otro nivel: a nivel del lenguaje, de lo simbólico, en tanto que lo que diferencia de manera radical al ser humano de los animales, es el hecho de que habla y de que piensa, cosas que solo son posibles gracias a la existencia del símbolo. La ciencia fracasa al prescindir de esta dimensión cuando intenta explicar muchas de las conductas del sujeto. Lo anterior no significa que el organismo es abolido por el psicoanálisis; él siempre lo tiene en cuenta, pero no reduce el ser humano a eso.

Contemporáneamente se encuentran dos corrientes respecto del hombre: los que insisten en introducirlo en las ciencias humanas, identificado a sus ideales y valores, y los que lo introducen en lo biológico, reduciéndolo a ser un puro organismo: un cerebro, unos genes, etc. Ninguno de los dos caminos ha sido el del psicoanálisis.

viernes, 5 de marzo de 2010

38. Masas y Amor.

La psicología de las masas enseña sobre el poder ordenador y apaciguador del amor. Ella explica cómo se unen en paz un gran número de sujetos alrededor de un líder o de un ideal. Una masa no es más que el amor uniendo a muchos seres humanos y reiterado en cada una de ellos.

Las fuerzas armadas y la Iglesia son grupos muy estables debido a la incidencia apaciguadora del amor, del amor del líder. Por ocupar el lugar del ideal, el líder ama y es amado por todos, y a su vez, por amar a un mismo líder, las personas se aman entre sí. El poder apaciguador y unificador del líder o del ideal, no significa la desaparición de las tendencias destructivas, sino su control, su puesta al servicio del ideal, que, si se debilita, suscita un incremento de las tensiones y un deterioro de los vínculos.

En toda masa se crea un ambiente homogéneo y unificador para todos. Es el ambiente que se siente en un estadio de fútbol entre un equipo y su hinchada o en un concierto cuando los «fans» cantan junto con el cantante y todos se sienten unidos como hermanos, como formando un solo cuerpo, lo que se parece bastante a lo que sucede en cualquier rito religiosos.

Viendo el comportamiento de los seres humanos, es imposible admitir que el amor del líder solucione los conflictos entre ellos y haga la paz. A pesar de la cohesión amorosa de la humanidad por el poder unificante del amor, resta siempre un malestar. El amor de un líder no soluciona el malestar en la civilización -odios, guerras, terrorismo, etc.-, y en ocasiones el líder es quien empuja a hacer el mal. El malestar que persiste en la cultura testimonia del fracaso del amor para resolver el empuje del hombre a satisfacerse con el mal y autodestruirse.

553. Las clínicas de urgencias subjetivas

Las clínicas de urgencias subjetivas son espacios dedicados a atender crisis emocionales o psíquicas desde una perspectiva psicoanalítica la...