jueves, 29 de septiembre de 2011

314. ¿Qué es un niño?

Para el psicoanálisis un niño son tres cosas: es nada, es una sustitución, y es un sujeto en el campo del Otro (con mayúscula) (Arroyave, 2007). Decir que un niño es "nada" significa que un niño no es más que lo que se diga de él, o de lo que se desee para él. Un niño empieza a "ser", empieza a existir, sólo cuando alguine lo nombre, cuando alguine lo desee o piense en él. Mientras no haya alguien que lo nombre, lo desee o lo piense, un niño es "nada", o "nadie".

Un niño es también una sustitución, es decir, viene a sustituir algo, viene en lugar de otra cosa. En el complejo de Edipo de la niña queda claro que un niño es aquello que una niña espera de su padre (Arroyave, 2007). Un niño viene como sustituto de aquello que no le fue dado a la niña. Aquello que no le es dado a la niña y que ella desea, no es otra cosa que el falo. Con el complejo de castración -núcleo del complejo de Edipo-, es decir, el encuentro de la niña con la diferencia sexual, ella descubre que le falta algo que el niño sí tiene: el falo, y a partir de ese momento, ella envidia el pene del niño, es decir, quiere uno para ella. El niño pasará, entonces, a ser un sustituto del falo que le falta; así pues, un niño es una equivalencia, es algo que viene en sustitución de otra cosa, en aquellas niñas en las que se produce simbólicamente esa sustitución del falo por el niño.

Por último, un niño es tal sólo en el campo del Otro; este Otro no es la persona como tal, no es el señor o la señora que hacen de papá o mamá; ser padre o madre son, en el psicoanálisis lacaniano, funciones, lugares vacíos que pueden venir a ser ocupados por cualquier persona. Así pues, madre y padre no son necesariamnete los padres biológicos; madre es la persona que le brinda los cuidados necesarios al niño para que este sobreviva y además le da su afecto, y padre es sobretodo una función simbólica, que tiene que ver con ponerle límites a esa relación tan incestuosa que se establece entre una madre amorosa y su hijo. Entonces, el Otro con mayúscula se refiere fundamentalmente a las personas que son significativas para el niño, pero, ese "alguien" es significativo para el niño sólo si esa persona lo nombra, lo desea, piensa en él. No es cualquiera el que va a ser significativo para el niño, sino cualquiera que lo nombre, lo piensa y le de un lugar en su deseo (Arroyave, 2007).

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