viernes, 16 de diciembre de 2011

326. ¡Todos adictos!

Hoy vivimos en una época en la que se puede decir que se consume de todo, a tal punto que ya se habla de nuevas adicciones. Ya la adicción al alcohol y las drogas parece vieja; hoy se habla de la adicción a las nuevas tecnologías, al juego –ludopatía–, al sexo, al ejercicio –vigorexia–, al trabajo, y en fin, casi que se podría ser adicto a cualquier objeto o actividad que el mercado ofrece hoy en día o que la contemporaneidad le demanda al sujeto. Incluso, es un hecho que en la modernidad nos hemos hecho adictos a los objetos de la tecnología; vivimos "pegados" o conectados a cuantos objetos nos ofrece el mercado: computador, el celular, las consolas de juego, el GPS, los dispositivos de audio y video –mp3, mp4–, las tabletas, etc., así como en su momento nos volvimos adictos a la radio, la televisión, el reloj, el bíper, etc. La vida de todos los sujetos está atravesada hoy en día por el empuje al consumo de todo tipo de “gadgets”, convirtiendo al individuo en un consumidor que a la vez es consumido por los objetos mismos. “El consumo te consume”, dice un graffiti en una ciudad española.

Casi que lo que habría que preguntarse es: ¿por qué los seres humanos tendemos a ser adictos? Hoy en día casi que se podría plantear la adicción a un objeto o a una actividad como parte de las características de cada ser humano, por eso nos podemos preguntar por qué los seres humanos somos tan “adictivos”, cosa que no sucede con los animales. El acto de drogarse, entre otros, distingue al ser humano de los animales; es como si el hombre fuese por «naturaleza» un ser predispuesto a las adicciones. Algo tenemos los seres humanos, algo hace parte de nuestro ser, que nos hace sujetos proclives a la adicción. Y si a esto se le suman las demandas de la sociedad de consumo, casi que se podría decir: ¡Todos adictos! Como dice Laurent (2011), en la contemporaneidad hay una "relación adictiva que se tiene con los objetos de goce. Porque casi todo puede transformarse en un objeto de goce. (...) Puede volverse adictivo el shopping, el tabaco, la droga, el sexo, todo puede tomar el matiz de una invasión." ¿Cómo responde el psicoanálisis a este nuevo síntoma? El psicoanálisis le ayuda a cada sujeto a inventarse una solución a su medida para resistirse a la pulsión de muerte, resistirse a ese goce invasor; no sin olvidar que existe "el derecho de cada uno a dañarse un poco, no del todo, sólo un poco." (Laurent).

1 comentario:

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