330. Un niño debe aprender a «destetarse».

Cuando un niño hace preguntas se puede pensar que su desarrollo psíquico va bien; hay que preocuparse cuando un niño no hace preguntas. Si esto sucede, es porque hay algo que el niño todavía no tiene resuelto con relación a ese lugar de objeto que todo niño sostiene en su relación con su madre. Todo niño deseado ocupa el lugar de objeto "maravilloso" en el deseo de su madre, pero es muy importante que todo niño aprenda a sustraerse, a correrse de ese lugar de objeto. Esto sucede cuando la madre es un sujeto que desea, más allá de su hijo, alguna otra cosa –trabajar, estudiar, salir con su marido, etc.-, y no se reduce a ser solo madre, sino que también se muestra como mujer, como sujeto deseante. Cuando una mujer se reduce a ser solo mamá, el niño queda atrapado en su deseo como objeto, situación que le dificulta pasar a ser un sujeto.

“Un niño que no aprende a sustraerse del campo del Otro -su madre-, produce en él una crisis, porque no entiende como es dejar de ser objeto y no morirse en el intento, pues no es completamente un objeto, pero tampoco le resulta tan cómodo ser sujeto; se mantiene en un borde, en un límite que puede ser muy crítico para él, y es allí donde se inventa, quizá de una manera no amable, o mejor, con un síntoma, una forma de sustraerse, en la que tampoco termina de comprender bien como sustraerse sin caer en un riesgo peor” (Arroyave, 2007). Un niño en esta posición, es un niño que no pregunta, y si no pregunta, no o va a poder aprender.

Freud dice que lo que lo primero que debe aprender un niño es a destetarse; no se trata solamente de dejar el seno de la madre, sino, y sobre todo, de dejar de ser un objeto para su madre y empezar a ser sujeto. ¿Qué pasa cuando un niño no aprende en la escuela? Pasa que tiene educadores que le contestan todo, que les responden siempre a todas sus preguntas. Un niño se deja de preguntar cuando siempre tiene alguien que le contesta; “si siempre lo que se hace es obturar la curiosidad, entonces para qué preguntar” (Arroyave, 2007). Para que un niño se pueda seguir preguntando, el Otro, en este caso el maestro, no deben contestarlo todo, no debe saberlo todo.

Si el niño no aprende a lidiar con el deseo materno, esto va a generar en él un síntoma, “y muchas veces en los niños se observan síntomas muy marcados, muy graves, que en realidad no responden a un correlato neurológico, fisiológico, o genético” (Arroyave, 2007). Puede ser que el niño no preste atención, no se quede quieto, se enferme a cada rato, sea agresivo, etc., síntomas que perturban el “normal” desarrollo de la clase. Muchos de estos síntomas son una manifestación en el niño de que él no ha logrado aprender como sustraerse del campo del Otro de una manera tranquila, sin sufrimiento. “El niño está atrapado en la pregunta ¿cómo sustraerme de ese campo en el que la madre todo lo sabe, todo lo puede, todo lo intenta, tiene todas las respuestas? Entonces uno de los mecanismos, aunque deformado y peligroso, para poder sustraerse de ese campo, es enfermarse, formar síntomas” (Arroyave). Frente al deseo del Otro el niño recorre un camino angustioso en el que, en palabras de Lacan, realiza una invención subjetiva que le permite tener un síntoma propio.

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