214. El síntoma como solución del sujeto.

El síntoma psíquico tiene un aspecto positivo para el psicoanálisis, aquel que sirve para estructurar el vínculo social, y un aspecto negativo: el síntoma como lo que se opone a dicho vínculo. El síntoma, por tanto, posibilita y permite el lazo social, pero también lo objeta y obstaculiza. El síntoma como solución es la respuesta del sujeto a la no existencia de la «relación sexual» (léase proporción sexual: el hecho de que los hombres no fueron hechos para las mujeres y viceversa). Si bien el sujeto sufre con su síntoma, y de ello se queja, el síntoma es gozado, lo cual lo hace irreductible a la simbolización. El síntoma como solución establece también un límite a la homogeneización, a la uniformización, al poder unificante del significante amo. “Para suplir la inexistencia de la relación sexual, para hacerle frente al encuentro con el otro sexo, para establecer un vínculo social, el sujeto sólo tiene el síntoma, sólo cuenta con el síntoma, sólo puede servirse del síntoma.” (Posada, 1998).

Si bien en un primer momento el síntoma en Lacan designaba una falla, un disfuncionamiento, falla que revelaba una verdad que había que descifrar, en la última parte de su enseñanza el síntoma no es solamente una falla en el funcionamiento, sino que lo que empieza a acentuarse es lo contrario, es decir, el síntoma como solución del sujeto, como un modo de funcionamiento, por lo que el síntoma, más que un desarreglo, es un arreglo.

Mónica Torres en su texto De la identificación al síntoma y retorno (2001) explica como este punto de vista se lo puede encontrar en Freud, en su texto Inhibición, síntoma y angustia, cuando allí se habla de la «incorporación del síntoma al yo», de tal manera que este concepto podría ser un antecedente de la «identificación al síntoma». En Freud, dice Torres, esta incorporación del síntoma al yo hace desaparecer el carácter extraño del síntoma, y permite al sujeto reconocer el síntoma como parte de su personalidad.

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