5. La responsabilidad como castigo.

El establecer normas dentro de un estado lleva implícito una serie de sanciones para quien no cumplan con ellas. Toda norma va seguida de una punición. El castigo es la pena que se impone al que comete una falta o transgrede la ley.

La dificultad al aplicar el castigo es que este solo adquiere sentido si produce malestar, si hiere el narcisismo del sujeto. Unas nalgadas en un niño duelen más a nivel del amor propio que a nivel físico. El castigo que causa un daño real tiene una significación de violencia. Las leyes consagradas en el Código del Menor protegen a los niños de dicho abuso.

La sanción que se da por transgredir una norma, tiene la función de permitirle al padre transmitir a su hijo un sentido de responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos. La responsabilidad como castigo es una de las características esenciales a la idea de hombre que prevalece en nuestra sociedad. Solo se puede castigar al hombre que se considera responsable de sus propios actos. El castigo permite establecer límites y hacer cumplir las normas -estas son necesarias para regular los vínculos entre los seres humanos-. Es también el medio para hacer a una persona responsable de su comportamiento.

Sólo al sujeto que se le exige el cumplimiento de unos deberes es a la que se puede sancionar. La responsabilidad es aquí crucial, es decir, el hecho de decidir si ella es responsable y por lo tanto culpable. Si es irresponsable, no se la podrá sancionar. Ser irresponsable significa que los demás tienen derecho a decidir por alguien, y que se deja de ser un sujeto de pleno derecho. El sujeto de pleno derecho es el que responde de lo que hace y dice, el que responde de sí mismo. El irresponsable, en cambio, no da razón de sus actos.

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