viernes, 4 de febrero de 2011

234. La identificación con la imagen en el espejo.

Para poder entender todo lo que se pone en juego en el estadio del espejo, Lacan señala que basta para ello comprender a dicho estadio como una identificación, la cual es definida claramente como “la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen, cuya predestinación a este efecto de fase está suficientemente indicada por el uso, en la teoría, del término antiguo imago”. (Lacan, 1984, p. 87)

La noción de «imago» está claramente relacionada con la palabra «imagen», pero lo que Lacan pretende al incluirla aquí, en esta definición de la identificación, es subrayar la determinación subjetiva de la imagen. Las imagos son fundamentalmente imágenes de otras personas; Jung, quien fue el que introdujo la palabra imago en la teoría, habla, por ejemplo, de imago paterna, imago materna, etc.

La imagen especular, con la que se identifica el infante, es asumida por él con júbilo, en la medida en que se encuentra en un estado de “impotencia motriz”. Así pues, lo que sucede en este momento es que “el yo [je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto”. (Lacan, 1984, p. 87)

Lo que ha sucedido es, entonces, que la criatura ve su propia imagen como un todo, hace una gestalt de su imagen en el espejo, y la síntesis de esta imagen genera una sensación de contraste con la falta de coordinación del cuerpo, el cual es experimentado como «cuerpo fragmentado». Es decir que su cuerpo es experimentado como dividido -ya que el infante carece todavía de coordinación motriz– en la medida en que su cuerpo es contrastado con su reflejo en el espejo, del cual ya se ha hecho una síntesis: se lo ve como una totalidad.

Lacan lo dice así en el noveno párrafo de su texto: "Es que la forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder, no le es dada sino como Gestalt, es decir en una exterioridad donde sin duda esa forma es más constituyente que constituida, pero donde sobre todo le aparece en un relieve de estatura que la coagula y bajo una simetría que la invierte, en oposición a la turbulencia de movimientos con que se experimenta a sí mismo animándola. (1984, p. 87-88)

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