97. El Nombre del Padre y la Ley.

La cosa más importante que puede transmitir un padre a sus hijos es su «apellido», es decir, su nombre, el «Nombre del Padre»: el nombre con el que se nombrará a su familia -los Restrepo, los González, los Jaramillo, etc.-; el apellido del padre es el que permite identificar a cada sujeto como alguien que pertenece a una familia; el apellido es lo que brinda a cada sujeto una identidad.

El apellido se trasmite cuando el padre reconoce al hijo y lo inscribe en el registro civil como siendo su hijo legítimo, como aquel que portará su apellido. La transmisión del apellido debe hacerse de forma sólida, y no únicamente como un adorno más en el nombre del hijo, lo cual se verificará cuando el hijo lo pueda transmitir o no; se verificará en la medida en que ese hijo, llegado el momento de responsabilizarse de su apellido, sabrá o no fundar una familia y continuar la transmisión del apellido que recibió de su padre.

Junto con el apellido, el padre también está transmitiendo una Ley, una que hace valer su «autoridad» como padre de familia. Hay personas que no llegan a reconocer esa Ley, por lo que su posición en el mundo se hará más difícil. Esa Ley no es la ley del código civil ni la del código penal; es la Ley que hace que un sujeto se pueda reconocer en una cierta identidad: “yo soy fulano de tal, hijo de, hermano de, etc.”.

Es también la ley que hace que un sujeto pueda asumirse como teniendo un cuerpo de hombre o un cuerpo de mujer, es decir, un cuerpo inscrito en un orden sexual que incluye la diferencia de sexos: “soy hombre o soy mujer”. Es también la misma Ley que hace que esté prohibida la relación sexual entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Es la Ley que se puede llamar «la ley del Padre» y que se transmite sólo bajo ciertas condiciones. Se transmite sobretodo si la madre, en su discurso, reconoce al padre como representante de esa Ley. Es la madre la que tiene como tarea reconocerle un lugar de respeto y de amor al padre. Cuando ese respeto y ese amor faltan, la transmisión de esa Ley que ordena toda la subjetividad de un sujeto, será defectuosa y llena de consecuencias en la posición psíquica de ese sujeto en el mundo.

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