El inconsciente, el cual se interpreta, es decir, se descifra, hace cifras, y goza de ello. Hay pues un gozar del inconsciente mediante el ciframiento. Y existe una relación inversamente proporcional entre el ciframiento con el que goza el inconsciente y el desciframiento del inconsciente. Es decir que el significante, cuando es descifrado, cede su goce al dejarse descifrar. Pero, atención, esto hace de la práctica del desciframiento, una práctica de goce. En el análisis hay un goce del desciframiento, que puede hacer del análisis algo infinito, que no termina -como le sucede a los junguianos interpretando los sueños de sus pacientes-. Siempre es posible descifrar una y otra vez, sin fin, al inconsciente que goza de cifrar. ¿Qué hacer entonces?
“...el cifrado –cito a Miller (1998)–, es un término de pura escritura. Por consiguiente, cuando tenemos que hablar de cifrado, ya no hablamos simplemente de los efectos de significación sino de la adquisición de sentido.” Y agrega un poco más adelante: “Desde el momento en que el lenguaje se estudia a partir de la escritura y no de la palabra, se plantea la pregunta por el modo en que algo adquiere sentido y por el lugar donde lo adquiere.” (p. 280). A partir de aquí podemos establecer una diferenciación entre «significación» y «sentido», diferenciación que es difícil de establecer a partir del texto de Lacan Función y campo de la palabra...
El significante tiene como función producir significaciones. En cambio la letra, “...es el significante considerado fuera de su función de producir significaciones.” (Miller, 1998, p. 280). Hay pues, dos estatutos del significante: el significante como productor de significaciones, y el significante por fuera de esta función. La letra es el nombre que adquiere el significante por fuera de la función de producir significaciones. A partir de aquí distinguimos, a su vez, letra y significante.
La letra se escribe, y por escribirse es que se puede diferenciar una palabra que suene igual a otra. Una palabra homofónica a otra sólo se puede distinguir a partir de la escritura. De aquí que la interpretación como equívoco se refiere justamente a la escritura. “En este sentido –dice Miller (1998)–, la interpretación es una lectura, en tanto que capta la escritura en el campo del lenguaje a partir de la palabra.” (p.281). Por ejemplo, en un paciente que dice, hablando de su adolescencia, que recuerda el momento en que le nació el “bello público”, lapsus en el que sustituye a “vello púbico”, sólo es posible distinguir el significante “bello” con “b”, del significante “vello” con “v” gracias a la escritura, si lo que hacemos con nuestra escucha es leer al inconsciente.
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