El inconsciente es lo que se lee, y el síntoma psicoanalizable, ya sea normal o patológico, está sostenido, por tal razón, por una estructura que es idéntica a la estructura del lenguaje. En el texto inconsciente de un sujeto, Lacan descubre los efectos de la metáfora y de la metonimia, es decir, los mismos mecanismos descritos por Freud como los del inconsciente. “Es bien evidente -dice Lacan- que en el discurso analítico no se trata de otra cosa, no se trata sino de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir, que no es tanto, como dije la última vez, decirlo todo, sino decir cualquier cosa, sin vacilar ante las necedades que se puedan decir”. (1985, p. 38)
Ahora bien, es la lectura del inconsciente la que funda en el psicoanálisis un método de investigación propio, un método que se adecua al objeto del psicoanálisis, es decir, el inconsciente mismo. Pero dicha metodología no se reduce únicamente al dispositivo analítico, en el cual el analista está a la escucha de las formaciones del inconsciente, es decir, está atento a «leer» el discurso del analizante, en lo que dice de más o dice de menos. Dice Lacan: “Si algo puede introducirnos en la dimensión de lo escrito como tal, es el percatarnos de que el significado no tiene nada que ver con los oídos, sino sólo con la lectura, la lectura de lo que uno escucha de significante. El significado no es lo que se escucha. Lo que se escucha es el significante. El significado es el efecto del significante”. (1985, p. 38)
El «significante» es una dimensión que fue introducida a partir de la lingüística. La lingüística introduce en la palabra una disociación gracias a la cual se funda la distinción entre significante y significado. Ella, de cierta manera, divide lo que, sin embargo, parece ir de suyo: que cuando se habla eso conlleva el significado. Pero, “Distinguir la dimensión del significante cobra relieve sólo si se postula que lo que se oye no tiene ninguna relación con lo que significa. Este es un acto que sólo puede instituirse con un discurso, el discurso científico”. (Lacan, 1985, p. 40) Es gracias al discurso de la ciencia, a su instauración en el pensamiento de los hombres, que el significante se pueda postular sin tener ninguna relación con el significado. Con el discurso de la ciencia se hace posible vaciar el contenido de un concepto, de un significante, para llenarlo de contenido, para hacerlo significar otra cosa. Esto es lo que se espera que se produzca en un análisis: “En el discurso analítico, se trata siempre de lo siguiente: a lo que se enuncia como significante se le da una lectura diferente de lo que significa”. (p. 49) Esta es la razón por la cual lo que los analistas leen es, por ejemplo, el lapsus, en la medida en que es como lapsus que significa algo, es decir, que puede leerse de una infinidad de maneras distintas.
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