miércoles, 4 de agosto de 2010

125. Televisión y agresividad en los niños.

«¿A voz qué te gusta de Dragón Ball?» Preguntó hace poco un periódico a unos niños que respondieron: «porque se la pasan peleando, matan a los malos, se pegan y sale sangre». Es un hecho que a la mayoría de los niños les gusta este y otros muchos dibujos animados por las peleas, los golpes y la sangre, ¿Por qué? ¿Esta bien que los niños vean este tipo de programas? ¿Éstos los harán agresivos?

Vamos por partes. Primero, si a un niño le gusta un programa como Dragón Ball, es porque se identifica con el protagonista, el cual, al salir airoso luego de enfrentar grandes riesgos y peligros, es considerado un héroe. Es por esta identificación con el héroe que los niños juegan a ser como él. Si los niños se identifican con los héroes de la T.V. es porque no poseen una «identidad» definida. La «identidad» es algo que se va adquiriendo con ayuda del mecanismo de la identificación. Estas identificaciones a los héroes suelen ser frágiles y cambian fácilmente; no así un cierto tipo de identificaciones que se denominan «simbólicas», y que hacen que los niños se parezcan a sus padres, quienes se constituyen en los primeros héroes para los hijos.

Segundo, si a los niños les gusta la violencia de estos dibujos animados, es porque encuentran una satisfacción en ello, una satisfacción que va más allá de cualquier consideración moral. Entonces, junto a la identificación al héroe, está la satisfacción de los impulsos agresivos, al ver que aquél puede dañar, matar y destruir a sus enemigos. ¿Significa esto que los niños serán agresivos? El asunto es que los niños, como todos los seres humanos, ¡ya lo son! La agresividad es un componente del modo como se constituye el psiquismo de todos los seres humanos -la agresividad es constitutiva del modo como el sujeto se hace a una imagen de sí mismo-, por eso en los niños se observan expresiones espontáneas de su agresividad que no se explican diciendo simplemente que el niño las aprendió viendo televisión. El problema no consiste entonces en prohibirle al niño que vea dichos programas, sino en limitar o impedir que exprese su agresividad de forma tal que le haga daño a sus semejantes o a sí mismo.

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