137. Lo nuevo es obsoleto.

Interesa a los estudiosos del comportamiento observar cómo los síntomas de los seres humanos, las formas de sufrimiento subjetivo, cambian con el estado de la cultura; es decir, que los síntomas tienen una relación de dependencia con la cultura en la que se inscribe el sujeto. En otras palabras, dependiendo de la época en que se vive, se padecerán o no determinados síntomas psicológicos; los síntomas de comienzo de siglo pasado, no son los mismos ahora que nace una nueva centuria, y esto le exige a los estudiosos de la conducta, una renovación. Como los síntomas cambian con la época, se espera también un cambio al nivel de los discursos que estudian el sufrimiento de los seres humanos.

Hay, entonces, nuevos síntomas, y la novedad misma se ha convertido en uno de ellos. Lo «nuevo» es un síntoma de la cultura contemporánea, a tal punto que ha ido adquiriendo un ritmo periódico, haciéndose cada vez más evidente la repetición de lo nuevo (Miller, 1998). Por ejemplo, al nivel de la moda, tres o cuatro veces al año está previsto el lanzamiento de una nueva colección.

La consecuencia de esto es que eso «nuevo», automatizado, se ha convertido en un «nuevo» sin sorpresas, ya que de antemano se sabe que al poco tiempo eso «nuevo» será obsoleto. Es una paradoja de ese nuevo síntoma de la sociedad actual: que lo nuevo, ya se sabe que es obsoleto. Y esto es lo nuevo de la cultura de hoy: que lo nuevo es viejo de antemano. Por esto se busca de manera cada vez más insistente la novedad. Como lo nuevo ya es viejo, se busca más y más lo nuevo (Miller, 1998).

Este nuevo síntoma lleva a que los seres humanos, obligados a buscar de manera insistente la «novedad», entren en un «círculo vicioso» cada vez más y más exigente. A medida que se le demanda a los sujetos lo «nuevo», más y más exigente se vuelve ese «círculo vicioso» con la novedad, creándole a los sujetos, cada vez más, un mayor malestar. Por esto se puede decir que lo nuevo, como síntoma de la «sociedad de consumo» contemporánea, es, por excelencia, un «círculo vicioso» glotón, y es esa glotonería la fuente del malestar.

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