Existe hoy en día un tipo de mujeres bien particular. Se trata de esas mujeres que se acercan a los cuarenta años, mujeres profesionales, con un trabajo estable, que disponen libremente de su tiempo y de su intimidad, y que empiezan a decirse a sí mismas que el tiempo corre y que, si quieren tener un hijo, hay que apurarse a encontrar un hombre digno de ser padre, a no ser que la elección sea tener un hijo sola.
Pero, que una mujer cuide a un niño sola, incluso si lo cuida con su pareja homosexual, o entre una mujer y un hombre homosexual, etc., no es algo solamente posible hoy por hoy, sino algo cada vez más frecuente y legal, y que sobre todo demuestra el cambio que han dado la humanidad y las mismas mujeres, al punto de hacer que la categoría de «madresolterismo», que fue tan infamante, se convierta en una categoría completamente anticuada.
A partir del momento en que una de aquellas mujeres quiere ser madre, surge un nuevo poder en ellas, un poder con consecuencias en la civilización. No se sabe nada sobre que tipo de humanidad va a surgir a partir de este cambio en la posición de las mujeres, pero desde el momento en que hay mujeres que buscan un padre para sus hijos, esto les da una nueva posición que les permite hacerse, más que nunca, juez y medida de lo que es un padre.
Así se desarrolla un discurso de la responsabilidad materna agrandada hasta el punto de superar a la del padre, y que acarrea algo así como una inversión de los términos: ya no es más el hombre el responsable de elegir a una mujer, de velar económicamente por sus hijos, de cuidar a su familia, etc. A esta «carencia paterna» responde una nueva reflexión femenina sobre lo que debe ser un padre, se instituye en las mujeres-madres la posición de saber lo que debe ser un padre. En ellas está la responsabilidad de elegir el tipo de padre que quieren para sus hijos: si es un hombre capaz de responder por sus deberes como esposo y progenitor, o si, por el contrario, se trata de una persona irresponsable, un mantenido, un alcahuete con sus hijos o un trasgresor de la ley -elecciones estas que se dan más frecuentemente entre mujeres jóvenes-.
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