El concepto de «trauma psíquico» hace referencia a una serie de acontecimientos que tienen un gran impacto emocional en la vida de un individuo, produciéndole, como consecuencia, trastornos psíquicos duraderos -inhibiciones, angustia o síntomas-. De hecho, la palabra «trauma» es tomada prestada del discurso de la medicina, en el cual, «traumatismo» significa el «conjunto de lesiones del revestimiento cutáneo que interesan un tejido, un órgano o un segmento de miembro, provocadas accidentalmente por un agente exterior». Así pues, un trauma orgánico es un daño producido en el cuerpo –un moretón, una fractura, etc.-, y un trauma psíquico es un daño producido a nivel subjetivo -el la psique, en el "corazón" o en el alma, que es lo mismo-.
Con el trauma psíquico pasa algo muy peculiar, y es que lo que puede ser traumático para una persona, para otra no lo es para nada, cosa que no ocurre con los traumas físicos, los cuales siempre producen un daño orgánico. El trauma psíquico es algo absolutamente subjetivo y particular, por esta razón sólo se puede saber si un acontecimiento ha sido traumático o no para una persona, por los efectos que le produce, aunque hay sucesos que por su gravedad producen necesariamente un daño psíquico.
¿Cuáles pueden ser, entonces, los traumas psíquicos de Elián González, el famoso balserito cubano, que fué objeto de una disputa por su custodia entre su padre, residente en La Habana, y su familia radicada en Miami? Se sabe que más allá de una disputa legal sobre la custodia de un niño –como las hay miles en los juzgados del mundo- el caso recibe el interés mundial debido a que hay de por medio una disputa política, entre el gobierno de Cuba, comunista y víctima del imperialismo de su país vecino, y los Estados Unidos, capitalista, imperialista y la nación más poderosa del mundo. Es decir, que a parte de los intereses sobre la custodia de Elián, hay otra serie de intereses, principalmente políticos, entre dos bandos: los familiares de Elián -y con ellos, la comunidad cubana, radicada en Miami, enemigos del régimen de Castro, representantes de la democracia, del «sueño americano», y que tienen como bandera la libertad- versus Juan Miguel, el padre de Elián -y con él, ocho millones de cubanos, enemigos de los Estados Unidos y amigos de la revolución, representantes de los ideales del comunismo, y que tienen como bandera la dignidad-. Y en medio de esta pugna, el balserito, en una posición de «objeto» de ambas «banderas». ¿Estar en medio de éstos dos bandos le acarreó algún trauma psicológico a éste niño de seis años?
Elián ya sufrió un trauma psíquico -aparte de los traumas por los que pasa todo ser humano en su proceso de humanización-: haber visto morir a su madre ahogada en el mar luego de su fallido intento de salir de Cuba. Por eso, y de acuerdo con las noticias que llegaron sobre el caso, el mayor temor de Elián no era regresar a Cuba, no; su mayor temor es regresar a Cuba... ¡en balsa!, es decir, por vía marítima. El balserito no quiere saber nada de balsas. Claramente para él, haber pasado horas enteras flotando en el mar como náufrago y haber perdido a su madre en el mar, fueron acontecimientos de gran impacto emocional en su vida, es decir, sucesos traumáticos, de los cuales ya se sabe un efecto: él no quiere navegar -lo cual se puede interpretar como una inhibición en su comportamiento-. ¿Haber sido separado de su familia en Miami utilizando la fuerza, es un suceso traumático para Elián? No se puede saber hasta que él diga algo al respecto. A parte del susto que se pudo haber llevado Elián al ver irrumpir a la policía de inmigración en la casa de su tío abuelo, no se supo que hubiese estado muy angustiado junto a las personas que lo acompañaron hasta Washington. Probablemente esta separación es tan traumática como la que le hizo vivir su madre al separarlo de su padre, cuando lo recogió en la escuela y se lo llevó en una balsa rumbo a La Florida, sin consultarle a su ex-esposo.
El psiquiatra que trabaja para la policía de inmigración y que acompañó a Elián a reencontrarse con su padre, se encontró con un niño tranquilo -durmió durante el viaje- y feliz de volver a los brazos de quien tiene, por ley, derecho de custodiarlo. Si todas estas situaciones son o no traumáticas para Elián, sólo se lo podrá saber a porteriori, por sus efectos sobre él.