viernes, 18 de marzo de 2011

267. Ciencia, política y psicoanálisis.

La política, entendida como la actividad o el conjunto de actividades que tienen como término de referencia a la polis, es decir, el Estado, incluido su ordenamiento y dominio, tiene en general una muy mala reputación. Inclusive es acertado decir que esta mala reputación es un rasgo moderno de la política contemporánea. “La palabra política connota regularmente la maniobra, la magulla, la manipulación colectiva, la ausencia de claridad que se supone requiere el campo de la ciencia, la impureza subjetiva, la opacidad turbia” (Klotz, 1998, p. 122). Entiendo con esto que mientras la ciencia es un campo claro, un discurso sin ambages, que apunta al develamiento de una verdad como causa de los fenómenos naturales, la política es un campo opaco, mas bien falso y mentiroso, que busca el ocultamiento de la verdad.

Cabe entonces preguntarse por las razones por las que es introducida la política en el campo del psicoanálisis, sobretodo porque ella no escapa a esta apreciación cuando es evocada en dicho campo, es decir, que es sucia, mentirosa y corrupta. Si este es el sentido que ha adquirido la política en nuestro tiempo, ¿por qué entonces relacionarla con el psicoanálisis, que es un campo cercano al de la ciencia?

El psicoanálisis, sin ser una ciencia a la manera de las ciencias llamadas «duras», está del lado del discurso de la ciencia, es decir, busca ser rigurosa como lo es todo saber que se llame científico. Freud inventó el psicoanálisis en nombre de la ciencia y el psicoanálisis mismo es una respuesta a los desafíos que ha planteado la ciencia desde el momento en que su discurso apareció en nuestro mundo. Si bien, con relación al rigor científico, el discurso del psicoanálisis parecería un discurso indigno, ¿basta esto para colocarlo del lado del discurso político? ¿Acaso el psicoanálisis, como la ciencia, deben estar exentos de toda política, para poder asegurar así su rigor y su pureza? Con este argumento es que muchos analistas buscan darle al psicoanálisis -y a su clínica- un virtuosismo tal, que quede alejado de los problemas de la institución psicoanalítica, protegiéndolo así de toda incidencia política. Es en las instituciones donde se pone en juego la política, de allí que se quiera separar al psicoanálisis y a su clínica de aquellas. ¿Es esto lo que nos propone el psicoanálisis de orientación lacaniana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

548. La lógica del fantasma: el «fantasma fundamental»

El décimo cuarto seminario de Lacan se titula La lógica del fantasma, un título que puede parecer paradójico o discordante, ya que el fantas...