jueves, 16 de septiembre de 2010

151. El síntoma psíquico.

Los síntomas psicológicos, aquellos que le acarrean algún tipo de malestar y sufrimiento a los seres humanos, tienen un carácter radicalmente subjetivo, es decir, que dependen de la percepción que el sujeto se hace de sí mismo. Así pues, sentirse deprimido, comer mucho o muy poco, aburrirse los fines de semana, experimentar el desamor o ser homosexual, por ejemplo, pueden ser fuente de angustia y mortificación para un individuo, pero no para otros.

Por lo general, la mayoría de los seres humanos ven como «normales» muchas de las situaciones de las cuales se quejan; otros, en cambio, hacen de su queja -seguir con un esposo infiel, vivir con una mujer malgeniada, que las cosas salgan siempre mal en el trabajo, emparejarse una y otra vez con hombres casados, ser agresivo con los hijos, ser tímido o poco inteligente, etc., etc.- el motivo para una consulta psicológica.

El síntoma psíquico adopta, en el mundo contemporáneo, nuevas formas. La angustia, por ejemplo, ha adquirido aspectos casi epidémicos en la depresión, la anorexia y la bulimia, síntomas éstos que tienen hoy una incidencia creciente, al igual que las toxicomanías.

El estudio del padecimiento psíquico ha permitido demostrar que los síntomas no son simplemente un trastorno o una disfunción. Dicho estudio enseña que los síntomas psíquicos tienen una causa, ignorada por quien los padece, es decir, una causa inconsciente. Y además que los síntomas psíquicos perduran no solo porque tienen un sentido oculto, sino porque dicho sentido conlleva una satisfacción, también inconsciente, que se vive conscientemente como displacer, como sufrimiento.

Esto último es probablemente lo que hace el escándalo del síntoma psíquico: que a pesar de acarrearle un sufrimiento al sujeto que lo padece, que lo sufre, también le procura una satisfacción, una extraña satisfacción en el malestar -lo que el psicoanálisis lacaniano denomina «goce»-. Por esto se puede decir que hay sujetos a los que les «gusta» quejarse de las cosas que los mortifican, o que hay sujetos «masoquistas»: aquellos que no hacen nada para cambiar la situación de la que se quejan. Y pasan los días, los meses y los años quejándose de la situación que les produce sufrimiento, pero no hacen nada para cambiarla ni entienden por qué siguen en ella.

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