El psicoanálisis es un crítico del mandamiento cristiano “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esto porque, si se lo examina, resulta irrealizable. Se sabe que el sujeto es, por su naturaleza, muy egoísta; siempre piensa en su propia conveniencia antes que en la de los demás. Además, posee una serie de tendencias agresivas y autodestructivas que le es difícil de controlar y conciliar con las exigencias de la cultura. El precepto cristiano es uno de los pretendidos ideales de la sociedad civilizada, que reclama del hombre una renuncia a su egoísmo y agresividad.
Si se adopta frente a este mandamiento una actitud ingenua, será motivo de asombro y extrañeza, por eso Freud se pregunta en El malestar de la cultura: ¿Por qué tendríamos que amar al prójimo?, ¿de qué podría servirnos? Y ante todo, ¿cómo llegar a cumplir este precepto? El amor que cada uno posee es para cada cual un bien muy preciado, que no se derrocha permanentemente o con cualquiera. Si se ama a alguien es necesario que éste lo merezca por algún motivo.
Muchos seres humanos no parecen alimentar por sus semejantes el más mínimo amor; prefieren más bien ser hostiles y hasta odiar a los extraños, sin demostrar la menor consideración. Siempre que les sea de alguna utilidad, no vacilarán en perjudicar al otro sin preguntarse por las consecuencias. Les bastará probar el menor placer para que no tengan ningún escrúpulo en denigrarlo, ofenderlo, difamarlo, exhibir su poder sobre él y cuanto más inerme encuentren a su semejante, tanto más se puede esperar de ellos esta actitud.
Este precepto, que hace parte de una ética cristiana y que, como toda ética, busca regular la acción del hombre, es imposible de realizar por la misma naturaleza humana. La mayoría lo habrán experimentado en algún momento de la vida: lo difícil que es amar al que agrede, al canalla, al asesino, al violento, al que engaña, etc. A este tipo de ética, basada en el cumplimiento de ideales, el psicoanálisis opone una ética del deseo, es decir, una interrogación, dirigida a cada sujeto, sobre sus deseos de destrucción y autodestrucción.
Amar a otro creo yo, sera consecuencia natural de la propia aceptación, autoreconocimiento, comprensión del falso self instaurado como defensa constante a lo que nos rodea, a quienes nos rodean, el amar a otros derivaría de una madurez emocional que germina con aceptar nuestra forma de vincularnos, esclarecerla a partir de los primeros afectos o desafectos y transformarlas, luego del autoconocimiento.. El amor a otros surgira alli.
ResponderEliminarsi estamos en ese planteamiento, seria imposible amarnos a nosotros mismos y entonces para que sirve la terapia psicoanalitica?
Creo en su exposición a la luz del psicoanálisis en cuanto es imposible satisfacer las exigencias éticas de la cultura occidental debido al egoísmo humano ya expresado; pero también considero que ciertos modelos económicos y políticos exacerban ese egoísmo fragmentando aún más el vínculo social. De hecho el liberalismo político se basa en la exaltación del individualismo para hacer posible el “progreso” material de las sociedades; se presenta en este punto una contradicción de valores e ideales entre la religión Cristiana, uno de los principales aparatos de dominación “espiritual” de la sociedad, que exige del sujeto un comportamiento fundado en el respeto a lo “otro”, al “otro” y el liberalismo filosófico, fundado en el egoísmo, en la competencia; en el desprecio a la diferencia, es decir a “lo otro”. ¿cómo resuelve esta contradicción el sujeto si de todas maneras necesita del otro como condición sexual/cultural para existir? Si, como lo precisara el psicoanalista Marcelo Viñar :
ResponderEliminar” El hombre necesita del Prójimo para poder ser humano. Ubuntu, se dice en alguna lengua africana”.
Por ello también estoy de acuerdo con su apunte del post anterior acerca de la necesidad de una ética que haga responsable al sujeto de sus vínculos. Creo que muy a pesar del egoísmo inherente al ser humano es posible, si bien no amar a la humanidad, sí desarrollar sentimientos de solidaridad, al menos con el próximo.; pero ello parece imposible en el capitalismo...
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ResponderEliminarFreud pregunto para qué serviría amar al prójimo? Señor Freud, si hubiese amor al prójimo, no existieran tantos homicidios, guerras, muertes entre otros. O como Lacan lo llamaría: perversión y psicosis. Sin embargo como bien se menciona: humanamente es imposible amar a quien me haga daño, porque somos humanos llenos de inperfecciones, solamente el poder de Dios nos puede transformar en lo que humanamente no podemos ser.