538. El declive del patriarcado y la clínica del sinthome

Nos encontramos en una era marcada por una crisis de autoridad, estrechamente relacionada con una crítica al patriarcado. El sistema simbólico que ordenaba las formas de disfrutar, la propia diferencia (identidad), los géneros y otras diferencias binarias, está en crisis. La crisis del patriarcado, formulada por Lacan antes de la Segunda Guerra Mundial, se manifiesta hoy como un declive social de la imago paterna (Bassols, 2023). La figura del padre, promovida como autoridad por el patriarcado, se ha vuelto insoportable; la autoridad paterna resulta ahora intolerable. Este declive de la función paterna coincide con una demanda, un llamado, una exigencia de algo que ocupe el lugar de esa función simbólica que organiza las formas de goce del sujeto (Bassols). Socialmente, esto se refleja en el aumento de formas autoritarias que se creían obsoletas, como se observa en la política, por ejemplo, con Trump en EE. UU., Milei en Argentina y Bukele en El Salvador. Esta demanda da lugar a nuevas formas sintomáticas a nivel social y personal; de ahí las quejas de los padres que no saben cómo lidiar con hijos que sufren de bullying, cutting, hiperactividad, adicciones, crisis de identidad, intentos de suicidio, autismo, desconexión de la realidad, entre otros.

Lacan formalizó la función paterna en la década de 1950 con su famosa "metáfora paterna". El Nombre del Padre era el significante que metaforizaba el deseo de la madre y proporcionaba al sujeto una forma de ubicarse en relación con su cuerpo, su goce y el deseo del Otro (Bassols, 2023). La falta de inscripción del Nombre del Padre en el sujeto diferenciaba el campo de las neurosis del de las psicosis, estableciendo una clínica estructural binaria. Sin embargo, la renuncia a la función paterna en la actualidad no implica una mejora; tampoco se trata de "reivindicar el sistema social fundado en el patriarcado. No hay retorno posible" (Bassols, 2023). El patriarcado es un sistema obsoleto, por lo que es necesario interpretar ese llamado al Otro como una invitación a otras formas de organización social y de goce. Esto da lugar a nuevas formas sintomáticas y a una diversidad de acciones simbólicas que generan una nueva clínica.

En la década de 1970, Lacan pluralizó la metáfora paterna, adaptándose al declive de la función paterna. Redujo el Nombre del Padre a un operador lógico, introduciendo fronteras móviles en las estructuras clínicas y pasando de una clínica continuista a una clínica de nudos. En esta nueva clínica, cualquier significante puede operar la función de anudamiento de lo simbólico; la "evaporación" del padre no implica su desaparición, sino más bien una dispersión de la función simbólica en diversas formas de nominación que el sujeto contemporáneo utiliza para representarse (Bassols).

El sujeto moderno llega a terapia con un diagnóstico, intentando nombrar una forma singular de goce. En el DSM, cada vez más en declive, los cuadros clínicos son cada vez más indefinidos, como se ve en el trastorno del espectro autista y el término "trans". El sujeto intenta nombrar lo más singular de un goce disruptivo en el cuerpo, generando fronteras más flexibles y móviles en el campo simbólico. La pluralización de los nombres del padre deja atrás la clínica estructural y nos sumerge en una nueva clínica basada en los nudos, los anudamientos y desanudamientos (Bassols, 2023). Esta es la clínica del sinthome.

El sinthome es el nombre singular del goce de cada sujeto, introducido por Lacan en 1975 en su seminario, continuando con la elaboración de su topología -nudo borromeo- y la exploración de los escritos de James Joyce. Lacan consideraba que el síntoma está inscrito en un proceso de escritura; ya no es un mensaje a descifrar, sino un puro goce que no se dirige a nadie (Thurston, 2007). El sinthome designa un núcleo de goce inmune a la eficacia de lo simbólico, permitiendo al sujeto vivir.

Todo esto lleva a Miller a proponer un nuevo ordenamiento de la clínica con el término "psicosis ordinarias", fenómenos clínicos que incluyen signos discretos, eventos corporales imperceptibles y sutilezas en el discurso. Este término no pretende ser una nueva categoría clínica, sino un neologismo que orienta al clínico donde no se distingue entre neurosis y psicosis. La psicosis ordinaria se convierte en una anticategoría, subvirtiendo el orden clínico heredado de la psiquiatría y respondiendo a la crisis del patriarcado. La clínica del sinthome, al escuchar las nuevas formas de producir síntomas y goces, prescinde de la clínica clásica para atender la singularidad de cada caso (Bassols). Esto es la clínica del sinthome.

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